Columnas

A propósito de las Escuelas Normales

Muchas opiniones se han vertido en relación a las escuelas normales, a partir de la decisión tomada por la ministra de educación del Partido Patriota, Cinthya del Águila, de suprimir la carrera de Magisterio de Primaria y sustituirla por la carrera de Bachillerato en Ciencias y Letras con orientación en Educación.

Durante los últimos cinco años tanto en medios de comunicación como en universidades y foros auspiciados por centros de investigación se ha discutido el tema de las escuelas normales, en los cuales se ha evidenciado la falta de  consenso sobre cuál debe ser la mejor opción para implementar la formación inicial docente en el país.

Este es un tema de los que divide a la opinión pública, es un tema complejo y delicado de tratar, por lo que se hace necesario que profesionales con la expertis correspondiente, emitan juicios críticos sustentados en el contexto nacional, en experiencias exitosas de otros países y en la teoría pedagógica que permita que los guatemaltecos se formen una opinión realista y no mágica de este problema.

El tema de las escuelas normales está ligado a la calidad educativa, debido a que en ellas se forman a los futuros formadores, quienes deberán estar constituidos de un excelente acervo cultural, pedagógico y ético debido a que tendrán bajo su responsabilidad la formación de las generaciones venideras que asumirán la difícil tarea de dirigir los destinos de nuestro país. Ante esta situación nos preguntamos ¿Qué tipo de ciudadano necesita formar Guatemala? ¿Qué tipo de sociedad necesitamos construir? ¿Queremos continuar en el nihilismo como hasta hora, o darnos una oportunidad como país? Es entonces cuando entendemos la dimensión del problema en el que orbitan las escuelas normales.

Pienso que todos coincidimos en la importancia de la calidad educativa, tomando en consideración que la educación es la base del desarrollo, también convenimos en que el maestro es fundamental en ese proceso de calidad y que entre otras virtudes incorporadas en el maestro, está la de  ser un modelo, un líder que inspire a sus alumnos en ese proceso de enseñanza aprendizaje.

La formación inicial docente es una acción estratégica del Estado, en consecuencia debe estar dirigida por el MINEDUC. Mucho se ha escrito y hablado de que la calidad mejoraría si la formación de maestros la realizan las universidades pero, la educación media la realizan maestros  con pregrado o grado universitario en educación y los resultados de las evaluaciones realizadas por el MINEDUC Y la USAC son desalentadores, por lo tanto se desvanece el criterio de que la calidad mejoraría trasladando la responsabilidad al nivel terciario.

El MINEDUC debe aceptar los errores cometidos en este proceso y tratar por todos los medios de rectificar. El haber iniciado la carrera de Bachillerato en Ciencias y Letras con orientación en educación fue imprudente, porque no se emitió el Acuerdo Ministerial correspondiente, porque la carrera no cuenta con la carga pedagógica para ser la base de un profesorado universitario en primaria y porque no se eliminó en definitiva la carrera de magisterio de primaria.

En este momento  gracias a la CC y CSJ se tiene la gran oportunidad de elaborar un diseño curricular que le brinde a la sociedad guatemalteca un modelo de maestro congruente con el paradigma constructivista, con las tecnologías de información y comunicación y con un compromiso ético y pedagógico con la niñez y adolescencia guatemalteca. No la desperdiciemos.

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