Columnas

Lula: “Condenado por Corrupto”

El pasado jueves 5 de abril de 2018, el Tribunal Supremo de Brasil rechazó el último recurso interpuesto por los abogados de Lula, Luiz Inácio Lula da Silva, que había sido condenado el 12 de julio de 2017 a nueve años de cárcel por corrupción y lavado de dinero.

El magistrado Sergio Moro, fue quien se encargó del caso que comenzó en marzo de 2014 con la investigación de la corrupción en la petrolera estatal Petrobras y se extendió al ya conocido caso de corrupción «profesional» en Odebrecht.  La reputación del Juez Moro es impecable contra la corrupción.  Se le respeta y admira por su valentía.

Un amigo bastante bien informado me comentó que de todo el «personal» de Lula (38 personas) solo 2 senadores esperan juicio. Más de 20 personas del Partido de los Trabajadores están en la cárcel o en proceso. Y el resto esperando que concluyan las investigaciones.

Sea como sea, es difícil que el expresidente Lula pueda evadir la prisión.  De hecho, el Juez consideró que no entrara el mismo día a la prisión sino hasta el día siguiente y sin que fuera esposado por la dignidad del cargo que tenía (algo deberíamos aprender en Guatemala).

Sea como sea, la justicia está desenmascarando la corrupción institucionalizada no sólo en Brasil sino en toda Latinoamérica.  Las reglas del juego de la corrupción estaban tan arraigadas e institucionalizadas que en todos los países el caso de Oderbrecht ha tenido consecuencias y condenados.

Curiosamente, Lula sigue teniendo bastante seguidores. Es muy popular y muchos niegan, como el mismo dice, que sea corrupto.  Pero la condena se basó en evidencias reales que fueron demostradas en el juicio y no en suposiciones.  En Guatemala, más de algún izquierdista trasnochado también ha dicho públicamente que cree en la inocencia de Lula.  Sin embargo, cuando se trata de condenar a empresarios o presidentes que no son izquierdistas consideran correcta la condena.  La hipocresía de los izquierdistas radicales hace ver como que la corrupción sólo la pueden sus opositores, lo cual es ridículo e ideológico.  La corrupción ha campeado en todos lados, izquierda y derecha.  No es cuestión de ideología, es cuestión de ser honesto o no.

Sea como sea, Lula ya está en la cárcel y aunque le han dado una celda especial para que no esté mezclado con los demás delincuentes, está condenado y purgando por sus delitos.   Mucha gente de su partido también está en la cárcel y otros están aún siendo investigados y serán sometidos a la justicia.   Para mí que la carrera política de Lula ha tocado fin.   Apenas se le ha condenado por una parte de lo que se sigue investigando así que pueden venirle más condenas y más años encima.

Carlos Alberto Montaner escribió en su blog, recientemente, un artículo titulado “La primera muerte de Lula da Silva” en la que predice el fin de Lula con gran atino: “Lula ha comenzado a fallecer. Sus aliados poco a poco se echarán a un lado, como bien saben hacer. Las escenas teatrales serán así: mientras que con sus consignas los mafiosos expertos en el travestismo ideológico neomarxista -publicitado como SSXXI- digan apoyarle eternamente, y sus rostros expresen enojo porque lo han metido a la cárcel, y hagan declaraciones sobre la importancia y vitalidad de sus proyectos sociales, al mismo tiempo se apartarán del Lula perdedor, sentenciado, el corrupto puesto en evidencia. Ellos también lo sentenciarán a esa muerte pantanosa que es el apartamiento, el declive, el olvido. Tal es el mecanismo de las pandillas comunistas.”

Es cierto que aún existe mucha corrupción e impunidad en muchos países de Latinoamérica, pero las cosas están cambiando, caiga quien caiga.