Columnas

El costo de ser legal

A raíz de mi artículo publicado la semana pasada en este mismo medio “Una sociedad de permisos y licencias”, recibí varios comentarios que es importante compartir dada la importancia que tiene para el crecimiento económico el que una sociedad se estanque porque para todo hay que pedir permisos y licencias y estos tardan una eternidad.

En este momento, existen 191 expedientes de “Licencias de Construcción” detenidos por la ineficiencia de las autoridades correspondientes en autorizarlas. Estos equivalen a 3.29 millones de metros cuadrados de construcción que deberían estarse construyendo ya, generando valor para la sociedad y toda la industria y empleo que se beneficia de esta actividad. Pero no, están detenidos por ineficiencia burocrática de quienes deben otorgar las autorizaciones para que estas licencias se aprueben. El costo para el país es enorme porque frena el crecimiento económico. Y sin crecimiento económico no hay desarrollo, no hay elevación del nivel de vida y no hay generación de más y mejores oportunidades para todos los guatemaltecos.

Ayer escuchaba en la radio una entrevista en el programa “A Primera Hora” que le hacían al señor Ronald McLean Abaroa. No conozco a este señor, pero mientras lo escuchaba me di cuenta que tenía mucho sentido todo lo que decía. Él es un político boliviano, especialista en temas de transparencia y gobernanza. Fue alcalde de La Paz entre 1987 y 1991 y Ministro de Relaciones Exteriores y candidato presidencial en el año 2002. Es funcionario del banco Mundial y suele disertar en Harvard sobre temas como el que tocó en el programa, el combate a la corrupción, entre otros.

Mencionó que para evitar la corrupción hay que romper con el sistema actual y de cierta manera evitar que los burócratas o funcionarios que otorgan los permisos y licencias tengan le monopolio del mismo. Comentó que, en una alcaldía de Bolivia, una persona era la que otorgaba los permisos de Construcción. Esta persona tenía mucho poder y podía sacarlos rápido a cambio de una coima. Era una extorsión y todos tenían que pagarlo si querían su permiso. La solución vino por descentralizar la emisión de permisos. Autorizaron a doscientos arquitectos previamente calificados quienes podían emitir los permisos de construcción. Se creó una competencia y un mercado de permisos y lo más importante es que se eliminó el atraso que existían en los mismos.

El tiempo es dinero. Y el hecho que se atrasen los permisos y licencias para montar una empresa, construir un edificio o una fábrica, explotar un mineral, un bosque, o simplemente llevar a cabo una actividad productiva es demasiado costoso para los habitantes de nuestro país.

Hoy en Guatemala, todos los ministros y funcionarios que deben autorizar licencias y permisos tienen miedo de cometer el mínimo error porque hay atrás una CICIG y MP (Ministerio Público) que les atemorizan. Ese temor con fundamento los tiene paralizados. Mclean comenta que esta no es la forma de acabar con la corrupción pues efectivamente el problema no es puntual sino general, del sistema y no queremos que la sociedad deje de funcionar y generar riqueza además que se está polarizando peligrosamente. El problema es sistemático y la solución debe ser sistemática. ¿Por qué un mexicano está acostumbrado a dar mordidas en su país, pero cuando pasa a Estados Unidos no lo hace? Porque el Sistema americano es más eficiente, hay más certeza ante la ley.

Si queremos eliminar la corrupción y que la economía tenga un mayor crecimiento debemos desregular, eliminar tantos permisos y licencias innecesarias, crear competencia y por supuesto, certeza ante la ley.