A 21 años de los Acuerdos de Paz en Guatemala
El próximo viernes se estará cumpliendo el 21 aniversario de una de las fechas más importantes del pasado reciente en nuestro país, cuando un 29 de diciembre de 1996 se llevó a cabo la firma de la Paz Firme y Duradera entre la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca URNG y el Estado de Guatemala.
Esta fecha estuvo precedida de varios acontecimientos como las cumbres de Esquipulas I y Esquipulas II realizadas desde 1986, así como la firma del acuerdo marco sobre democratización para la búsqueda de la paz por medios políticos en julio de 1991 en la ciudad de Querétaro, México.
La firma de la Paz Firme y Duradera puso fin a un conflicto armado de más de 36 años, en el que se ejecutaron innumerables actos de crueldad, desprecio a la vida y a la dignidad humana. De acuerdo a cifras de la Organización de las Naciones Unidas, en dicho enfrentamiento murieron más de 200 mil personas, hubo alrededor de 45,000 desapariciones y más de 400 mil connacionales huyeron como refugiados a México, Belice, Honduras, México, Costa Rica y Estados Unidos. .
Sería muy ingrato olvidar la memoria de estos guatemaltecos que perecieron o desparecieron en esta época, pero es igual de ingrato para las próximas generaciones, quedarse atascado en el fango de la conflictividad y la confrontación. Debe considerarse que el futuro es el pasado que se construye en el presente, se debe avanzar en la agenda de país que no ignore su pasado, pero un pasado que sirva de base para avanzar, para saber de dónde se viene, no para detener el avance o peor aún para retroceder a el.
En su momento se reconocieron Los Acuerdos de Paz, como una agenda mínima para que Guatemala pudiera avanzar hacia un futuro mejor, incluyente y democrático, entre diversos puntos se determina la necesidad de un desarrollo socioeconómico participativo orientado al bien común para lograr una situación social más justa.
21 años después de la firma de la Paz, los mismos aún tienen vigencia, pues la espiral del subdesarrollo nos toca por cualquier punto que pueda ser analizado, seguridad alimentaria, salud, educación, desempleo, vivienda, etc. poco se avanzado en materia del cumplimiento de la agenda planteada y las causas que originaron el conflicto armado siguen estando latentes y en algunos casos con mayor severidad.
Pese a ello nada justifica más derramamiento de sangre en Guatemala. Los empresarios, políticos, movimiento social y los intelectuales del país deben asumir la responsabilidad histórica del momento, pues las constantes y diversas crisis en todo el territorio nacional son un termómetro que va midiendo el pulso de un Estado desbordado por las demandas sociales que le aquejan.
Debe comprenderse que vivir razonablemente en sociedad significa el cumplimiento de derechos y obligaciones, lo cual implica respeto y tolerancia como valores fundamentales de convivencia. Si queremos evitar el regreso al pasado hay que ceder un poco de lo que se tiene o de lo que se aspira tener, pues como escribiese el pintor y escritor Marco Augusto Quiroa, “Todos son mis hermanos y quiero para todos: vino tinto, no sangre, un pan y no una piedra, cielo con barriletes, no aviones de combate. Deseo para todos lo que pidió el poeta: “Una casa con pájaros y Flores y sobre la mesa de oloroso cedro: los frutos de la tierra…”