¿Y las artes señor ministro de Educación?

Los Acuerdos de Paz constituyeron un espaldarazo para la educación pública en Guatemala. Diversos sectores  lograron un pacto educativo sobre la base de un ideal de persona humana a formar en el sistema educativo. Aún recuerdo los acalorados y refrescantes debates, porque teníamos un sueño de un mejor país a través de la educación.

La realidad fue otra, porque el gobierno de Álvaro Arzú  accionó de manera diferente respecto de lo que se había acordado en los Acuerdos de Paz, y de paso, privatizó instancias del Estado hasta desmantelar la institucionalidad pública obedeciendo los principios neoliberales. De aquí hasta hoy, la educación se convirtió en un discurso demagógico de políticos y gobernantes.  

Para hacer memoria, a inicios de la década del 60 existió cierta dignidad en la que los jóvenes fueron formados por grandes maestros. Lamentablemente a partir del golpe de Estado del Coronel Enrique Peralta Azurdia, llegó la ceguera mental en la que maestros imberbes sin conocimientos y pedagogía, son convertidos por aquellos militares golpistas, en instructores de los centros educativos de educación secundaria, exilando a los verdaderos docentes que formaban a la juventud con ideales y  sólidos fundamentos académicos con vocación de servicio a la comunidad. Fue un golpe mortal de retroceso educativo, del cual no nos hemos  logrado recuperar.

Frente al 2018, aún no conocemos la concepción de educación del actual Gobierno; de las acciones educativas que den un giro sustantivo; del ideal pedagógico que deberían trazarse; de cuáles pasos definirán para dar un salto cualitativo que muestre la diferencia de lo que se ha dejado de hacer durante largos años en este tema. Contrariamente,  las autoridades del Ministerio de Educación, eliminaron sin consideración teórica, los cursos de Educación Musical y Artes Plásticas, por el de Educación y Expresión Artística, que agrupa escultura, pintura, danza, teatro, música, pretendiendo que el docente  enseñe  estos cursos como si fuese un “todódologo” sin percatarse de la especificidad de cada una de estos saberes y de la formación y vocación del maestro. Por cierto experiencia que ya fracasó en Brasil.  Borran logros que nos permitió cantar nuestros himnos y  canciones. Se olvidan de una rica tradición estética como la música y la plástica tan importantes para forjar el sentido de identidad y pertenencia cultural. También existe incertidumbre acerca del futuro de la carrera magisterial, por negar el papel histórico que han jugado las Escuelas Normales en la formación de Maestros.

“Frente al 2018, aún no conocemos la concepción de educación del actual Gobierno”.

Es un hecho que la educación pública  está cada vez más a la baja. Se ahonda  la distancia entre niños y jóvenes que estudian en colegios privados y el sector público porque este está desprotegido desde cualquier punto de vista que se le quiera abordar.

La pregunta es ¿Por qué el Mineduc se lanza a la aventura de suprimir de esta manera la educación musical y la plástica exponiendo criterios como el de la “interdisciplinariedad”, sin darse cuenta que este concepto se aplica al conocimiento científico y no al de las artes? ¿Acaso no logran entender esta diferencia? ¿Por qué abandonar el cultivo de la música y la plástica? Tal pareciera que no hay comprensión de la significación del arte en la formación escolar.

Habrá que recordar que la música especialmente, estimula la creatividad y la imaginación, la inteligencia, el gusto por el saber, el placer por lo estético, la sensibilidad y la alegría por la vida. Sin embargo, pareciera ser que no es una preocupación central del Mineduc. En su lugar,  cohabita el desgano, el aprovechamiento personal  y el burocratismo  que inhibe el sentido de la educación, o sea, hacer ciudadanía, formar identidad, amor a la patria e imaginación creadora. Es necesario señor ministro, reparar esta equivocación y retornar a las buenas prácticas educativas.

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