Columnas

Qué casualidad

Cuando pensamos que la política es algo sucio, en realidad nos quedamos cortos. La política es una verdadera asquerosidad, porque los personajes que en ella participan suelen serlo, pocos se salvan (y si, aún existen políticos decentes). Igual sucede cuando analizamos gobiernos. El primer gobierno considerado “democrático” por haber sido electo un civil en las urnas (luego de décadas de gobiernos de corte militar, unos democráticos y otros golpistas), fue el del ex Presidente Vinicio Cerezo. Ese gobierno sentó las bases para iniciar el diálogo que culminó en la firma de los mal llamados Acuerdos de Paz, durante la Administración del ex Presidente Alvaro Arzú, durante la cual fue asesinado el Obispo Gerardi.

Con tal de meter gente presa, la Administración de Alfonso Portillo hizo lo que pudo por salir en caballo blanco, metiendo presos a tres militares sin pruebas. Igual a como se hace hoy día, con falsedades y procesos altamente cuestionables. Junto a su mano derecha, Edgar Gutierrez, quién fungió en esa administración primero como Secretario de Análisis Estratégico (la G2 moderna) y luego como Canciller, junto con su íntimo Ronald Ochaeta de la ODHA, luego premiado con nombrarlo Embajador ante la OEA, lograron encarcelar a los Lima Oliva y a Obdulio Villanueva. ¿Porqué hacer esto? Simple, por dinero. Un crimen semejante, después de firmada la paz y entregado la farsa del informe de la mal llamada comisión de la verdad (farsa porque las víctimas de la guerrilla se quedaron calladas por temor a quienes una vez fueron guerrilleros y ocupaban altos cargos en el gobierno), justificaría años más de “ayuda” a las ONGs que promueven la agenda de quienes perdieron la guerra.

Es así que llegamos al caso del asesinato a Monseñor Gerardi, uno de los mas sucios y escabrosos de los anales de nuestra historia. Si uno se toma la molestia de ver los videos, disponibles en YouTube o de documentarse, por ejemplo leyendo “Quién mató al Obispo” de Bertrand es más factible formarse una idea. Hay cosas que seguramente muchos ignoran que sucedieron en torno a esa fatídica fecha, y que podrían tener algo que ver. Claro está, quizás con los años lo sepamos, pero por ahora, dudo que la verdad salga a flote porque a algunos que hoy tienen poder, no les conviene. Lima Oliva tenía una carrera ascendente, recién llegado a Guatemala después de servir como casco azul en Africa. Oficial de carrera, según declaraciones de testigo, fue al lugar de los hechos a filmar la escena. El tipo no mató al Obispo, su error fue obedecer ordenes y filmar la escena. Claro, una vez preso, se volvió el criminal que lo acusaban de ser. Entro en este caos de caso siendo un oficial limpio, y estando en prisión se transformó. A Obdulio Villanueva lo asesinaron decapitado y luego jugaron fut con su cabeza. El cura depravado terminó preso, pero quizás no por lo que debiera, y la líder de la banda de Valle de Sol (la que saqueaba iglesias en esos entonces) supuesta hija de Monseñor Hernandez, ni fue investigada.

Así como leemos todos los días información contradictoria sobre tantas cosas elementales, banales o profundas, lo mismo sucede con temas como éste. Antes de creer en lo que leemos debemos cuestionar de dónde viene y pensar un poco, sin apasionamientos. Que casualidad que justo sacan a bailar este desmadre ahora, aunque en política las casualidades no existen, luego del fallido intento de promover un ridículo antejuicio contra el ex Presidente de la República, Alvaro Arzú, actual Alcalde Capitalino. Cómo no pudieron por ahí, porque hasta las plazas fantasma resultaron no ser fantasma, y especialmente dada la popularidad del Alcalde, buscan inventarse una de vaqueros contra quienes no tienen ni vela en el entierro ni ocuparon cargo público, siempre y cuando según quienes atacan, puedan “callar” al Alcalde. Todo es una venganza contra Arzú porque ha defendido el orden constitucional y el preservar el Estado de Derecho, apoyando al Señor Presidente de la República.

Tenemos el caso Oderbrech, la Línea aún opera (sólo quitaron cabezas pero mandos medios y bajos siguen operando), contratos anómalos en puertos y aeropuertos, las maras y el narcotráfico se han fortalecido en los últimos 12 años, aún hay regiones en el país a donde ni las autoridades pueden ingresar, cantidad ridícula de casos infames de gente presa por más tiempo del que hubieran servido si hubiesen sido condenados, etc. Pero todos esos casos no son importantes, porque no son “de alto impacto” para mantener el perfil alto de los personajes que para mientras, se siguen haciendo multimillonarios con sus sueldos obscenos. La lista es larga. Pero evidentemente, perseguir a quienes apoyan al Presidente es el nuevo deporte del colombiano non grato y sus secuaces.

TEXTO PARA COLUMNISTA

Betty Marroquin

Licenciada en Relaciones Internacionales, especialista en el Congreso de los EEUU.

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