Ni una muerte más
Este 25 de noviembre se arriba a otro aniversario del asesinato de las hermanas Mirabal, en cuyo nombre se conmemora el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, para promover acciones contra ese mal en el mundo y exigir políticas para su erradicación.
El Decreto 22-2008, Ley contra el Femicidio y otras Formas Violentas contra la Mujer se aprobó con el afán de garantizar la vida, la libertad, la integridad, la dignidad, la protección y la igualdad de todas las mujeres.
La violencia contra la mujer es aquella que se ejerce por su condición de género y en menosprecio de sus derechos, en las relaciones de poder o confianza, en el ámbito público o privado. Las muertes por esta causa, revelan violencia extrema.
Guatemala posee muchas ventajas y avances substanciales en materia de justicia, puesto que posee la ley especial y un sistema de justicia especializada para sancionarla.
Sin embargo, estos logros en materia de justicia han sido insuficientes para frenar la violencia de género. Este 25 de noviembre recordaremos a 642 mujeres asesinadas en el país de enero al 31 de octubre. Estas víctimas muestran lo “machistas”, “inconscientes” y “salvajes” que somos como sociedad y reafirma que nuestro esfuerzo para erradicar la violencia contra la mujer es insuficiente.
El proceso impulsado para combatir este flagelo no soluciona el problema; sus efectos son reactivos, no preventivos. La prevención debe ser un objetivo prioritario para suprimirla, porque permite atacar sus orígenes y causas estructurales e impulsar cambios en comportamientos y valores sociales.
Una estrategia para cambiar las normas sociales, debe de considerar como punto de partida la educación. En la sentencia Velásquez Paiz VS. Guatemala, la Corte Interamericana de Derechos Humanos recomienda “incorporar al currículo del Sistema Educativo Nacional, en todos los niveles educativos, un programa de educación permanente sobre la necesidad de erradicar la discriminación de género, los estereotipos de género y la violencia contra la mujer”.
La perspectiva de género es necesaria para eliminar estereotipos e ideas preconcebidas. Al faltar la perspectiva de género en la educación, esa violencia se invisibiliza y no se ve como violación a los derechos humanos.
En este proceso hay que dar un paso más. Hay que comprender que este problema no afecta únicamente a las mujeres, sino que a toda la sociedad. La erradicación de esta violencia no solo se va a lograr con el abordaje a la víctima sino que se conseguirá en la forma como se educa a los hombres.
A los hombres no se les educa para que no piropeen y acosen a las mujeres. Debe de existir un cambio de paradigmas, porque mientras tengamos la idea que lo masculino es aquel hombre macho que puede gritar, tener y hacer lo que se le dé la gana, la violencia no cesará.
Es urgente adoptar las recomendaciones de la CIDH, ya basta de violencia contra la mujer. Las mujeres exigimos una vida libre de violencia y ni una muerte más. ¿Es mucho pedir?