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México, Canadá y EE. UU.: Destino TLCAN

Con tantas idas y venidas, poco asombró que los negociadores del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) anunciaran la posibilidad de que las conversaciones para actualizar ese acuerdo comercial pudieran extenderse hasta finales de 2018, año en el cual deben celebrarse las elecciones presidenciales en México y las legislativas de medio mandato en Estados Unidos.

Ambos países, junto a Canadá, conforman el área de incidencia del convenio inaugural de una hemorragia de trataditis aguada que abarcó a casi todo el continente americano a partir de 1994, y pese a las cinco rondas celebradas hasta la fecha continúan sin llegar a un consenso.

De hecho, casi a punto de iniciar la sexta ronda de conversiones entre los jefes de Negociadores, programada del 10 al 17 de diciembre en Washington, la parte mexicana prevé insistir de manera detallada en los puntos más controversiales y presentar contrapropuestas a cada oposición de su vecino más cercano.

El objetivo es poner fin a las prácticas dilatorias privilegiadas en los anteriores encuentros y dar paso a la búsqueda de posiciones comunes, conforme con las prioridades de cada uno de los involucrados.

Y es que los representantes de México parecen conscientes de los escollos que deben sortear, sobre todo en torno a la renegociación de la fijación por el déficit comercial, la solución de controversias, reglas de origen, compras de Gobierno, autotransporte y cláusulas de extinción. Máxime, cuanto Estados Unidos mantiene el rechazo a la propuesta de promover el libre comercio, eje original del TLCAN.

Frente a esa posición, los más sureños sugirieron internacionalizar las pequeñas y medianas empresas, así como la promoción de productos agrícolas y textiles, convencidos de lo perentorio de lograr la modernización del Tratado para hacer más competitivo y de mayor ganancia económica el comercio entre los tres países.

Pero los deseos de los mexicanos, de evitar las premuras para alcanzar esa meta, chocan con los objetivos de la administración de Donald Trump, empeñada en alcanzar un nuevo convenio para el primer trimestre del 2018.

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Sobre el tapete de la mesa está, además, la amenaza del gobernante estadounidense de abandonar el acuerdo y conforme con ello, la certeza de que Washington maniobra con el propósito de aplazar una decisión final al respecto.

En cualquier caso, Trump pudiera recurrir en un arrebato a la cláusula que viabiliza la retirada de cualquiera de las partes del TLCAN, algo que para algunos analistas es muy probable si continúa el empantanamiento del diálogo en detrimento de los intereses de Estados Unidos.

Contrario a esa posición pareciera estar el Gobierno de Justin Trudeau, cuyos representantes procuran impulsar propuestas con cierto grado de progresismo y elementos favorables a todos, mediante la reducción de trámites burocráticos y la armonización de las regulaciones comerciales.

Canadá también alienta a considerar la actualización de todo lo relativo a las protecciones laborales y ambientales, así como de los derechos de los pueblos indígenas.Pero a su vez, los capítulos laborales, las reglas de origen y solución de controversias, el tema energético, y algunos aspectos relativos a la igualdad de género.

Para el jefe del sindicato canadiense del sector privado, Jerry Días, mientras Estados Unidos esté en una posición inflexible, las pláticas serán una pérdida de tiempo colosal.

“Las conversaciones realmente no van a ninguna parte», expresó el sindicalista, quien está asesorando al Gobierno de Ottawa y se reúne regularmente con miembros de alto rango del equipo canadiense.

Mientras que el presidente de la Asociación de Fabricantes de Autopartes de Canadá, Flavio Volpe, dijo que había pocas posibilidades de lograr un progreso sustancial sobre automóviles en la Ciudad de México, porque aún no se entendían por completo las demandas de Estados Unidos.

“No espero una negociación fuerte aquí», afirmó.

Sin embargo, tras el fin de la quinta ronda celebrada en Ciudad de México, los equipos negociadores de México, Canadá y Estados Unidos informaron que lograron avances en varios capítulos.

También aseveraron que en esa fase participaron alrededor de una treintena de grupos y que se enfocaron en progresar lo más posible, con el objetivo de reducir las brechas y encontrar soluciones.

