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Altibajos

#Emunah

Dicen que la vida es como una montaña rusa, a veces se está arriba, otras veces abajo. Lapsos de calma y otros de velocidad extrema que hacen que se nos paren los pelos y tengamos la sensación de que el estómago nos va a estallar. Experimentamos vértigos, nuevas sensaciones, descargas de adrenalina y vencemos muchos temores. Nos pone boca abajo, nos desorienta, nos limita en el control, y a veces nos marea o nos hace vomitar.

Sin lugar a duda la vida es como un viaje en una montaña rusa, con muchos altibajos y llena de constantes emociones. Giros y reveses, ilusión y desilusión, pelea y reconciliación, felicidad y tristeza, salud y enfermedad, éxito y fracaso. Gritamos, nos reímos, nos preocupamos, nos llenamos de miedo, de ansiedad o nervios. Podemos temerle o disfrutarla al máximo, amarla u odiarla; pero mientras estemos vivos está en constante movimiento.

Las circunstancias fluctuantes son parte de la vida, y suceden en todas las épocas y posiciones de la vida. El sabio rey Salomón escribió: “En esta vida todo tiene su tiempo… tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de plantar, y de cosechar, tiempo de nacer, y de morir, tiempo para estar de luto, y tiempo para estar de fiesta.”

Ciertamente, muchos aspectos de nuestra vida (como en la montaña rusa), no podemos controlarlos. De hecho, muchas cosas en la vida simplemente ocurren, la mayoría de las veces de forma inesperada, y nuestras expectativas, planes y proyectos quedan rezagados o sencillamente hecho añicos. El dolor, la tristeza y desconsuelo nos embarga y sentimos que el mundo se derrumba.

Las pérdidas, los problemas de salud, la soledad, los conflictos interpersonales, las urgencias económicas, entre muchos otros, aparecen en cualquier temporada de la vida. Asimismo, las presiones, desastres, inseguridad y violencia del mundo actual son abrumadores. Afortunadamente, podemos descansar en Dios y confiar que Él nos puede llevar de forma segura a través de ellos.

Ya sea que atravesemos un tiempo de gozo o de tristeza, cada época debería motivarnos a buscar al Señor y a confiar en Él. A través de Su Palabra nos ha proporcionado numerosas ayudas para afrontar con valentía los golpes de la vida. Si reflexionamos sobre ellas, y las ponemos en práctica en los momentos tanto difíciles como de éxito, podemos estar seguros de que superaremos los diferentes altibajos que tendremos que atravesar a través de la vida.

David, el rey más grande de Israel, es un vivo ejemplo de que aun estando en la cumbre más alta se pueden experimentar altibajos; por lo que sus experiencias nos enseñan que en todas las temporadas de la vida se necesita de Dios. Los relatos bíblicos de su vida reflejan muy bien lo mucho que sufrió. Sin embargo, sus pecados, sus fracasos, e innumerables dificultades no acabaron con su espiritualidad; ya que en todo tiempo acudió a Dios.

Rebosante de fe, dijo: “Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confié, y fui ayudado, Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi cántico le alabaré”. “El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?” “Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”. “Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra”. “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado”.

Todos, en algún momento de nuestras vidas enfrentaremos retos y dificultades. Aunque no podemos evitar los altibajos de la vida, si podemos cambiar la manera en que los vivimos. Como dijo Wayne Dyer, llamado cariñosamente el padre de la motivación, “Si cambias la forma en que miras las cosas, las cosas que miras cambiarán.”

En general, tendemos a ver más el lado negativo de las cosas que nos suceden. Sin duda no es fácil, es complicado poder aceptar las cosas como son y lograr visualizar algo mejor. Como cristiano, esa forma diferente de ver las cosas no está tanto relacionada con mi capacidad humana de cambiar las cosas, sino en confiar en Dios y en Su Palabra; sabiendo que a pesar de las circunstancias, errores y caídas; el aún me ama y desea lo mejor para mi.

Esa perspectiva bíblica me da la seguridad de que Dios es soberano y tiene un propósito para cada situación en la que me encuentro. Eso me permite ver que el propósito de las historias bíblicas no es con el afán de señalar los errores, pecados y fracasos de los personajes. Sino más bien, con el fin de mostrarnos que Dios es nuestro Salvador, y que aún en el sitio más bajo y profundo Él no nos abandonará, y nos ayudará a atravesar el valle de lágrimas para convertirlo en un valle de bendición.

Cuando Pablo estaba en su punto más bajo, “el Padre de misericordias y Dios de toda consolación” estuvo a su lado para alentarlo en medio de su aflicción. Tanto las fortunas como las adversidades son parte de nuestra vida tan variable. Pero cuanto más reconozcamos el amor, bondad, misericordia y salvación de Dios, más estable será nuestra fe, nuestra paz y nuestra vida.

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