Columnas

Decisiones garantes salvan de perjuicio agravado

A pocas horas de la erupción del Volcán de Fuego, pudimos conocer videos y fotografías de lo ocurrido, captados por vecinos, lo que permitió que poco a poco los guatemaltecos y el mundo empezáramos a comprender la magnitud de la tragedia.

En días posteriores a la catástrofe, empezamos a escuchar testimonios de las víctimas de la erupción del Volcán, cada uno con dramas como extraídos de una película de terror, y en cuyos argumentos se repite la molestia contra la actuación negligente del gobierno, por no haber notificado oportunamente sobre el peligro que corrían sus vidas para evacuar a tiempo.

Este sentimiento de reproche toma sentido al ver diversos videos que fueron captados por los propios pobladores, incluso, con algunos, en lugar de protegerse, al ver los flujos piroclásticos, prefieren capturar imágenes y videos, lo que evidencia que no se les capacitó en estrategias de prevención y gestión del riesgo.

Con lo ocurrido hemos aprendido que el flujo piroclástico es profundamente mortal y cuando alcanza a una persona, queda con quemaduras de alto grado o muere. Sin embargo, este elevado peligro lo desconocíamos todos, incluidos los afectados, quienes ignoraban que esa montaña gris, con ceniza, arena, piedras, rocas y gases tóxicos, todo a altas temperaturas y que avanzaba hasta a 250 km por hora, era nociva.

Se reporta por las autoridades un número exiguo de personas fallecidas y de desaparecidos, cuando en videos difundidos vemos a muchas personas, de quienes se ignora que sucedió.  También en los testimonios, algunas víctimas refieren altos números de familiares desaparecidos (24, 18, 16, 12).  Sin embargo, las estadísticas oficiales son bajas y parecieran no coincidir con las cifras reales.

Esa falta de coincidencia entre cifras oficiales y reales seguramente es para justificar la poca importancia que le dieron al incremento de la actividad volcánica y la tardía respuesta, a pesar de los boletines que emitió el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh) y que los obligaba a tomar acciones prontas.

La negligencia no solo se extrae por una conducta directa de “hacer”, sino, además, por una conducta “omisiva y de no hacer”, sobre cuya base no es necesario se ejecute un hecho; basta dejar de cumplirse una conducta esperada en determinadas circunstancias.

Al analizar la capacidad de respuesta de los administradores del Hotel La Reunión Golf Resort & residences, cuyo personal y huéspedes fueron evacuados en su totalidad, frente a las comunidades que fueron arrasadas, no se comprende por qué no hubo ni siquiera una alerta para las comunidades pobres. Si bien es cierto es más difícil evacuar a toda una colectividad que a pocas personas, se evidencia que podría formar parte de una acción de “no hacer”, pues públicamente no se aumentó el nivel de alerta que aprobara la evacuación de los vecinos.

En la citación del 6 de junio que efectuara el Congreso de la República a las autoridades de Insivumeh y de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), se evidenció la negligencia en el manejo de decisiones, responsabilidad que el gobierno evade asumir oficialmente.

Y lo peor del caso, es que las malas decisiones continúan como se advierte en las denuncias de personas o instituciones extranjeras que refieren no les permiten de forma ágil ingresar las donaciones en la aduana. Se ha preferido posar ante los medios en detrimento de agilizar el rescate de vidas, y hay denuncias que la ayuda está siendo desviada. Además, el Congreso aprovecha la época para hacer de las suyas.

Los damnificados merecen respeto, y el que se niegue ayuda de otros países o personas extranjeras, que no se brinden cifras reales, que se desvíen los donativos, que no se asuma la responsabilidad en el mal manejo de decisiones y que no se tomen decisiones responsables, es un insulto a su dolor.

Es oportuno exigir información veraz para que se planifique correctamente la solución a esta crisis derivada de la erupción del Volcán de Fuego, pues las malas decisiones del hoy pueden a futuro impactar de forma negativa la vida cotidiana de miles de guatemaltecos, tanto afectados directamente o de forma indirecta.

El mal manejo de la crisis derivada de la erupción del volcán, sólo demuestra que la ignorancia, desinformación, irresponsabilidad e incompetencia en muchas ocasiones causan más problemas que soluciones.  En este desastre el gobierno reaccionó tardíamente.

Como guatemaltecos, y en solidaridad con los afectados de esta terrible tragedia, nos toca unirnos al reclamo de requerir al Estado decisiones responsables a todo nivel y comprometidas con el bienestar del país y especialmente con los damnificados.  Y es necesario se deduzcan responsabilidades a los que resultaren comprometidos en la omisión de acciones oportunas.

Sin duda, éste desastre natural producirá daños colaterales por muchos años, pero decisiones garantes pueden salvarnos de un perjuicio agravado.

TEXTO PARA COLUMNISTA

Mireya Batún Betancourt

Abogada, Notaria y Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales, postgrado en Criminología, especialista en ejecución penal con estudios en Doctorados de Ciencias Penales y Derecho Constitucional Internacional.