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Año Nuevo… ¿Vida nueva en Guatemala?

 

“Año Nuevo, vida nueva, viva la felicidad”, dice la canción, pero lo más probable es que para la mayoría de las personas en este mundo el futuro cercano esté despojado de tanta alegría. Guatemala, a pesar de estar libre de conflictos bélicos de amplio alcance hace más de dos décadas, tampoco es la excepción.

Si bien las proyecciones de organismos internacionales y especialistas locales son alentadoras en ciertos aspectos, el país continúa atado a una lógica que comienza a preocupar hasta a los más beneficiados por el modelo vigente y es que, ni los más acaudalados, escapan de los aires enrarecidos por un deterioro económico con evidentes intenciones de afianzarse.

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía más grande de Centroamérica pudiera crecer en 2018, pero por debajo del promedio que alcanzará la región (3.8%), con amplias perspectivas de mantenerse en la vía del repunte en los próximos años.

El rezago mantenido por Guatemala, a pesar de sus resultados de otrora superiores al 4% y del 3.2 reportado al término del pasado mes de diciembre (CEPAL), está cobrando cuerpo de lastre y a la larga esto impacta en la mayoría de los 16.58 millones de habitantes del territorio (2016).

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[/media-credit] Las exportaciones superaron los 11 mil millones de dólares y continuarán tendencia alcista.

La limitada capacidad para encontrar otras fuentes de oxigenación en términos económicos y la disminución progresiva de la inversión pública y privada, desde la llegada del Gobierno del Partido Patriota (2012-2015) y sobre todo, a partir de la incertidumbre galopante tras los escándalos de corrupción que llevaron a la cárcel a sus autoridades, quizás sean los factores que más inciden en ese empantanamiento.

Sin embargo, buena cuota de responsabilidad con esta situación recae sobre quienes escalaron hacia las distintas posiciones de la administración estatal -entendida en sus tres dimensiones: Ejecutiva, Legislativa y Judicial-, luego de ese desastre. No por gusto los llamados recurrentes a mostrar voluntad política para acabar con la corrupción y a emprender la titánica labor de diseñar e implementar una estrategia nacional de desarrollo efectiva, que abarque a toda la institucionalidad y a todos los sectores.

El repaso de las estadísticas es aplastante: de 33 puntos porcentuales registrados en 2006, la inversión cayó a 16% en 2017. Carreteras, escuelas, hospitales y otras edificaciones destinadas a servir a la población, dan fe del desatino y peor todavía, de la incongruencia entre el discurso y el decurso.

Máxime, cuando la vista recorre los informes que reconocen el ascenso paulatino del gasto en funcionamiento del Gobierno (50% del gasto total en 2006 y 68% en 2017), sin que mejoren la calidad y la cobertura de la educación, salud, seguridad y justicia, entre otros servicios públicos.

Revertir tales indicadores es perentorio, así como demostrar la intención real de ejecutar acciones contundentes, con miras al cambio añorado. Sin margen a duda, ello pudiera relanzar al país en el corto plazo, si se consideran las ventajas con las cuales cuenta por su megadiversidad en todos los órdenes.

Guatemala tiene mucho potencial y personas preparadas para hacer de este el mejor lugar del mundo, más allá de sus atrayentes maravillas naturales y evidencias arquitectónicas antiguas, las cuales motivaron en 2017 a cerca de 2 mil 220 millones de personas a visitar el territorio con fines turísticos.

Esto supuso un crecimiento de la afluencia de 11% comparado con igual período de 2016, conforme con registros de la Sección de Estadística del Instituto Guatemalteco de Turismo (INGUAT), y de concretarse los planes de esa cartera de gobierno pudiera ser el preludio de mayores logros en la rama.

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[/media-credit] Proyecciones de crecimiento para América Latina y el Caribe.

Paralelo a esto, las ventas de productos y servicios al exterior generaron más 11 mil 208.3 millones de dólares, para un 7.1% mayor superior y récord en la historia de las exportaciones guatemaltecas.

Por otro lado, las remesas continuaron la escalada sostenida de los últimos años y desde el cierre de noviembre dejaron por tierra los 7 mil 159.9 millones de dólares ingresados para esa etapa en 2016, al rebasar los 7 mil 471.9 millones de dólares y acercarse a los 8 mil millones al terminar el año.

Guatemala crece poco, pero crece y eso ya es algo, sugieren ciertos especialistas. Mientras, otros advierten que el desempeño económico nacional en el año recién terminado fue el segundo más modesto en este amanecer del siglo XXI, después de la significativa desaceleración económica de 2009.

