Suiza, de la magia y los desaciertos
La Confederación Suiza es uno de los países más desarrollados y ricos del mundo, por cuanto posee un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de 67.779 millones de dólares, cuya mitad procede de negocios financieros, a partir de los cuales la cuarta parte de los capitales privados de todo el planeta continúa resguardada en sus bancos.
Para el cierre de este año el país alpino crecerá un 1.5% y ello será posible por la solidez alcanzada, así como por la recuperación de la eurozona, según el instituto coyuntural KOF de la Universidad Politécnica de Zúrich.
Sin embargo, a pesar de esos indicadores favorables la tasa de desempleo continuará en 3.3 puntos porcentuales, por la lentitud en la creación de nuevos puestos de trabajo y los precios al consumidor pudieran experimentar un ligero aumento de 0.3.
Este incremento de los costos de algunos productos esenciales será sin sobresaltos y por consiguiente la inflación mantendrá un ritmo positivo, al mismo tiempo que la presión al alza del franco suizo permanecerá intacta y el tipo de cambio continuará en torno a los 1.07 francos por euro.
Esa fortaleza de la moneda nacional presionará los márgenes de las empresas, lo cual redundará en más recortes en las obligadas a competir internacionalmente. De ahí que la creación de empleos apenas se produzca en sectores protegidos por el Estado o en otros intensivos en trabajadores, como la educación, la salud o los asuntos sociales, añadieron los economistas de KOF, quienes vaticinaron también que la demanda de bienes y servicios se desarrollará positivamente, con un avance del 2% en 2017.
Otro factor que tributará a la estabilidad suiza es la exportación de productos farmacéuticos, renglón en el cual descansan buena parte de sus ventas de bienes y servicios al exterior. No obstante, es previsible el incremento de las importaciones, a un ritmo más o menos similar al de etapas anteriores.
Las inversiones igual gozarán de cierta oxigenación gracias a esa coyuntura, sobre todo en el sector de la construcción (1.1), tras un estancamiento en el pasado.
De cualquier modo, el país sigue gozando de los beneficios de albergar algunas de las corporaciones multinacionales más grandes del mundo en diversos sectores, además del financiero; y de una economía diversificada, con notable desarrollo de la industria química, la farmacéutica, la fabricación de instrumentos musicales y de medición, la inmobiliaria, y el turismo.
Suiza es uno de los recicladores más grandes del planeta, con un aprovechamiento de los materiales reciclables de 65% a 95% y destaca por el respeto a las regulaciones anticontaminantes. Asimismo, su prudencia en temas políticos es la base sobre la cual se erigió la gran riqueza acumulada, fundamentalmente a partir de la Segunda Guerra Mundial.
Pero la subsistencia de un modelo apegado a la ley del mercado cobra sus facturas en el territorio, donde montar una empresa o pagar tributos cada vez es más difícil, por lo elevado de las tasas fijadas y el mantenimiento de los salarios al mismo nivel de otros tiempos.
En medio de ese contexto, los endeudados siempre terminan demandados y aunque consigan saldar sus deudas, permanecen durante cinco años inscritos como morosos en el registro de la administración cantonal, a menos que consigan que el acreedor retire la demanda una vez que se haya saldado lo debido.
De igual modo, casi un tercio de los suizos no acuden al dentista debido al alto costo que supone y una tercera parte necesita que su seguro obligatorio de salud sea subvencionado por el Estado, total o parcialmente. Al mismo tiempo, cada vez hay más jubilados que emigran porque sus pensiones no les permiten vivir dignamente en el país.
El Barómetro sobre las preocupaciones, elaborado anualmente por el Credit Suisse, demostró que la inquietud por la jubilación y el sistema de pensiones o renta de la vejez quita el sueño a miles de personas en Suiza (44% de los 8.417.700 millones dehabitantes).
La encuesta reflejó que 24% del millar de encuestado considera este el tema más apremiante en la agenda política del país y que el desasosiego por el desempleo (primero en 2003) pasó a un segundo plano, aun cuando en cifras redondas obtuvo el mismo porcentaje que la previsión para la tercera edad.
“Históricamente, las preocupaciones suscitadas por el desempleo han estado fuertemente correlacionadas con la tasa de desempleo real. Esta preocupación bajó 12 puntos con respecto a 2014, lo que es más bien sorprendente dado el debate actual sobre la digitalización y sus posibles consecuencias (supresión de puestos de trabajo)”, señala el informe del estudio, realizado del 26 de junio al 15 de julio. Y añade que este año, 37% de las personas interrogadas consideraron que su empleo es muy seguro, lo cual constituye un verdadero récord.
Hasta 1976, la previsión para la vejez ocupaba el tercer sitio (64%) en el barómetro y el año pasado apenas un 28% de los encuestados reconocieron estar intranquilos al respecto. Sin embargo, la situación evolucionó y el futuro de las pensiones es una inquietud constantemente evocada.
Conforme con esta tendencia, la perspectiva para la vejez podría convertirse en un tema de sociedad que impacte el clima general, afirmó el codirector del instituto Gfs.Bern, Lukas Golder.
“El no a la Previsión para la Vejez, ulterior a la encuesta, no contribuyó a generar serenidad. En este tipo de ambiente, la política y la administración están sometidas a una fuerte presión para elaborar soluciones de compromiso aceptables para la sociedad”, agregó el especialista de la institución que realiza estos sondeos desde 1995.
