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Educación de calidad en área rural

La educación que llega a nuestras comunidades más lejanas, a la cual acceden los niños indígenas tiene carencias y denota los problemas generales de un sistema educativo que requiere una transformación profunda.  UNICEF presentó un resumen del informe Mírame: Soy indígena y también soy Guatemala, que analiza la situación de la niñez y adolescencia indígena en el país. Toma en cuenta elementos e indicadores de desarrollo, como pobreza, desnutrición, salud y educación, entre otros. Concluye que la baja calidad de la educación que recibe pone en desventaja a los estudiantes indígenas.

De acuerdo al informe, ocho de cada 10 niñas, niños y adolescentes indígenas, viven en situación de pobreza, 4 de cada 10 en pobreza extrema. La desnutrición crónica afecta al 61.2% de la niñez indígena, en comparación al 34.5% de la población infantil no indígena. Las tasas de escolaridad en todos los niveles son siempre inferiores en los departamentos con población indígena que en aquellos con predominio de población no indígena. De cada 10 niñas y adolescentes indígenas, solo seis terminan primaria, dos la secundaria y una accede a la universidad.

El estudio también señala que la inversión por persona en áreas indígenas es menor que la inversión por persona en áreas consideradas ladinas. Habrá que profundizar estos hallazgos, pues no es tan fácil determinar cuánto se invierte por persona indígena, ya que las estadísticas señalan inversión por departamento en municipio.  El problema parece ser más bien el nivel de inversión en el área rural, en comparación con el área metropolitana de Guatemala. Desde hace años tiende a darse un centralismo muy fuerte, que nos debe llevar a considerar más bien la descentralización fiscal, como bien lo proponía Manuel Ayau, habiendo detectado claramente este problema de la concentración de recursos en la capital y áreas urbanas.

Son 2.8 millones de niñas, niños y adolescentes indígenas guatemaltecos cuya educación no es satisfactoria para ser exitosos en la vida ni responde a las necesidades de formación conforme a las competencias del siglo 21, por el contrario, estamos muy lejos de que la educación les cambie el futuro.  Ante esta situación el estudio debe motivarnos a todos los  guatemaltecos a volcar la mirada hacia el sistema educativo y de salud, con el fin de transformarlo, con un giro de 360 grados.  En cuanto a la educación, es necesario brindar una educación distinta, con 180 días de clase, con docentes preparados y comprometidos y con las condiciones de infraestructura y materiales, incluyendo libros, computadoras, conectividad, útiles, redes de tutoría, bibliotecas escolares, entre otros.

Si queremos alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible al 2030 tenemos que tomar hoy decisiones radicales como incorporar la meritocracia, seleccionando a los mejores maestros para cada puesto; fortalecer la formación inicial docente en el nivel superior, incorporar la evaluación del desempeño docente e incorporar incentivos para quien realice un buen trabajo con esmero y dedicación, y con resultados contundentes en el aprendizaje de los estudiantes guatemaltecos.

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