En el ámbito de ese encuentro los ministros acordaron sostener la sexta ronda de negociaciones del 23 al 28 de enero del 2018 en Montreal, Canadá, aunque los negociadores continuarán sus trabajos este mes en Washington.

De cualquier modo, los recelos acerca de estos progresos afloran por todas partes y hay quienes hablan hasta de la llegada a un punto muerto en las conversiones con vistas a modernizar el TLCAN.

Justo esa fue la idea transmitida por The New York Time después de la cita en la capital mexicana.

“Los negociadores aún no consiguen ponerse de acuerdo sobre el futuro del pacto”, concluyeron las autoras, para quienes en esas jornadas “los funcionarios elaboraron más detalles técnicos del acuerdo comercial, pero apenas abordaron las profundas brechas entre los tres países en los temas más polémicos”.

Entre estos destacaron “las normas para la fabricación de automóviles, la resolución de disputas comerciales y la emisión de contratos gubernamentales, así como una propuesta de cláusula de caducidad que exigiría que el TLCAN caduque automáticamente cada cinco años a menos que las partes voten para continuarlo”.

La publicación estadounidense reconoció que la falta de progreso sustancial era algo esperado, porque los principales negociadores de cada país decidieron ausentarse dela ronda celebrada con posterioridad a la de Washington.

“En octubre las propuestas presentadas por Estados Unidos sobre los temas más controversiales causaron tensiones y despertaron los temores por la posible desaparición del tratado. Al final de la ronda, Estados Unidos pidió un paréntesis de un mes y extendió las conversaciones hasta el primer trimestre del próximo año para calmar las tensiones y mantener a los legisladores de Washington enfocados en la reforma fiscal”, precisó el diario neoyorquino.

Si bien en esa etapa los negociadores casi concluyeron temas relativos a las empresas estatales y a los procedimientos aduaneros, en Ciudad de México quedaron pendientescuestiones técnicas como las reglas de origen, las cuales rigen las cantidades de un bien o producto fabricado en suelo estadounidense para poder calificar a los aranceles nulos del acuerdo.

Por otra parte, sigue en el limbo la presentación de contrapropuestas específicas de Canadá y México frente a los reclamos de los enviados por Trump, quienes pidieron elevar el umbral de producción de automóviles al 85% y dejar atrás el 62.5 anterior, para calificar para el tratamiento libre de aranceles.

Estados Unidos también planteó un nuevo requisito para que el 50% del valor de un auto se fabrique únicamente en ese territorio, cuestión que choca con los intereses de las empresas automotrices estadounidenses. Estas temen que ese cambio aumente sus costos de producción y los haga menos competitivos a nivel mundial.

Las compras gubernamentales es otro punto alrededor del cual gira la controversia, por cuanto pudiera impedir a las compañías estadounidenses proveer de bienes y servicios al Gobierno de México.

Ese país propuso vincular los contratos de su Gobierno con el tamaño de los tratos que las empresas mexicanas realmente ganaron a propósito del TLCAN, lo cual hizo recordar a muchos que en estos años pocas o ninguna empresa mexicana recibió los favores de una contratación en ese sentido.

Estos y otros aspectos mantienen las alarmas encendidas. Mas los más triunfalistas ven ciertas razones para la esperanza: mientras continúe funcionando la mesa de negociaciones, puede ocurrir una actualización del acuerdo o el sostenimiento de este en los términos vigentes.

Y aunque Trump lanzó amenazas de salirse, durante su campaña electoral, el hecho es que ahora tiene a un equipo negociando nuevos pactos en las distintas materias y eso alienta la esperanza en que al final de cuentas su intención no es justamente renunciar a las ventajas que le ofrece a su país el TLCAN.

Isabel Soto Mayedo

Periodista e historiadora, con experiencias como corresponsal en Bolivia, Nicaragua y Guatemala. Premio Iberoamericano de Ensayo sobre las Libertades Laicas (México, 2010), Premio Margot Rosezensweig de Poesía de la Academia Mexicana de Literatura Moderna (México, 2003), Premio de Mini-cuentos de la Editorial Generaco Ltda. (Brasil, 2011); e Investigadora invitada del Departamento Ecuménico de Investigaciones (Costa Rica, 2005), de El Colegio de México (2007), y de la Universidad Nacional Autónoma de Managua (Nicaragua, 2013).

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