Otros motivos de preocupación para las personas adultas en Suiza son los extranjeros (35%), la salud y el seguro médico (26%) y los acuerdos bilaterales (21%).
Los datos aportados por esa investigación concuerdan con uno de los problemas más graves que enfrenta el Gobierno suizo, el rechazo generalizado a la reforma para el retiro, sometida a votación el domingo último y desestimada por el 53% de los participantes en el proceso.
El ministro de Salud, Alain Berset, promotor de la iniciativa, reconoció el revés mas advirtió que no fue una derrota absoluta y anunció que el Gobierno Federal “continuará el debate sobre nuevas bases”.
“Los problemas no se solucionaron hoy. Es claro que luego de 20 años sin una reforma, es necesario encontrar un camino para sanear el primero y segundo pilar (del sistema de seguridad suizo). Ahora tenemos que discutir cómo hacerlo”, declaró en una conferencia de prensa, celebrada tras el anuncio de los resultados del escrutinio.
Berset subrayó la necesidad de analizar las consecuencias de la votación para el sistema de previsión social e informó que el Gobierno reunirá en los próximos días a los principales grupos para encontrar una solución.
La llamada Previsión para la Vejez 2020 apoyada por el Gobierno y una mayoría legislativa, contempla el incremento de un año en la edad de jubilación para las mujeres (64 a 65), equiparándola así a la de los hombres. También establecía un decremento en la tasa mínima de conversión de los haberes acumulados (del 6.8 al 6%), y un aumento en las cotizaciones del seguro de vejez (AHV/AVS) de hasta 1%. Además, en compensación, fijaba un suplemento de 70 francos en las rentas mensuales de los jubilados.
Sindicatos y sectores de izquierda cuestionan en particular el punto relacionado con las mujeres, porque consideran que las trabajadoras están ya suficientemente desfavorecidas al percibir, en muchos casos, salarios inferiores a los de sus compañeros por las mismas tareas. Por respuesta, las autoridades insisten en que el aumento en la edad del retiro para ellas supondría un ahorro anual de 1,300 millones de francos.
El Partido Suizo del Trabajo-Partido Obrero Popular manifestó, en un comunicado, que “la aprobación de esa propuesta habría sido un precio demasiado alto a pagar por las trabajadoras y los trabajadores de Suiza”. Mientras que el Consejo Suizo de las Personas Mayores (CSA) expresó su desazón por el resultado del escrutinio.
“Nuestra obra social está cada vez más amenazada a causa de los déficits que deberá afrontar”, expresó el CSA y urgió a los adversarios de la reforma a presentar un nuevo proyecto, en un corto plazo, con el cual demuestren que sus motivos e intenciones del rechazo no son únicamente el desmantelamiento social.
“Cuanto más esperemos, más drástica será la situación y más cara la respuesta”, enfatizaron los integrantes de esa agrupación civil, para quienes el nuevo proyecto debe incluir, como medida prioritaria y urgente, la mejora de las condiciones de los cerca de 319 mil beneficiarios de prestaciones complementarias que viven en condiciones precarias.
El diario oficial SWI swissinfo.ch recordó que la derrota del 10 de noviembre es solo una de las tantas sufridas por cada uno de los intentos de reforma al sector impulsados desde 1997, tanto desde el seno del Parlamento como a través de las urnas.
Empero, subrayó, el sistema suizo de pensiones requiere una modificación urgente. “En Suiza, como en otros países del mundo, la población envejece. Mientras hace apenas 50 años la esperanza de vida era de 74 años para las mujeres y de 68 para los hombres, hoy es de 84 y 80 años, respectivamente. Al mismo tiempo, se ha modificado la proporción entre las personas jubiladas y aquellas aún en activo. De 5 a 1 hace medio siglo a poco más de 3 a 1 a la hora actual”, argumentó.
De acuerdo con el servicio internacional de la Sociedad Suiza de Radiodifusión y Televisión, esta situación -aunada a un crecimiento económico moderado y a unas tasas de interés excepcionalmente bajas-, hace que el futuro de las pensiones se avizore más bien sombrío.
Los diversos sectores del país coinciden en la necesidad de introducir cambios que permitan garantizar el financiamiento para el retiro, pero no todos están de acuerdo con la manera de lograrlo, admitió, en alusión a las posiciones encontradas entre sectores de la izquierda y de la derecha, pero también al interior de estos polos.
El sistema de pensiones suizo descansa en tres pilares: el primero es la previsión estatal obligatoria y está constituido por el Seguro de Vejez y Viudedad HV, el Seguro de Invalidez, los subsidios por pérdida de empleo y el seguro de desempleo.
Cada persona residente en Suiza tiene que cotizar, según un principio de solidaridad, con el objetivo de garantizar a los ciudadanos, incluidos los que no trabajan, unos ingresos mínimos para vivir.
El segundo pilar -la previsión profesional- tiene como misión garantizar que la persona pueda mantener el mismo nivel de vida después de la jubilación, en caso de viudedad o de invalidez. Se trata de un seguro obligatorio al que cotizan tanto los asalariados como las empresas (empleadores) y de su gestión no se ocupa el Estado, sino las cajas de pensiones.
El tercer pilar -la previsión individual- es opcional y puede ser en forma de seguro de vida privado o de una cuenta bancaria con incentivos fiscales, es decir, que desgrava. Este constituye un complemento a los otros y su fin es compensar eventuales lagunas en materia de previsión para la vejez en una sociedad cada vez más urgida de reforzar las atenciones a su gran masa adulta.