Al sector empresarial organizado.
#Kidon
El sector productivo organizado del país fue una pieza clave durante el enfrentamiento armado interno que vivió Guatemala hace algunos años. La entereza de varios de sus miembros que colaboraron con nuestro Ejército en la defensa del orden jurídico del país que, logró por fortuna de todos, doblegar a un grupo armado de asesinos que pretendían tomar por la fuerza el control del estado, para instaurar un sistema totalitario de corte marxista.
Y es que, a pesar de los asesinatos, extorciones, secuestros, despojos, bombazos y destrucción del patrimonio del Estado, estos hombres no se amilanaron. Sacaron el pecho para defender la vida, la propiedad, la industria, el comercio y en sí la libertad individual; pues, a pesar de tener la facilidad para migrar e invertir sus capitales en el extranjero, no lo hicieron y prefirieron incluso morir aquí peleando, antes que darse por vencidos.
Justos, valientes y con amor por el país, se unieron para dar batalla en contra de esa amenaza terrorista que pretendía despojarlos de su vida y patrimonio. Recuerdos de mi niñez vienen a mi mente, cuando veía esos valientes guatemaltecos ante los medios de comunicación, haciendo sus pronunciamientos, fuertes, claros, en apoyo a la institucionalidad y a nuestras fuerzas armadas. Por muy difícil que estuviera la situación del país, nunca los vi dudar, ni dar un paso atrás, mucho menos pactar o transar con el enemigo. Tenían solvencia, honor y dignidad.
Al firmar la paz, continuaron produciendo en beneficio del país, generando empleo y aportando sus capacidades para sanar las heridas que deja todo enfrentamiento armado, pues tanto ellos como los efectivos militares, guardaron el fusil, para vivir en paz.
Con el paso del tiempo, empezaron a envejecer y obviamente a heredar los puestos gremiales a los juniors, seguramente esperando la continuidad del desarrollo empresarial y el apoyo a la institucionalidad del país. Pero se equivocaron. Su descendencia olvidó por completo los principios y valores en que se fundamentaron, olvidaron también a sus muertos, a sus secuestrados y sus ideales. De aquel respeto que infundían sus ancestros cuando emitían su postura gremial, ya no queda nada más que un puñado de blandengues timoratos a quienes incluso se les espanta con el petate del muerto, incapaces de defenderse a sí mismos, mucho menos de defender al país.
Creen que durmiendo con el enemigo y manejando perfil bajo, garantizaran el éxito de sus negocios. Pobres ilusos. Tal vez la ambición no les permite percatarse que la amenaza terrorista continúa por otros medios, pero con el mismo propósito de cooptar las instituciones del país, en especial el sistema de administración de justicia, para facilitar así el encarcelamiento y la expropiación de cualquiera que sea incómodo a sus intereses, utilizando para ello a la Comisión Internacional Contra la Impunidad.
Desde luego, ignoran que no se puede negociar con terroristas y que su temor reverencial al non grato y a las fuerzas obscuras que lo rodean, develará por completo su cobardía y torpeza para tratar con valor los asuntos de interés general. Al cabo, serán testigos de cómo el patrimonio heredado y forjado a lo largo de tantos años pasará a formar parte de los activos del Estado, de proyectos sociales o solidarios, de expropiaciones masivas, de pagos de resarcimientos ilegales, o de reforma agraria.
Si aún les queda algo de dignidad, hagan valer las enseñanzas de aquellos hombres que un día a base de sangre, sudor y lagrimas, apoyaron a las fuerzas armadas del país en el mantenimiento del orden público y asuman una posición activa de lucha desde las distintas cámaras que integran, a efecto de que unidos logremos de nuevo derrotar a los enemigos de la libertad que bajo la supuesta lucha contra la corrupción, pretenden tomar el control del Estado para postergarse en el ejercicio del poder.
“No llores como mujer, lo que no supiste defender como hombre” Aixa.