Infamia a un médico
Una “comisión de investigación” se forma rápidamente en el Ministerio de Salud para investigar la supuesta negligencia de la que se acusó injustamente a un joven médico, un profesional que, como todos, ha sudado amargas gotas para poder llegar a servir, por vocación y amor a su patria, porque eligió el camino de la sabiduría y no la vagancia, ser profesional y no delincuente, servir al prójimo en vez de perjudicarlo.
El comunicado de prensa indica que, a solicitud del Ministro de Salud y del Director del Hospital Roosevelt, se integró una comisión con la Dirección Ejecutiva, Sub Dirección Técnica, Sub Dirección Médica, Sub Dirección de Recursos Humanos y Departamento de Seguridad del Hospital Roosevelt, para el respectivo “análisis y verificación de pruebas” a fin de evaluar la conducta del profesional –quien ya había sido sancionado de forma pública y anticipada, a petición del ministro de salud– por el supuesto de no atender a una menor que ingresó herida de bala, procedente de Mixco.
La maquinaria del Ministerio fue puesta a disposición inmediatamente para contarle las costillas a un joven médico, que seguramente, como todos los que conozco, ha tenido que pasar por el viacrucis que significa cursar estudios en Guatemala: 7 años para ser médico graduado sin especialidad, y varios más (3-5) para poderse llamar “especialista”; altísimos costos de matrícula en universidades privadas –inalcanzables para la mayor parte de la población– y peligrosa, con el ir y venir de los turnos de 24 horas (fin de semana) y de 14 horas entre semana, cada 3 días sin remuneración por horas extras, con jornada normal adicional diaria de 7 a.m. a 5 p.m. Manejar desvelado o en bus de madrugada, a su casa o de vuelta a su Facultad, a oír cátedra o tomar más clases y exámenes, es parte del “paquete de incentivos” para estudiar medicina.
Como premio final, puede ser injustamente acusado, sancionado y ver su carrera perjudicada de por vida.
La Comisión que se formó dictaminó, al ver las grabaciones completas, que no había habido tal negligencia, sino que se siguieron los protocolos del Hospital para tratar a la menor y al resto que demandaba servicios ese día, tal cual si estuviéramos en un país del primer mundo (sin heridos de bala, cuchillos, machetes) y cargados de buenos insumos y personal.
Ante el dictamen, el ministro se retractó de los infundios –probablemente, calumnias, injurias y difamaciones– que previamente el funcionario se sirvió divulgar por medios masivos de comunicación, de esta forma:
“Ante la irresponsable actitud del MÉDICO RESIDENTE que ni siquiera tuvo la delicadeza de evaluar a la menor, he llamado la atención del director del hospital Roosevelt para que este médico sea expulsado de inmediato y se prohíba vuelva a efectuar cualquier residencia en el MSPAS. Carlos E. Soto M. (@cardiosoto) (Fuente: Prensa Libre: 07.04.18; Soy502: 12.04.18).
“La sanción consiste en la destitución y que no pueda entrar a realizar ningún postgrado en los hospitales nacionales”. (Fuente: Prensa Libre, 7 de abril de 2018).
Sabemos que nuestro sistema de salud es precario e insuficiente, y que con los impuestos que se pagan en Guatemala, sobraría para contar con mejores hospitales, pero que mafias para las que aún no se han conformado tan eficientes “comisiones de investigación” campean en el sistema; sin embargo, lo que de este caso se concluye es:
- La maquinaria del Estado puede ser puesta a disposición total para culpar o liberar a un joven médico en un caso de sospecha de negligencia; no así a los verdaderos delincuentes ni a quienes hostigan al ciudadano honrado en la calle. 2. El Ministro de Salud pudo incurrir en grave irresponsabilidad y abogados podrían analizar si, acaso, en delito penal relacionado con mancillar la honra de una persona públicamente, al violar el debido proceso al cual el médico habría tenido justo derecho, truncando su carrera y tirando a la basura todo sacrificio previo.
La maquinaria del Estado debe perseguir –con esa eficiencia– a las mafias que tienen de rodillas al sistema de salud, y no a quienes intentan salir adelante sirviendo al prójimo.