Retomemos el camino de la Escuela Normal

Una de las noticias que ofrecen hoy los medios de comunicación, es la suspensión provisional de los acuerdos del MINEDUC que reemplazaba la carrera de Magisterio impartida por las Escuelas Normales, por el del Bachillerato en Educación.

La llamada “profesionalización” de los maestros, se impulsó a partir de la iniciativa del actual Ministro de Educación Oscar Hugo López desde la USAC y de la ex ministra Cintia del Aguila, el cual consistió en desaparecer la carrera de magisterio impartida por las Escuelas Normales, por el del bachillerato con cinco años de secundaria y tres en la Universidad. El título a obtener ya no era el de Maestro de Educación Primaria Urbana o Rural, sino de diferentes profesorados.

Algunos intelectuales, docentes, estudiantes y padres de familia en su momento cuestionaron esta propuesta porque encontraron diversas contradicciones, entre las que destaca que la cédula jurídica para contratar, es la de maestro y no la de profesor. Sutil diferencia, pero ante la legislación esto cuenta, para lo cual se les aconsejó que modificaran el artículo correspondiente de la ley 1485. A su vez, también se analizó el currículum de las diferentes especializaciones y se encontraron problemas de coherencia lógica.

Hoy, estamos frente a una complicada situación, porque este año se gradúa la primera cohorte de profesores y están cursando otras dos en la Universidad. ¿Cuál será el destino profesional de estos jóvenes? Sostenemos por lo tanto la idea que los cambios en educación son complejos porque una acción pedagógica sin fundamento teórico y práctico, compromete irremediablemente, el destino y proyecto de vida de los jóvenes, lo cual genera frustración.

Una transformación de los planes y perfiles de ingreso y salida en el ámbito de la formación de docentes, debe de hacerse con inteligencia, pausada y progresivamente considerando la totalidad del sistema educativo nacional. Contrariamente podría parecer un parche de mala calidad. Y eso es lo que ahora está sucediendo. Cabalmente por no haber escuchado las voces que propugnaron por otras formas de proceder.

Ciertamente el sujeto constitutivo de la educación es el maestro o maestra. Es quien tiene en sus manos, centralmente el mejoramiento de la calidad educativa. Pero es una tarea que no puede hacer sólo. Deberán estar implicados la familia, el Estado, los empresarios, los políticos, así como el uso de las tecnologías y una infraestructura adecuada.

La revalorización del trabajo docente tiene que regirse bajo determinados paradigmas, sustentados por las grandes orientaciones pedagógicas que definan los órganos del Estado encargados de la educación. Sin una base teórica, el camino de la educación estará a la deriva y por ende la formación de los docentes.

Hasta hoy no conozco cuáles son esas premisas de pensamiento educativo que sostuvieron los impulsores de esta iniciativa para la creación del bachillerato en educación. Sólo el discurso que insistía en la necesidad de la profesionalización a nivel universitario porque esto se hacía en otros países. Pero no explicaron en qué consistía la calidad educativa. O sea, no se fundamentó epistemológicamente dicho programa.

Se apresuraron y no tomaron en cuenta el contexto nacional, el entorno de los estudiantes, los recursos humanos, infraestructura, ausencia de bibliotecas, laboratorios y sobre todo sin una explicación desde la filosofía de la educación. Además, con esta acción no sólo ya comprometieron a 1800 estudiantes, sino que se perdió la oportunidad para dignificar al maestro, a través de una refundación  de las Escuelas Normales. Centros históricos que nos han formado como docentes. Dios quiera que este hecho ilumine la cabeza del MINEDUC y convoque con criterio de tolerancia, a los conocedores del fenómeno educativo para encontrar el camino adecuado para retomar la formación docente.

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