Columnas

La teoría de la relatividad

No, no me voy a referir a la formulada por Einstein; de física entiendo menos que de botánica o numismática y mi intención es referirme a temas muchos menos trascendentales; dejemos aquellos para otros espacios.

Pidiendo prestado el título al buen Alberto, formulo una teoría de la relatividad del pensamiento de los chapines.  Todo es relativo y depende de si me favorece o si me perjudica; voy a comentar algunos recientes.

La afamada “lucha contra la corrupción” y su chicote, la CICIG, fue aplaudida en su momento por personas como Alfonso Portillo y Eduardo Stein (uno de sus padres). Al primero lo procesó y allí si ya no le gustó; ahora es ambiguo y esquivo en el tema.  El segundo, acusando de pertenecer a gusaneras a los que entonces se oponían, cuando la CICIG persiguió y procesó a Carlos Vielmann, hasta compareció en su favor y en contra de la pretensión de CICIG.

Tengo amigos y conocidos a los que les he escuchado hablar maravillas de las acciones del actual SAT, Juan Francisco Solórzano Foppa, hablar mal de los empresarios que cayeron durante el primer episodio del régimen de terror y marcaron distancia de “ese” empresariado; pero ahora que salió la lista de un montón de empresas de cartón y revisaron sus contabilidades, no saben qué hacer pues aparece una que otra de esas entre sus proveedores.  Aclaro que aseguran no estar metidos en ninguna actividad ilícita, pero ante el peligro de ser involucrados en algo de lo que ellos no tienen culpa, aquel quijote cobra impuestos pasó a ser un comunista que solo quiere quitarles su dinero.  Relativo, ¿no?  De esos ejemplos hay un montón, pero hay otras muestras de relatividad en los chapines.

Ahora que Trump ha decidido pasar la embajada de su país a Jerusalén, de esa manera reconociéndola como la capital de Israel, gentes que durante la campaña eran fervorosos apologistas de Hilary Clinton y hablaban pestes de Trump, con esta decisión lo aplauden y le dicen que es un valiente líder político.  Lo hacen por razones muy especiales; algunos por ser evangélicos -ya no digamos los judíos, pues- ya que las corrientes neo pentecostales le asignan al Estado de Israel la condición bíblica de tierra prometida y según esta, Jerusalén es la capital del pueblo de Israel.  Yo no pretendo saber si es una buena decisión o no; lo que pretendo es dar ejemplos de cuán relativo puede ser para un chapín hablar bien o mal de algo o alguien según su parecer particular.  Porai dicen que estamos como estamos, porque somos como somos.  Ya sabe usted.

Ni hablar de los “exguerrilleros” que asesinaron a un embajador gringo y quemaban banderas de ese país y lo acusaban de ser el “imperio”; ahora van a sus fiestas, toman gustosos su licor, se fotografían con sus funcionarios y aplauden la activa participación de su antiguo embajador como parte de una cruzada cuasi religiosa.  Cómo cambiaron de fácil sus antiguas convicciones, ¿no?

Pero no solo los chapines somos “relativos”. Con los escándalos sexuales de una plétora de congresistas, senadores y poderosos activistas demócratas de Hollywood, sus otrora defensores ahora o se esconden o los condenan desde una torre de marfil, cuando antes participaban en sus fiestas y se fotografiaban gustosos junto a ellos ¡y por supuesto, aceptaban sus millones!

Yo no soy ajeno a esa relatividad; claro que tengo mis “favoritos” y opino a favor de lo que creo y en contra de lo que considero deleznable. Trato de ser franco en mis convicciones para que usted que me lee sepa, de mi propia pluma, en dónde estoy parado.  Contrario sensu abundan en las páginas y en las ondas electromagnéticas de la TV y la radio fariseos que despotrican contra A o B y alaban a X, Y o Z según les conviene.

También tengo amigos que apoyan a pies juntillas a CICIG y a su actual comisionado que me han reconocido que hay acciones de la comisión que se salen del marco de la Ley, pero que decirlas o reconocerlas sería “darles la razón” a los que critican su labor y eso es contraproducente.  O sea, hay que apoyar lo que “conviene” aunque sea ilegal, claro, mientras no les afecte.

¡Y no digamos la opinión que se tiene de determinados personajes históricos solo porque se conoce solo un lado de la historia! Muchos milenials “aprenden” historia en Wikipedia, ¡Para que se dé un quemón!

Por definición, lo relativo no es absoluto, o sea que no es completo.  Lo que muchos medios le dicen y le quieren hacer creer, es relativo, pues solo le dan esa versión.  ¡Sépalo!

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