Columnas

El TLC con USA, ¿Dónde salta la liebre?

Entretenidos con el tema de la Cicig y sus varias y fallidas expulsiones del territorio nacional, no hemos caído en la cuenta de un problema sobrecogedor. El colapso del TLCAN, o tratado de libre comercio de Estados Unidos, Canadá y México. Sí Donald Trump cumple las expectativas de personalidad parece que el mencionado tratado se encuentra condenado a desaparecer. Con ello se quiebra una época de crecimiento económico y bajo desempleo en México. Tal y como lo comenta Elizabeth Malkin en el New York Times.

El TLCAN generó una transformación productiva en México de grandes dimensiones. No olvidemos que México hace 25 años, era una economía típica del tercer mundo. Productor de granos básicos y materias primas para sus vecinos del norte, y productor intensivo de petróleo. Su población era campesina y abandonada a los bajos salarios y el analfabetismo. Hoy, los cambios son claros. México se ha convertido en una fuerza manufacturera de gran importancia. Del crecimiento hacia adentro, empobrecedor y atrasado ha pasado a ser una economía orientada hacia afuera, hacia las exportaciones. Hoy es un exportador fuerte de automóviles, computadoras y maquinarias.

La misma agricultura se ha industrializado y hoy los mercados gringos están felizmente inundados de tomates, brócolis aguacates. Ya no son estacionales, ya se cultivan con tecnología que los hace productos permanentes. Según analistas, la tecnología aeroespacial, de entretenimiento y equipo médico están prosperando.

Como buen Estado fallido, México no ha podido diseñar una estrategia de desarrollo integral. Resulta que ese país está fracturado, un norte industrial y abierto a las exportaciones; y un sur dedicado al sector rural en donde predominan las grandes extensiones de tierra de propiedad de terratenientes, como un mundo de la edad media. Sin descontar las amplias zonas geográficas en manos del narcotráfico y poder compartido entre Estado-delincuencia.

Los riesgos para México son incuestionables. La caída de su sector económico más moderno y dinámico, la reducción de inversión extranjera motivada por las exportaciones sin aranceles al mercado norteamericano. La violenta caída del ingreso per cápita en un con incalificables brechas entre ricos y pobres. En fin el desastre se avecina. Y, con el las elecciones, que ya se pronostican como una competencia demagógica de populismos anti-yankees de pronóstico reservado.

Para el caso de los países del Triángulo del Norte, el fin del TLCAN sería el verdadero muro de Trump. El fin de ese tratado generaría en México desempleo, aumento de la brecha de riqueza e inestabilidad social. México y Estados Unidos van a endurecer el ingreso y paso de migrantes centroamericanos por sus territorios. Para Centroamérica se pueden endurecer las condiciones de exportaciones hacia los países norteños. Sin dejar de lado, que después de México el gobierno de Estados Unidos vendría por los más pequeños. Que ahora se hacen de la vista gorda por creer que sí el gobierno gringo se concentra en México no se preocupa de nosotros. Una visión patética. Ya que los impactos del fin del TLCAN serán muy negativos, también en los Estados Unidos.

Que se nos viene encima a los guatemaltecos, el cierre más amplio de las fronteras norteñas, el auge de movimientos sociales populistas, el reto de revisión del Cafta, en fin nuevos retos sin liderazgos claros…

TEXTO PARA COLUMNISTA

Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.