Columnas

Otro año del siglo XX que no perdona

El círculo vicioso de no aprender de la experiencia, se repiten reiteradamente sin convertirlo en un circulo virtuoso

En esta época de adviento y reflexión debemos apegarnos a nuestra fe cristiana para implorar que renazca en la mente y en el corazón los mandatos divinos de los que gobiernan, porque es el momento de enderezar el camino y romper este círculo vicioso, y pedir que el hijo del padre nazca en nuestro ser, para ser probos y trabajar para evitar que la humanidad se auto extermine y como generación actual cumplamos el principio de dejarla mejor que como la encontramos.

El juego perverso de siempre, la elección de la junta del Congreso de la República y la fecha propicia para negociar el Presupuesto General de la Nación que promueve excelentes dividendos para los que juegan con los intereses genuinos del pueblo, que sigue galopando entorno a la pobreza, desnutrición, seguridad y la falta de servicios de calidad en educación, en salud, aspirando una oportunidad de trabajo digno y de gozar los beneficios que el Estado tiene obligación de dar a sus ciudadanos.

Es momento de hacer un alto para enderezar el camino, no al paternalismo y el  populismo de programas que comprometen la libertad ciudadana de elegir mediante el voto a los menos aptos que se aprovechan de la pobreza, suministrando productos que no llegan a los más necesitados y no resuelve el problema del hambre y del flagelo de la desnutrición.

No se puede obviar que la grey política debe dialogar y negociar en términos de honestidad y transparencia para lograr que se cumplan los mandatos constitucionales de  dar atención a las necesidades más urgentes de la población, que  beneficien a la sociedad y no a los intereses personales de los privilegiados.

Seguro que las elecciones en el Congreso en donde se pone en juego los intereses económicos, el listado geográfico de obras, elección de magistrados de las distintas Cortes que respaldan eventos de corrupción, y que por arte de magia votan por unanimidad, aunque el resto de veces vuelven aparecer las diferencias sin permitir llegar acuerdos de las leyes más importante que beneficien a los grupos más vulnerables.

Cuando el “honorable” Congreso de la República, se pone de acuerdo poniendo en duda que las negociaciones tuvieron que realizarse como siempre con dádivas bajo la mesa y con buenos dividendos para derrocharlos en la incursión en las próximas elecciones y no ser cumplidas sus pretensiones, dejan en suspenso los procesos, verbigracia, las elecciones la nueva Junta Directiva, es señal que se vuelve a la misma práctica del pasado y la lección no se aprende para enmendar los errores de siempre.

Al cerrarse otro ciclo, la danza de las argucias de siempre deben terminar, no más negociaciones espurias, no más procedimientos que satisfacen momentáneamente la necesitad de hambre, y no más aprovecharse de los recursos del pueblo para intereses personales, es hora de trabajar por los intereses del pueblo para que todos convivamos con felicidad, prosperidad, respeto a la patria  y sobre todo amor a Dios.

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