Columnas

En Semana Santa, independientemente de lo que crea, respete y no contamine

Independientemente de la creencia religiosa, esta época es quizá de las más esperadas en sociedades como la guatemalteca, principalmente por  el asueto que permite visitar a la mayoría de la población asalariada a sus familias en el interior del país de donde emigraron en busca de mejores oportunidades.

Lo anterior representa un apalancamiento de la economía local, recientemente las autoridades del Banco de Guatemala informaron de una inyección adicional a la economía del país de un mil millones de Quetzales, como demanda por el efecto de Semana Santa en el presente año, similar a la que se realiza por efecto del Bono 14 en Julio y del Aguinaldo en cada Diciembre.

Las autoridades manifestaron que solamente por esta inyección adicional en la economía estarán circulando entre Q34 y Q35 mil millones de Quetzales para cubrir los requerimientos de los diversos agentes económicos.

Sin embargo, como suele suceder, esta movilidad económica trae consigo grandes niveles de demanda de productos y servicios que luego de su uso terminan tirados en alguna acera, calle, río o playa, aumentando con ello, la  contaminación de los diversos ecosistemas del país.  Solamente el año pasado, autoridades municipales del Puerto San José informaron que el lunes siguiente del asueto de la semana mayor, recolectaron 98.5 toneladas de basura que fue dejada por la mayoría de veraneantes que visitaron la playa.

Así mismo cada año, el gobierno de Guatemala por medio del Ministerio de Ambiente, invierte importantes recursos en lo que denominan campaña de “Playas Limpias”, que se efectúan en 16 playas del país y que el año pasado recolectaron casi un mil millones de toneladas de residuos que los visitantes dejaron tirados.

Esto sin duda pone en perspectiva uno de nuestros principales rezagos sociales,  como lo constituye la falta de respeto por los otros y por lo otro,  en este caso el medio ambiente,  así como por nuestra falta de responsabilidad incluso de hacernos cargo de los residuos y desechos que nosotros mismos hemos generado.

La  debacle de estos dos valores fundamentales en la convivencia social hace que cada día nos adentremos en un laberinto del cual se complica cada vez más la salida,  pues lejos de hacer una autocrítica en lo individual y  como sociedad, vivimos en la queja, la intolerancia, el prejuicio y la descalificación.

Por ello, desde este espacio deseo hacer una exhortativa para tomar algunas recomendaciones que pueden coadyuvar a minimizar nuestra huella de contaminación personal y familiar en estos día.

Reflexionemos antes de consumir algo, si realmente es necesario su compra o su uso y prioricemos las compras de artesanías locales.   Rechacemos los productos de usar y tirar, por ejemplo por que comprar una botella de agua pura, si puedo llevar mi propio pachón.  Llevemos siempre con nosotros una bolsa de tela para guardar nuestros propios residuos  y llevarlos a casa o depositarlos en algún recipiente municipal del lugar que visitemos.  Procuremos reducir para emplear solo lo necesario principalmente de  recursos básicos como el agua, la energía y los alimentos, eliminar el uso de recipientes desechables y si fuere tan  necesario su uso aseguremos su deposición adecuada.

La aplicación de estas medidas probablemente no signifique un impacto en la reducción de los indicadores nacionales de contaminación ambiental, sin embargo marcaran un precedente en nuestra conducta de respeto y responsabilidad personal por el medio ambiente y la afirmación de estos valores en nuestros hijos, familia y entorno cercano.