Hipocresía, sentido común y prudencia
#Catarsis
La sociedad actual parece girar en torno a la hipocresía, el sentido común y la prudencia. ¿En qué sentido? Desde que las redes sociales se han convertido en un medio masivo de información e intercambio, es cada día más frecuente encontrarnos ante la disyuntiva de decir la verdad y ofender o convertirnos en unos hipócritas. La gran mayoría de políticos opta por la hipocresía y con frecuencia caen en su propia trampa por no hacer uso del sentido común y sobre todo porque no son congruentes.
Para comenzar debo decirles que estoy en contra de lo políticamente correcto, creo que hemos llegado al punto en que este se ha convertido en perjudicial y nocivo, eso no quiere decir que no debemos comunicarnos con prudencia.
Les pongo un ejemplo, cuando fue asesinado Osama bin Laden me alegré, ¿cómo no alegrarme ante la muerte de un monstruo que cobró tantas vidas y fue el responsable de los atentados del 11 de septiembre? Algunos dirán que no es de un buen cristiano alegrarse por la muerte de un ser humano, pero como soy agnóstica, mi conciencia se siente muy tranquila y no tengo ningún reparo en decirlo. Sin embargo, no siempre podemos ser tan honestos como quisiéramos, debemos ser prudentes y seguir el sabio consejo de «calladita me veo más bonita».
Tristemente cada día veo más hipócritas exigiendo que uno se solidarice con causas ante las cuales no se tiene ninguna empatía y se es juzgado por no hacerlo, es más, estos individuos son muy buenos para condenar quienes no comparten sus ideales, y a su vez se alegran ante situaciones igualmente horrendas a aquellas que condenan.
Hace un par de semanas asesinaron a una dirigente de CODECA, todo asesinato es condenable, punto. Sin embargo, no tengo por que ser hipócrita y salir a decir que me solidarizo con CODECA, una agrupación de ladrones, criminales y terroristas. Una cosa es que lamente el asesinato de esta mujer, tanto como lamento el asesinato de un chofer de camioneta, de una víctima de robo o de extorsión, etc., y otra muy distinta es que venga a hacer el espectáculo y llevármelas de ser solidaria cuando en realidad no lo siento así.
Ahora bien, cuando esta misma agrupación secuestra al alcalde de Coatepeque, a una comitiva municipal y a una brigada de ENERGUATE, son pocos de aquellos que clamaban justicia por el asesinato de la dirigente los que se solidarizan con los secuestrados. ¿Y saben una cosa? Me parece bien y aplaudo que no sean hipócritas, estas personas probablemente ven el secuestro justificado, así como otros verán justificado el asesinato, pero otra cosa muy distinta es que vengan a juzgar cuando ellos mismos están juzgando. Es abominable que se asesine y que se secuestre, y no veo cómo en un caso puede ser justificado mientras que en el otro es condenado, ¡ambos son crímenes!
Parece que la moral sólo existe cuando se apoya una causa y no la otra. Cuando falleció el alcalde capitalino Álvaro Arzú, no faltó el imprudente que celebró su muerte y sí bien está en todo su derecho, sería bueno que se recordara que hay una familia en duelo, hay una esposa que perdió a su marido, hay hijos que perdieron a un padre, nietos que perdieron a un abuelo. Hay un momento y un lugar para criticar y para abrir la boca y otro para callar. También sucedió con el fallecimiento del señor Barquín esta semana, fueron muchos los que decían que se lo merecía por corrupto, de igual forma alguien puede decir que la dirigente de CODECA se merecía ser asesinada por pertenecer a una asociación de ladrones y criminales, ¿o no?
Como ven, existe una línea muy fina entre la hipocresía y la verdad. Creo firmemente que opiniones de este tipo nos polarizan más, y nos polarizan porque en vez de reconocer la libertad de cada cual de pensar y sentir como guste, imponemos códigos de ética y moral que se ajustan a intereses políticos, juzgando a los que nos contradicen, en vez de despolitizar la moral que debe de ser una sola y apolítica. La verdad siempre debería de prevalecer, pero recordemos que esta se ejerce con responsabilidad y por ello hay que aprender a actuar con prudencia y sentido común, hay un momento y un lugar para cada cosa.