Corrupción, valores, familia
Acabo de recibir un escrito de Miguel Espino, y considero que puede sernos de gran utilidad en Guatemala; mérito de su autor, provecho nuestro.
Porque desde una perspectiva moralista de corte político, podemos celebrar que los escándalos relacionados con la empresa brasileña Oderbrecht colocaron en primer plano de la opinión pública de toda América Latina el permanente problema de la corrupción en el campo de la política, campo en donde gobernantes, partidos y líderes políticos, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanos, todos, debemos trabajar por el bien común. De eso trata el patriotismo, virtud ciudadana amenazada de muerte junto con la familia tradicional, por el “progresismo” y sus corrientes ideológicas que apuntan a un mundo sin fronteras (ni geográficas ni morales ni sociales) promovido por agencias de las Naciones Unidas secuestradas por activistas de la nueva izquierda identificada con la ideología de género.
Hablamos de la corrupción de los conceptos de familia, Patria que políticos mediocres ignoran, o pretenden ignorar.
Políticos y analistas que ignoran lo que sucede en la Unión Europea y, sobre todo, en España, sumida en la ideología de género y su nueva cultura “progresista” anticristiana.
Son políticos que no entienden ni quieren entender las campañas de odio dirigidas por la internacional LGBT contra las organizaciones y los movimientos pro-vida y familia, que rechazan la educación sexual sin moral y fuera de la patria potestad; campañas de odio y desinformación contra quienes rechazan esos libros escolares promotores de la sexualidad antinatural de género.
Son políticos que ignoran las campañas mediáticas internacionales de odio contra Vladimir Putin y Donald Trump, por sus políticas pro vida y familia, contrarias al aborto y la agenda LGTB.
Este es el mundo que se transforma ante los ojos nublados de políticos incapaces enfrentar los destructivos cambios que promueve la cultura de género.
Este peligro de corrupción cultural es el tema oculto de las maquinaciones política, como en muchas partes. Ya está presente en muchos gobiernos, en figuras de alto perfil, en los tres poderes del estado.
Es un tema que los políticos inteligentes deben y pueden enfrentar, porque lo pueden vencer con el valor y fortaleza que proporciona la verdad. Es tema, sobre todo, de los grupos sociales que deben orientar y guiar a todo el pueblo por el bien de la patria amenazada.
Con fallas, malintencionadas o no, el pueblo ha experimentado avances positivos contra la corrupción, ya que, como quizá nunca antes, la corrupción de funcionarios y personajes de alto perfil ha sido denunciada, investigada y juzgada.
Pero no basta. No basta porque, además de las deficiencias humanas y los intereses de corrupción oculta, un enfoque torcido del problema puede llevarnos a una engañosa satisfacción de deber cumplido, y que el remedio resulte peor que la enfermedad.
La corrupción, como un mal social debe ser enfrentada con criterio y metodología adecuados, en sus raíces y causas ocultas en el corazón humano, reivindicando la importancia de la familia y fortaleciéndola con leyes adecuadas y programas sociales enmarcados en los valores éticos y morales tradicionales. Y… podemos: el bien… puede más que el mal.