Día de Independencia
#Emunah
Septiembre es el mes de las fiestas patrias y por todo el país se vive a flor de piel el fervor patrio con distintas actividades y coloridas fiestas que caracterizan a la población guatemalteca con motivo de conmemorar otro aniversario más de su independencia. El 15 de septiembre de 1821, con la firma del Acta de Independencia de América Central, los actuales países de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica se separaron de la corona española.
Ese sentimiento patriótico puede verse reflejado en muchos rincones de nuestra patria que resaltan los símbolos patrios. Negocios, casas, entidades gubernamentales, establecimientos educativos, y automóviles exhiben con orgullo la bandera de Guatemala. A ello se suman los coloridos desfiles de los estudiantes acompañados por bandas musicales escolares, carrozas, bailes folclóricos, actos cívicos y el recorrido con la antorcha que simboliza el viaje de los jinetes que llevaron las buenas nuevas de la Independencia en cada país.
Como parte de las celebraciones de independencia, también deberíamos tomarnos el tiempo para reflexionar sobre un punto importantísimo que le da fundamento a tan distinguida celebración nacional: nuestra libertad. El concepto de libertad es definido como la facultad o capacidad del ser humano de pensar y actuar según sus valores, criterios, razón y voluntad.
Libertad es una palabra poderosa. Para un niño, la libertad puede significar “¡yo ya puedo hacerlo por mí mismo!” Para un adulto puede significar “¡Yo puedo vivir donde quiera, hacer lo que desee, y casarme con quien amo!” Mientras que para un prisionero puede ser una oportunidad para reintegrarse a la sociedad y empezar de nuevo. Y quizás para un ciudadano el poder disfrutar los derechos más fundamentales y humanos para llevar una vida digna y así poder convivir en un ambiente de libertad, justicia y paz.
Martin Luther King Jr. comenta que “La libertad nunca es dada voluntariamente por el opresor; debe ser demandada por el oprimido”. La libertad es buscada por todos en muchos aspectos de la vida; pero ansiada por aquellos que están bajo opresión, y por ese motivo a lo largo de la historia el obtenerla se ha visto teñida con sangre. Sin embargo, en otras ocasiones sin grandes batallas ni derramamientos de sangre se ha ganado tan preciada libertad, como en el caso de la independencia de Guatemala.
Pero ¿es la independencia que se arrebató, hace 197 años atrás, de las manos del gobierno español, el único tipo de libertad que debe celebrarse en este mes patrio? No, ya que cada día de nuestra vida tenemos una libertad más significativa para celebrar. Gálatas 5:1 dice “Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud.” Mientras nuestros pensamientos, en este mes patrio, giran alrededor de nuestra independencia física, también tomemos el tiempo para reflexionar acerca de la independencia espiritual y la libertad ofrecida a través de Cristo.
Jesucristo se alzó en armas espirituales contra nuestro opresor. Armado de su amor incondicional, derrotó en la cruz del calvario a Satanás y venció sobre la muerte ofreciéndonos vida y libertad eterna en Cristo Jesús quien nos liberó de la esclavitud, del poder del pecado, del yugo de satisfacer la ley de Dios, y aún de la muerte espiritual. Asimismo, nos brindó libre acceso para acercarnos confiadamente a Dios, al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y fortaleza que nos ayude en el momento que más la necesitemos.
Con su gesto heroico, Jesucristo ganó la salvación del mundo; ya que con su muerte compró nuestra emancipación espiritual y con su resurrección selló nuestra declaración de independencia del reino del Maligno para concedernos la ciudadanía celestial. Ahora juntos como pueblo de Dios marchamos bajo la bandera de su amor, gozo y paz perpetua celebrando nuestra patria celestial en donde Él es el héroe universal que vive y reina para siempre.
De igual forma recordemos, que además de honrar nuestra ciudadanía celestial, es importante celebrar nuestra identidad nacional, respetar al gobierno, y apoyar a nuestro país como buenos ciudadanos. El amor y las enseñanzas de Dios no solo se manifiesta en palabras o emociones sino bajo la bandera de una fe viva y activa que produce fruto. Hay que ser menos críticos y más creadores, más proactivos y productivos para avanzar con constantes esfuerzos hacia una mejor Guatemala.
Cicerón decía: “La patria tiene derecho a que nuestra alma, nuestro talento y nuestra razón le consagren sus mejores y más nobles facultades.” Hay que enfocarnos en construir un ladrillo a la vez, ya que la salida a nuestros males y sufrimientos necesita de una participación, enérgica, y valiente que tome acción y no solo se queje. Asimismo, necesita seguir la voz de Dios quien dice que enderezará nuestros pasos porque solo así alcanzaremos la prosperidad, la paz social, y la grandeza de nuestra patria. ¡Viva Guatemala, tu nombre inmortal!