Columnas

Corrupción por parejo

Las capturas del martes 13 de febrero sólo acreditan que la corrupción no tiene ideología y que izquierda y derecha no son filosofías que velan por el bien común, sino solo buscan su interés particular.
La aprehensión del ex presidente del país y ministros de Estado que gobernaron del 2008 al 2012, es presumiblemente por estar comprometidos en actos de corrupción por irregularidades en el contrato del Transurbano.
La Unidad Nacional de la Esperanza es el partido que llevó al poder a Colom, un partido de corte izquierdista que en su página oficial declara que se rige por principios “socialdemócratas que conciben la existencia del Estado en plena armonía con el mundo del Mercado y que se resume en la frase: Mercado donde sea posible; Estado donde sea necesario, el cual es uno de los criterios rectores fundamentales de esta ideología”.
La corrupción se ha admitido que está arraigada en gobiernos de derecha; no obstante, en los últimos años, han surgido juicios contra presidentes y funcionarios relacionados con la izquierda.
En Brasil, Lula Da Silva fue condenado a más de 9 años de prisión por corrupción y lavado de dinero por el caso Petrobras; en Perú, Ollanta Humala y su esposa son procesados por supuestamente recibir dinero de Odebrecht para su campaña política; en Argentina, Cristina Kirchner es enjuiciada por asociación ilícita, lavado de dinero y negociaciones incompatibles con la función pública.
Ahora Álvaro Colom se une a la lista de funcionarios de América Latina que enfrentaran a la justicia por actos de corrupción, con lo cual se acreditaría que en este flagelo no hay mayor diferencia entre los dos polos ideológicos y que nadie es inmune a dicho cáncer. Podríamos asegurar que “izquierda y derecha” únicamente se refiere a la mano con la cual roban y que la política únicamente es una disputa de intereses.
Muchas personas justifican a Colom, al indicar que el vehículo para llegar al poder no le permitió mantenerse “limpio”, y que esa disfuncionalidad del sistema, entra desde las campañas electorales millonarias emprendidas por los partidos políticos, lo cual “obliga” a otros a promover acciones similares, y recibir cualquier dinero para financiamiento “sin control de calidad y límite”, en su ambición por llegar al poder.
Sin embargo, analistas políticos opinan que la implicación de representantes de la izquierda en estos actos, obedece a que cuando ésta obtuvo el poder y traicionó la causa, se hizo susceptible a las mismas prácticas corruptas ya instituidas y visualizadas como “normales” al gobernar deslealmente junto a las élites económicas y medios de comunicación.
La sociedad política corrupta resulta de una sociedad civil corrupta o a la inversa. Urge romper el círculo vicioso de esta lacra que nos carcome, es necesario sacar a Guatemala de este mal endémico ejerciendo una cultura de cero tolerancia a la corrupción, pues ninguna práctica corrupta es normal, venga de donde venga, porque como afirma Joan Báez “»Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella».

Mireya Batún Betancourt

Abogada, Notaria y Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales, postgrado en Criminología, especialista en ejecución penal con estudios en Doctorados de Ciencias Penales y Derecho Constitucional Internacional.

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