Editoriales

Los maestros de la ley y fariseos hipócritas

Con motivo de la celebración del Día Internacional contra la Corrupción, muchos guatemaltecos y otros extranjeros se pronunciaron al respecto, todos los discursos fueron muy emotivos y dados a sus seguidores y correligionarios, en una situación de polarización política e ideológica en la cual lo que priva es el NINGUNEO, al estilo de que si no estas conmigo estás contra mí.

Lejos está el tiempo en el cual era posible un diálogo franco y abierto en el que se pueda poner sobre la mesa de discusión, diferentes tendencias y alcanzar acuerdos bajo la premisa del respeto a la otredad y el mantenimiento del interés para todos los guatemaltecos de bien. Un diálogo en el que se negocie pensando en un ganar-ganar.

En las actuales circunstancias vale la pena traer a colación las sagradas escrituras (sin ser religiosos) en Mateo 23, Dios Habla Hoy: Jesús dijo a la gente y a sus discípulos: «Los maestros de la ley y los fariseos enseñan con la autoridad que viene de Moisés. Por lo tanto, obedézcanlos ustedes y hagan todo lo que les digan; pero no sigan su ejemplo, porque ellos dicen una cosa y hacen otra. Atan cargas tan pesadas que es imposible soportarlas, y las echan sobre los hombros de los demás, mientras que ellos mismos no quieren tocarlas ni siquiera con un dedo. Todo lo hacen para que la gente los vea. Les gusta llevar en la frente y en los brazos porciones de las Escrituras escritas en anchas tiras y ponerse ropas con grandes borlas. Quieren tener los mejores lugares en las comidas y los asientos de honor en las sinagogas y desean que la gente los salude con todo respeto en la calle y que los llamen maestros.

¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que recorren tierra y mar para ganar un adepto, y cuando lo han logrado, hacen de él una persona dos veces más merecedora del infierno que ustedes mismos.

¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que separan para Dios la décima parte de la menta, del anís y del comino, pero no hacen caso de las enseñanzas más importantes de la ley, que son la justicia, la misericordia y la fidelidad. Esto es lo que deben hacer, sin dejar de hacer lo otro. ¡Ustedes, guías ciegos, cuelan el mosquito, pero se tragan el camello!

¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que limpian por fuera el vaso y el plato, pero no les importa llenarlos con el robo y la avaricia ¡Fariseo ciego: ¡primero limpia por dentro el vaso, y así quedará limpio también por fuera!

¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados, bien arreglados por fuera, pero llenos por dentro de huesos de muertos y de toda clase de impureza. Así son ustedes: por fuera aparentan ser gente honrada, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.

¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan los monumentos de los justos, y luego dicen: “Si nosotros hubiéramos vivido en tiempos de nuestros antepasados, no habríamos tomado parte en la muerte de los profetas.” Ya con esto, ustedes mismos reconocen que son descendientes de los que mataron a los profetas. ¡Terminen de hacer, pues, lo que sus antepasados comenzaron!

¡Serpientes! ¡Raza de víboras! ¿Cómo van a escapar del castigo del infierno? Por esto yo les voy a enviar profetas, sabios y maestros. Pero ustedes matarán y crucificarán a algunos de ellos y a otros los golpearán en las sinagogas y los perseguirán de pueblo en pueblo.

Si en vez de estar predicando sin convertirse, los encargados de la administración de la justicia en el país del realismo mágico la aplicaran para ellos, y para todos sin ser selectivos, otro sería el cantar y nos encaminaríamos en la búsqueda de una NACIÓN LIBRE, JUSTA Y SOLIDARIA.