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El arte de descalificar o ninguneo

Comentaristas que opinan sin conocimiento de causa o respondiendo a los intereses de sus patronos o patrones, llevando agua para su molino, sin importarles realmente la verdad y los acontecimientos que benefician o, perjudican a nuestro país.

En esta bella nación llamada Guatemala y que en El Siglo hemos denominado como el país del realismo mágico, en donde la realidad rebasa a la imaginación, desde hace varios años se ha ejercido la descalificación, opinando y diciendo medias mentiras o medias verdades, sin conocimiento de causa o dando noticias tendenciosas en varios medios de comunicación, sin faltar los comentaristas que opinan respondiendo a los intereses de sus patronos o patrones, llevando agua para su molino, sin importarles realmente la verdad y los acontecimientos que benefician o, perjudican a nuestro país.

Hay distintas formas de hacerlo, descalificando lo positivo, quitando el mérito a algo bueno hasta hacerlo neutro. Minimizar lo positivo, que en general es una forma que tienen las personas con humor triste o con depresión, de quitarle lo positivo a la situación.

Los que nos dicen sí, pero es no: Felicitan y descalifican a la vez, hay personas que tratan muy bien pero siempre terminan marcándonos un error.

Personas que etiquetan: Esta es otra forma de descalificar, rotular; el hombre primitivo les ponía nombre a las cosas para tratar de controlarlas, inventaba ritos para tratar de controlar al sol, la lluvia, etc. El que etiqueta es una persona insegura que le pone un rótulo al otro para sentir que puede controlarla.

La ironía y el sarcasmo: Es una diferencia cuantitativa, la ironía es burla con bronca, una broma mezclada con bronca, y en el sarcasmo hay más bronca que en la ironía.

El rumor: Es cambiar el mensaje agregándole cosas nuevas y cambiadas; muchas veces es inventando un contexto distinto, el rumor como la descalificación, el objetivo es el desprestigio.

Con los gestos: Cuando una persona está hablando y otra se muerde los labios o mira para otro lado, cara de asco, esta es otra manera de borrar con el cuerpo lo que decimos con las palabras.

A veces lo que nos sucede es que nos descalificamos nosotros internamente y el diálogo interno descalificador puede ser como un imán que nos atraiga una voz externa similar.

Otras personas se vuelven invisibles, van al trabajo y no hablan con nadie, son personas tranquilas, porque está el miedo a ser descalificado, entonces creen que si pasan desapercibidos es mejor.

El descalificador tiene un juego y no hay que entrar en él, todas las personas agresivas lo que quieren lograr es que mordamos el anzuelo y este es para sentir que tienen poder sobre la otra persona. Entonces dicen algo que duele o que da bronca, que indigna, algo injusto para que muerdan el anzuelo.

¿Por qué nos duele un insulto? Porque está tocando nuestra dignidad y nuestro honor, que es una parte muy valiosa de nuestra estima, que se forma en función de la mirada de personas que nos importan.

Lo que tenemos que hacer es no responder de la misma forma, o sea, descalificar al que nos descalifica; lo mejor es ignorarlo, hacer oídos sordos muchas veces y no darles valor a sus palabras. Lo mejor es salir de esa situación.

El camino recomendado es siempre trabajar y utilizar más la empatía, validar al otro. Si alguien nos cuenta que está cansado, es bueno preguntarle qué le sucede. Validar las emociones de la otra persona es muy importante, porque el cambio se realiza no cuando descalificamos o nos descalifican, sino cuando nos validan y validamos al otro.

Por una nación libre, justa y solidaria.

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