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OMC y el camino empedrado de la mundialización

La búsqueda de acuerdos tendentes a reafirmarse como rectora del comercio internacional, en medio de la arrasadora globalización de los procesos tecnológicos, productivos y de todo tipo, marcó las jornadas de la décimo primera Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

El encuentro bianual, celebrado desde el domingo en Buenos Aires, puso una vez más sobre el tapete de la mesa las controversias entre las naciones más poderosas del mundo en términos económicos y reafirmó lo empedrado del camino, por el cual transita el organismo multilateral desde sus orígenes.

Los más de 3,500 delegados de los 164 países miembros de la OMC, creada en 1995, procuraron avanzar en la definición de nuevas reglas del comercio mundial sin renunciar a lo pactado en la Ronda de Doha, en apego a la influencia determinante del liberalismo económico.

Pero como en las dos conferencias anteriores, realizadas en Bali, Indonesia (2013) y en Nairobi, Kenia (2015), los debates estuvieron signados por las diferencias de criterios acerca de la necesidad de abrir mucho más las puertas al intercambio de bienes y servicios sin perder de vista las diferencias en el desarrollo e iniquidades entre las distintas naciones partes del bloque.

Si bien en las citas anteriores los participantes lograron avanzar en la armonización de procedimientos aduaneros y en la reforma de las reglas del comercio agrícola, al eliminar las subvenciones a las exportaciones, otra cosa ocurrió en estos días en Argentina.

Más allá de procurar nuevas regulaciones para el comercio agrícola, industrial y de servicios, esta vez la intención era tratar otros temas que estuvieron fuera de la agenda de la Ronda de Doha y que comienzan a impactar las relaciones entre países en casi todas las esferas.

En ese sentido prevaleció el debate acerca del comercio electrónico y su importancia para destrabar y acelerar procesos, así como para ampliar capacidades tendentes a generar mayores dividendos. Y también la inserción de las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPymes) en el comercio mundial, a tono con la pujanza de ese sector en las economías nacionales, en particular en los países en vías de desarrollo.

VUELTA DE HOJAS CON SIGNO TRUMP

La conferencia, desarrollada en medio de un fuerte operativo de seguridad, con restricciones de transporte y de tránsito en las áreas aledañas al hotel Hilton, en el barrio de Puerto Madero, tuvo como signo distintivo la reversión de las posiciones del otrora adalid del liberalismo: Estados Unidos.

Desde que asumió el 20 de enero, el presidente Donald Trump plantó cara a los acuerdos tendentes a romper con las reglas proteccionistas en el orden comercial so pretexto de que estos son los principales culpables del monumental déficit comercial y de la pérdida de empleos en suelo norteamericano.

Con base en esa visión, a pocas horas de llegar a la Casa Blanca el mandatario desvinculó a Estados Unidos del naciente Tratado de Libre Comercio con 12 países de la región Asia-Pacífico (TPP)y obligó a sus vecinos Canadá y México a renegociar el convenio sostenido hace 23 años, bajo amenaza de romper con este. Asimismo, hizo notar su inconformidad con la OMC y las reglas que rigen su funcionamiento, en virtud de las cuales dijo sentirse atado de pies y manos para sancionar debidamente las prácticas comerciales que considera desleales.

La poca flexibilidad de Trump respecto a estos temas es algo que en más de una ocasión señalaron los directivos del mecanismo multilateral, para quienes Estados Unidos bloquea el llenado de cargos vacantes en el sistema de solución de controversias, que es casi la razón de ser de la OMC.

Ese sistema es el encargado de dirimir los pleitos sobre tarifas y subsidios o batallas comerciales, como la que enfrenta al gigante aeronáutico estadounidense Boeing con su competidor europeo Airbus.

ALIANZAS RIESGOSAS

Empero, pese a los eventuales disgustos, las alianzas entre los poderosos continuaron para hacer frente a un guerrero sin máscaras que recorre el mundo y está penetrando todos los mercados: China.

