Columnas

Los difuntos siguen viviendo

Los que murieron por la guerra, violencia, corrupción, desnutrición, enfermedad común, senectud y desastre naturales.

Cuando abordamos el tema de la muerte, concluimos que todos debemos pasar por ese momento indescriptible, que los que ya trascendieron son los únicos que puede dar fe, pero no pueden contar su testimonio porque ya callaron y los que aún vivimos, nos queda  interpretar y sufrir este fenómeno, porque únicamente nos imaginamos el proceso a nuestra manera y nuestra cultura.

Algunos que han tenido experiencias de haber trascendido, pero por circunstancias de fe volvieron a la vida, cuentan experiencias que dejan dudas, por la misma incertidumbre que nadie puede afirmar la verdad.  Historias que se narran y que de igual manera nos dejan en duda, pero, lo cierto es que el único que volvió a la vida fue Jesucristo que nos hace creer en la resurrección y que por ser testarudos no entendemos su palabra que nos invita a vivir  con nuestros semejantes en el marco de amor y paz.

Si nos remontamos a la historia y atendemos las ideas de  Platón en su teoría dicotómica de cuerpo y alma, señala que el cuerpo se separa del alma y que ésta trascendía al hiperuranio para luego encarnarse en un nuevo ser, teoría que afina Aristóteles y después Santo Tomas y San Agustín y muchos que abordan el tema si lo vemos desde el punto de vista positivista o materialista, tendríamos mucho material de discusión, inclusive para analizar “La Divina Comedia” de Dante de Alighieri.

Sea cual fuera la corriente de pensamiento que tomemos, lo cierto es que los difuntos siguen vivos porque les recordamos y creemos firmemente que trascienden el umbral de la vida para pasar a la vida eterna, porque viven de generación en generaciones al recordarles por sus actitudes y acciones.

No podemos olvidar a los miles de guatemaltecos que murieron en el enfrentamiento armado de 36 años de guerra, que se convirtieron en mártires por defender sus ideales y que aún los familiares les recuerdan y les mantienen con vida.

Infinidad de inocentes que han muerto a causa de la violencia, que como jinete apocalíptico se ha hecho presente en nuestro país, y se tiene la fe que algún día termine, porque todos estos difuntos, seguro que viven, porque sus deudos los lloran y los recuerdan.

No podemos olvidar los que han muerto a causa la corrupción en donde los gobernantes han hecho mal uso de los recursos que tuvieron que invertirse para satisfacer las demandas de los servicios sociales de salud, educación y la conservación de nuestros recursos naturales  que aprovechándose de los cargos que han ocupado en el gobierno se apropiaron de las malacrianzas del sobornos autorizando la contaminación de ríos, explotaciones de recursos mineros y destrucción de la flora y fauna, ocasionando destrozos naturales con eventos climáticos que de alguna manera son causantes de la muerte de muchos hermanos que hoy se recuerdan y que viven en la mente de sus familiares y amigos.

¿Cómo no recordar a los ángeles que murieron a causa de la desnutrición?  Lo que no permitió que esas vidas florecieran y que sus padres les recuerden como ángeles que murieron  de hambre; los que murieron por no ganar la lucha contra la enfermedad común que no se atendió en su momento porque los recursos financieros fueron presa de la corrupción, seguro que viven en la conciencia de los déspotas malvados por remordimiento, pero lo más importante que viven en el recuerdo de la familia.

Los abuelos y nuestros padres que murieron a causa de su período senil, también viven como los seres sabios que nos orientaron y nos dieron los secretos de la vida y viven los muerto que soñaron con llegar a otro país para mejorar las condiciones de vida que nunca alcanzaron.  Por eso podemos concluir que los difuntos siguen vivos.

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