Columnas

El día que Iván Velásquez huyó.

KIDON

Hace aproximadamente veinte días, escribí sobre el plan de la GICIG para robarse las elecciones del país, por medio de cooptar el Tribunal Supremo Electoral, para desde allí, realizar todos los actos encaminados a instalar en la silla presidencial a la candidata afín a sus intereses político-ideológicos.

Hoy el tiempo me da la razón, pues el día jueves de la semana recién pasada los Magistrados del Tribunal Supremo Electoral y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, decidieron de forma ilegal suscribir un acuerdo de cooperación o carta de entendimiento, por virtud del cual el máximo órgano en materia electoral del país someterá su autonomía e independencia a los designios del extranjero Iván Velásquez.

Si el Tribunal Supremo Electoral, es la autoridad superior en esa materia se hace innecesario que una entidad extranjera cuya única función es trasladar capacidades de investigación al Ministerio Público, se inmiscuya en el proceso electoral que se avecina y más aún que pretenda controlar la opinión electoral de los guatemaltecos y en su caso decidir el futuro de alguna organización política o de algún candidato en especial.

Fue por ello, que activistas de la agrupación cívica Guatemala Inmortal y miembros de la Fundación Contra el Terrorismo Guatemala, acudimos de forma espontanea al Tribunal Supremo Electoral, para manifestar nuestra absoluta inconformidad con respecto al acuerdo ilegal por virtud del cual se pretende instaurar un apéndice de la CICIG dentro del máximo órgano electoral del país, cuyo objeto principal será facilitar el robo electoral en favor de la ungida de la extrema izquierda hoy, alidada a los mayores evasores fiscales del país.

La manifestación que se llevó a cabo en las afueras del salón Arturo Herbruger Asturias, rápidamente se convirtió en una fiesta cívica nacional, donde luego de entonar las bellas notas de nuestro himno, nos aprestamos a ingresar al recinto donde se consumaba el fraude electoral, para ver de frente y a los ojos a los magistrados que socavaban la dignidad nacional, lo cual despertó el temor del comisionado Iván Velásquez y de sus acompañantes, quienes sabiendo que el pacto que se suscribía era ilegal, optaron por evacuar de forma cobarde y por la puerta de atrás el recinto público donde ofrecían la conferencia de prensa, escoltados por sus esbirros.

La valiente actuación de esos ciudadanos en su mayoría mujeres que, arriesgando su libertad individual e incluso su vida, acudieron en defensa del orden institucional del país, debe contagiar por completo hasta el último de los habitantes de la República y en especial, al Presidente y demás funcionarios públicos encargados de mantener el orden jurídico del país, para que tomen conciencia nacional y valor, de que si un grupo de buenos guatemaltecos lograron sacar de manera vergonzosa de ese recinto público a ese intruso y a los pusilánimes con quienes se encontraba reunido, cuanto más fácil será para el gobierno con toda la capacidad operativa a su alcance, expulsarlo del país debido a los múltiples intentos por defenestrarlo del cargo, así como por las continuas violaciones a los derechos humanos de cientos de ciudadanos guatemaltecos que al día de hoy se encuentran secuestrados en alguna prisión del país.

Pues en caso contrario, es decir que el Presidente de la República faltando al valor cívico que le impone el cargo que ostenta, continúa inmóvil, como un simple espectador del robo electoral que hoy se consuma, será el único responsable de que él y su familia pasen de habitar en la casa presidencial a ocupar una celda en alguna prisión del país, y los guatemaltecos seremos testigos de como el extranjero Iván Velásquez Gómez, instala en el poder ejecutivo a un enemigo de la libertad, lo cual provocará una grave crisis social, política e internacional como la que actualmente se vive en Nicaragua y Venezuela.

“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo a donde quiera que vayas”. Josué 1:9.

TEXTO PARA COLUMNISTA

Raúl Falla

Abogado y notario

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