Entonces, la sacudida estuvo asociada al temblor que remeció a casi todo el orbe en el orden financiero desde un año antes y a los lazos tradicionales que sujetan esta economía centroamericana a la de Estados Unidos.

La vulnerabilidad demostrada entonces y de manera permanente en la historia, está tan viva como la certeza de que el aparato productivo nacional tiene que apretarse el cincho (cinto) para evitar tales recaídas y salir del bache. en el cual está sumido por un sinfín de razones.

Ello debe marchar de manera acompasada con un aparato estatal decidido de una vez a hacer reformas estructurales con la intención marcada de insuflar fuerza al crecimiento, con base en el incremento de fuentes de empleo estables, bien remuneradas y otras oportunidades de desarrollo, que estimulen una mayor oportunidad y permitan a los menos aventajados ganar lo suficiente como para airear el mercado nacional.

Téngase en cuenta que la desaceleración del consumo privado -de 4.2 puntos porcentuales en 2016 a 3.8 por ciento en 2017- incidió en buena parte en la caída del Producto Interno Bruto (PIB), por cuanto la demanda interna quedó muy por debajo de los niveles reportados antes (2.9%, contra 3.4 en 2016).

La llegada del 2018, celebrada con los acostumbrados cohetillos, vuvuzelas y fuegos artificiales, es un buen motivo para el examen de las fortalezas y debilidades personales y sociales. Cada uno, desde su microespacio, puede aportar a la transformación.

No obstante, esa verdad de Perogrullo no resta razón a aquellos que día a día recuerdan que vale acotar responsabilidades y asumirlas. Guatemala necesita mucho más que unas cuantas pinceladas de cosmético, requiere de gente comprometida con llevarla por un mejor camino y valiente para enfrentar los múltiples riesgos que ello implica.

De momento, vale recuperar las noticias que endulzan los oídos, como las que hablan de que el Banco de Guatemala (BANGUAT) confían en que en los próximos meses experimentarán mayor crecimiento las exportaciones y sectores como la agricultura, la ganadería, la pesca y la construcción, siempre que el Ejecutivo emprenda los planes trazados sobre todo en materia vial.

Aunque continuará la insatisfacción con el salario mínimo fijado por el presidente Jimmy Morales -Q3.26 diarios para las actividades agrícolas y no agrícolas, y Q2.98 para la maquila y exportación-, la recuperación de las actividades productivas alimenta la fe en que los precios pueden tender a la baja o al menos mantener la estabilidad.

Según la JM, la demanda interna tiene grandes posibilidades de llegar a 3.7 puntos porcentuales, por el eventual giro positivo del consumo privado, el crecimiento en las remesas familiares, de ingresos en los hogares y la subsistencia de condiciones crediticias favorables.

El Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe de CEPAL igual proyectó un crecimiento económico del 3.5%, como resultado del impulso continuo de la demanda interna, en particular del consumo privado y de incrementos del gasto público en infraestructura.

El organismo de Naciones Unidas pronosticó, además, un déficit fiscal de 1.6% a 1.8% del PIB, la reducción ligera de la inflación (a 4%) y una tasa de desempleo cercana al 3%.

“Guatemala ya no crece como crece el mundo y se está empezando a rezagar”, advirtió el economista del Centro de Investigaciones Económicas (CIEN) David Casasola, para quien a pesar de todo aún puede aprovecharse la ola positiva mundial de crecimiento económico y por ende, seguir de cerca lo que ocurre puertas afueras, fundamentalmente en torno a su principal socio comercial, Estados Unidos.

A fin de cuentas, las remesas continuarán siendo el pulmón principal, por el cual respira la economía guatemalteca, cuyo crecimiento debe ir aparejado de una vez a la búsqueda de mejores niveles de vida para toda la población.

Isabel Soto Mayedo

Periodista e historiadora, con experiencias como corresponsal en Bolivia, Nicaragua y Guatemala. Premio Iberoamericano de Ensayo sobre las Libertades Laicas (México, 2010), Premio Margot Rosezensweig de Poesía de la Academia Mexicana de Literatura Moderna (México, 2003), Premio de Mini-cuentos de la Editorial Generaco Ltda. (Brasil, 2011); e Investigadora invitada del Departamento Ecuménico de Investigaciones (Costa Rica, 2005), de El Colegio de México (2007), y de la Universidad Nacional Autónoma de Managua (Nicaragua, 2013).

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