Estados Unidos, Japón y la Unión Europea (UE) manifestaron su determinación de combatir el comercio desleal en el ámbito de la OMC y pusieron al gigante asiático como blanco de sus ataques.

De hecho, expresaron en un comunicado conjunto que batallarán unidas contra supuestas prácticas económicas, industriales, tecnológicas y comerciales que aplica China para ganar competitividad.

A su vez hablaron de fortalecer el compromiso por un comercio mundial parejo, conforme con la aspiración estadounidense de castigar al país comunista por su empeño en subsidiar la producción, sobre todo la de acero y aluminio, e irrespetar los derechos de propiedad intelectual y favorecerse del “dumping social”.

Según los expertos, el dumping social es un tipo de delito económico consistente en la competencia desleal basada en la explotación y bajos salarios de los trabajadores, para conseguir rebajar los costos laborales de producción y así poder ofrecer unos precios más competitivos en el mercado para aumentar sus beneficios.

El pronunciamiento de las tres potencias, realizado este martes en Buenos Aires, incluyó una censura a la excesiva actividad de sectores industriales claves por presuntas acciones distorsionadoras de los gobiernos. Entre estas mencionaron el financiamiento estatal con vistas a garantizar la expansión de la capacidad productiva, los subsidios a los grandes mercados y empresas estatales y las transferencias de tecnologías exigidas a inversores interesados en instalarse en esos países.

“Para la UE está claro: hay que preservar y fortalecer el sistema de comercio multilateral basado en reglas», afirmó la comisaria de Comercio de la UE, Cecilia Malmstrom, mas se mostró escéptica sobre los resultados de la reunión en Buenos Aires, en la que consideró que podrían obtenerse algunos resultados concretos “pero el riesgo de fracaso es real”.

Frente a esto el representante chino, ZhongShan, resaltó que su país «está comprometido con el sistema multilateral de comercio y con la economía abierta a nivel mundial» y aseguró que “no hay ningún país que pueda ser capaz de alcanzar el éxito en el aislamiento y que ninguna institución pueda reemplazar a la OMC».

«Unámonos para tomar acciones reales, para mantener la autoridad y la eficacia de la OMC», subrayó.

«Hay diferencias fundamentales entre los miembros de la OMC», declaró el canciller de Chile, Heraldo Muñoz, e hizo notar que ello podía incidir como freno para los interesados en progresar en materia de subvenciones agrícolas.

«Sería iluso pensar en eso. No habrá acuerdo», vaticinó, aunque acotó que, a lo sumo, pudiera conseguirse una posición común contra la pesca ilegal y, tal vez, sobre comercio electrónico.

«El vaso está casi vacío», opinó la presidenta de la conferencia ministerial, Susana Malcorra, casi en los inicios de la reunión, de la cual la mayor parte de los 164 ministros esperaban acuerdos tendentes a reanimar a la alicaída y presionada organización rectora del comercio mundial.

Recordó que en estos momentos la visión respecto del libre comercio está en una encrucijada y hay cuestionamientos, como los que provienen del perfil proteccionista al que giró Estados Unidos, opuesto a la apertura comercial de China, pero aseguró que el actual sistema de reglas «es perfectible y puede iniciarse un camino de aggiornamiento».

La diplomática argentina sostuvo que el país norteamericano mostró indicios positivos en cuanto a involucrarse en la negociación multilateral de la OMC, impulsando cambios en el régimen de solución de controversias del organismo, y aseguró que escuchó que “van a ser fuertes y duros, pero quieren un resultado positivo de la ministerial».

A juicio de Malcorra, es que se ha producido «una evolución en el entendimiento de los distintos miembros de la OMC, tendiendo a reconocer que un sistema de reglas es necesario. Creo que la primera condición que debiera surgir de Buenos Aires es este refuerzo de la idea de que la OMC es una organización absolutamente imprescindible para avanzar en la profundización del comercio en el siglo XXI».

