¿Existe Guatemala?
Hace más de veinte años, Constantino Làscaris, filósofo de origen griego radicado en Costa Rica, publicó el artículo “¿Existe Guatemala?”. Sus reflexiones giraron en torno a la historia social, económica, política, la geografía del país y una mirada antropológica.
Hoy, quien escribe este artículo, que además fui alumno de Làscaris en cursos de filosofía, maestro que a su vez dirigió mi tesis de licenciatura en la Universidad de Costa Rica titulada: Idea de la Universidad en una generación de rectores centroamericanos, me hago la misma pregunta. He procurado encontrar el hilo que amarra lo que llamamos Guatemala. Los historiadores se remontan hasta la época pre colonial en la cual se desarrolló la civilización maya. El momento de la conquista y dominio, de cómo Pedro de Alvarado relató las características de este territorio. Señalan que el nombre fue dado por los indígenas que acompañaban al conquistador.
Posteriormente, durante el largo período colonial, se conoció este vasto territorio como la Capitanía General de Guatemala, que abarcaba desde Chiapas hasta lo que hoy es Costa Rica.
Después de la firma del Acta de Independencia, se suceden acontecimientos que confrontan intereses políticos, que desembocó en el hecho histórico que desmembró esta región en pequeños países, de lo cual surgió tiempo después, lo que hoy se conoce como Centro América.
Sin embargo, la pregunta es si todos los que vivimos en este territorio tenemos conciencia de nuestra guatemalidad. Porque al caminar por los diferentes pueblos de lo que hoy conocemos como Guatemala, percibimos que existen varias guatemalas. De ahí que me pregunte si el contenido de la palabra del Himno Nacional (que por cierto su letra fue de un poeta cubano) tiene significado para todas las culturas del país.
Los líderes de la independencia son recitados en las clases de historia, ¿pero dice algo Pedro Molina o Dolores Bedoya para los mayas? Los colores de la bandera, el escudo, las marchas ¿Qué significan? O bien cuando observamos grandes conglomerados ausentes del significado de estos símbolos “nacionales”. ¿Cómo perciben por ejemplo los indígenas Guatemala? ¿Cómo perciben los garífunas Guatemala? ¿Cómo perciben los jóvenes Guatemala? ¿Cómo perciben los dueños del capital Guatemala? ¿Cómo perciben los políticos Guatemala? ¿Cómo perciben los pobres Guatemala? ¿Cómo perciben los fanáticos del futbol Guatemala? ¿Cómo nos perciben los ojos de afuera? En fin, ¿Cómo nos percibimos los que nos autonombramos guatemaltecos? ¿Tenemos conciencia de nuestra identidad?
Historiadores, políticos, antropólogos, educadores, empresarios, mayistas, filósofos, teólogos, poetas y artistas, se han interrogado por el gran tema de la identidad nacional. Y la respuesta parece que aún es vaga, porque nos enfrentamos a un “algo” que no tiene unidad. He llegado a pensar por lo que veo, escucho y siento, que posiblemente uno de los caminos que nos terminará de unificar, podría ser el de la globalización. Claro está que resistirán a esta embestida global, resabios de culturas enclavadas en prácticas religiosas, en la manera de hablar, en la manera de escriturar nuestro pasado y en la comida que expresa gastronómicamente el mestizaje cultural.
Me cuesta descubrir los mitos que necesita Guatemala para que nos sintamos enamorados de nosotros mismos e ilusionados por una mejor sociedad. Hay países que al edificar su proyecto de nación los han inventado y reinventado. Pero nosotros, con una historia tan rica, profunda y llena de imaginación, con personas inteligentes y emprendedoras, no hemos podido encontrar el secreto, las formas, valores, la voluntad social e individual y el sentido de cohesión que nos ayuden a construir un proyecto de nación incluyente.