Año nuevo, retos nuevos
Es usual que con la llegada de fin de año todos nos propongamos nuevas metas, adquirir nuevos hábitos –lo cual significa deshacernos de los que no convienen- y plantearse objetivos específicos. Repetidas veces escuchamos que alguien iniciará a hacer ejercicio, leer un libro, emprender, ahorrar, dejar de beber, comprarse un vehículo, una casa, una moto… En fin, una infinidad de pequeños retos que cada uno se pone con la llegada de un nuevo año.
El año 2018 se vislumbra como fundamental para continuar con los avances que se han venido dando contra el fenómeno de la corrupción. Un mal como lo es la corrupción no claudica fácilmente, mucho menos cuando se ha adherido cual garrapata del sistema. ¿Qué lo hace tan importante? La respuesta es sencilla, en el mes de mayo tomará posesión el nuevo fiscal general y jefe del Ministerio Público (MP).
Nadie sensato quiere que los avances en la lucha contra la corrupción den paso atrás. Es por ello que el primer reto del año viene a ser el escoger un fiscal General que dé continuidad con esos esfuerzos. Deberá de cumplir un perfil intachable y la promesa de un trabajo independiente, cuanto menos. Tendrá el reto de empujar hacia adelante los logros que se han tenido, especialmente durante los últimos dos períodos.
Por otro lado, existen nuevos retos en la gobernabilidad del país. Los organismos del Estado deberán hacer mejores y mayores esfuerzos en temas de transparencia. La credibilidad de los funcionarios públicos se establece por qué tan transparentes sean con la población.
“Mientras tanto, como ciudadanos tenemos el compromiso de dar seguimiento a los asuntos claves de relevancia para el país”.
En el Organismo Ejecutivo existe un reto supremo, la inversión. Sobre todo en infraestructura e inversión social. El año 2017 se terminó con el señalamiento de la baja ejecución por parte de los distintos ministerios de Estado, sobre todo los Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda y el de Desarrollo Social. La infraestructura está relacionada directamente con el crecimiento económico. Mientras que un país con tantas precariedades requiere de inversión social, la reducción de la pobreza debiera ser el pilar del Gobierno.
El Congreso de la República pasa por un momento delicado. Tendrá el reto de recomponer su imagen. Esto pasa porque se defina una agenda legislativa que llame a la unidad y la conciliación. Se retomen los asuntos de transcendencia como lo son la Ley Electoral y de Partidos Políticos, las reformas al Sector Justicia –constitucionales y de leyes ordinarias-, fiscalización al sistema de la niñez y la adolescencia. Se aprueben leyes que ayuden al fortalecimiento económico del país y se cumplan con las obligaciones internacionales, anteriormente adquiridos, para evitar que se tomen medidas en contra de Guatemala.
Ahora, el Organismo Judicial, que está prácticamente colapsado, deberá seguir promoviendo las reformas estructurales para que el sistema de justicia se vuelva más efectivo y se reduzca la mora judicial. Continuar con el impulso de reformas legislativas para que los procesos sean primordialmente orales y fomentar la capacitación de los empleados y jueces.
Mientras tanto, como ciudadanos tenemos el compromiso de dar seguimiento a los asuntos claves de relevancia para el país. Exigir que los avances no se conviertan en retrocesos y que en todo momento se respeten los derechos de los guatemaltecos, el tuyo y el del prójimo.