«La reunión se da en un momento en el que la visión del comercio multilateral está en una encrucijada internacional», consideró y remarcó que, en ese contexto, Argentina «tiene un rol de liderazgo, con una reconocida capacidad para construir puentes». 

MUCHO RUIDO Y…

La pobre cosecha de nueces en Buenos Aires era previsible. Semanas antes de la inauguración del diálogo el clima general estaba permeado de fatalismo y hasta de un sentimiento de frustración por el supuesto alejamiento de la OMC de sus principios fundacionales.

Criterio generalizado es que la agrupación está aquejada de una enfermedad casi terminal, si se considera que durante la última década nunca logró concretar un pacto que garantizara la liberación del comercio mundial y tampoco superó los cuestionamientos por favorecer con sus reglas a ciertos países, en detrimento de otros menos aventajados económicamente.

“Está siendo más difícil, porque hay muchos países que se resisten a que haya avances. India, por ejemplo, es un país que pone muchas pegas para seguir avanzando. Estados Unidos en estos momentos no colabora”, dijo la secretaria de Estado de Comercio de España, María Luisa Poncela.

“Debemos evitar que la retórica proteccionista y la tentación de adoptar medidas restrictivas afecten a la recuperación de los intercambios comerciales y se pongan con ello en entredicho los beneficios del libre comercio y el papel central de la OMC», sugirió.

No obstante, su director general Roberto Azevedo, aseveró que en estas semanas logró percibir “un alto nivel de apoyo para nuestro trabajo» y ratificó la percepción de que los problemas del bloque pueden resolverse sin renunciar a este ni reducir su influencia.

Durante estas sesiones en el país suramericano los participantes debatieron sobre la mejora en el acceso a la información sobre requisitos comerciales, regulaciones y mercados; y la promoción de un entorno normativo más predecible para las MiPymes. Mas las conversaciones centraron la atención en la perspectiva de impulsar la asunción del nuevo contexto creado por la impronta de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC´s).

Los avances tecnológicos abrieron nuevas fronteras y están produciendo un cambio fundamental en el modo de llevar adelante el comercio internacional. Con esto, aparecieron nuevas oportunidades, pero también más desafíos.

Para el titular de la rama en Singapur, Lim Hng Kiang, el crecimiento del intercambio de bienes de forma electrónica redujo la importancia de la geografía y de las barreras tradicionales de los mercados.

“La globalización y las nuevas tecnologías provocaron un gran cambio. Las ansiedades de quienes todavía no vieron los beneficios deben ser tomadas en cuenta», advirtió.

El comercio electrónico es una herramienta tecnológica que permite el mercado de empresa a empresa y que está funcionando en países más desarrollados. Solo en América Latina, de 2003 a 2013, el 80% de las transacciones entre empresarios se realizaron mediante dispositivos electrónicos, la mayoría de estas con pares de otros continentes. Actualmente, la tendencia es de comerciar con esta vía entre empresarios del mismo hemisferio.

A tono con la tendencia, representantes de la OMC coincidieron en que el comercio electrónico puede ser una oportunidad para las pequeñas y medianas empresas, porque reduce costos para acceder al mercado global, donde tienen una red más amplia de potenciales compradores y permite participar en cadenas de valor.

Isabel Soto Mayedo

Periodista e historiadora, con experiencias como corresponsal en Bolivia, Nicaragua y Guatemala. Premio Iberoamericano de Ensayo sobre las Libertades Laicas (México, 2010), Premio Margot Rosezensweig de Poesía de la Academia Mexicana de Literatura Moderna (México, 2003), Premio de Mini-cuentos de la Editorial Generaco Ltda. (Brasil, 2011); e Investigadora invitada del Departamento Ecuménico de Investigaciones (Costa Rica, 2005), de El Colegio de México (2007), y de la Universidad Nacional Autónoma de Managua (Nicaragua, 2013).