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Narcos 4

#DiviFilius

Netflix ha producido al menos tres series en relación al tema del crimen organizado que giran en torno al fenómeno del narcotráfico.  Las primeras tres series están ancladas en la experiencia colombiana: El cártel de Medellín, el cártel de Cali,  las luchas internas y brutal guerra que Pablo Escobar dirigió hacia el Estado colombiano en su conjunto.  Otras producciones televisivas con menos presupuesto ya  habían anteriormente abordado las dinámicas del narco-.colombiano.  Destacan entre ellas, las dos temporadas de El cártel de los sapos (incluida la película con toda la serie de distorsiones) y Pablo Escobar:  El patrón del Mal´.  Ahora bien,  la cuarta entrega de Netflix sobre el tema relacionado ´al narco´ está centrada en los orígenes del narcotráfico mexicano.  Y la verdad, es que vale la pena verla.

Producciones anteriores que aborden esta realidad han sido pocas.  Netflix  ya había producido la serie sobre la vida de Joaquín Guzmán Loera (3 temporadas).  Al margen de parecer una apología sobre ´el chapo´,  la línea histórica de la narrativa se ancla en los años noventa del pasado siglo XX,   Por el contrario, se centra en los eventos más violentos y brutales de la última generación de narcotraficantes mexicanos.    Por eso vale la pena ver esta última producción de Netflix, porque es una interesante explicación sobre el origen del gran problema que aqueja a México.

¿Qué cosas valen la pena mencionar de esta producción?

El cuidado con el cual la producción reconstruyó el México de los años ochenta, en todos los sentidos posibles.   Pero llama la atención (al ojo conocedor) la recreación de los uniformes y patrullas de la extinta (y temible) policía judicial.  La serie también ha cuidado aspectos que para muchos pasarían inadvertidos pero que son importantes cómo el acento de los personajes.  Diego Luna,  quien personifica al primer padrino del narcotráfico mexicano Miguel Angel Félix Gallardo,  además de mostrar un enorme parecido imita muy bien el acento ´culichi´. (sinaloense).  A diferencia de otras series de televisión cómo ´el señor de los cielos´ donde lo que hay es un uso del acento y modismos norteños mexicanos,  los productores de Netflix tomaron el cuidado de mostrar y representar las cosas cómo eran: El narcotráfico en México fue desde siempre un asunto de sinaloenses. Y al trasladarse a la ciudad de Guadalajara (tema central de la serie) para evitar la persecución del Estado, también trasladaron la cultura, los usos, las expresiones lingüísticas y las primeras formas de narco-cultura.   La producción también tomó mucho cuidado para encontrar actores con un parecido físico impresionante a personajes importantes,  cómo los hermano Arellano-Félix y el mismo Joaquín Guzmán.   No así, el actor que personifica a Rafael Caro Quintero (otro de los históricos del narco mexicano).: Sus rasgos son demasiado mestizos lo que no cuadra con el hecho que la mayoría de los narcos sinaloenses son por lo general, gente blanca.   Hay que agregar otra grave distorsión.  ´El narco´ en Sinaloa siempre tuvo su propio folklore,  pero en esta serie se lanza la tesis con respecto a que Rafael Caro Quintero decidió emular el personaje ´Tony Montana´ de la película  Scarface. .   El argumento pasaría desapercibido si no fuese por el hecho que Roberto Saviano ya lo había presentado en su libro Gomorra.  Con buen conocimiento de causa, Saviano asegura que los clanes de la camorra encontraron en esta película de Al Pacino maneras de vestirse, sus gustos de opulencia etc.

Quizá lo más importante que esta serie refleja es el pacto original, histórico y que se mantiene entre el Estado Mexicano (a nivel Federal, con el presidente y todos los gobernadores) con el narco.   El narcotráfico mexicano no podría haberse transformado en el monstruo que es sin el apoyo y complicidad gubernamental.

Pero el artífice de este pacto de corrupción no fue Joaquín Guzmán Loera (cómo se ha querido hacer creer)  sino Miguel Ángel Félix Gallardo.   El primer ´padrino´..

[media-credit id=225 align=»aligncenter» width=»480″]TEXTO PARA COLUMNISTA[/media-credit]

David Martínez-Amador

Becario Fulbright del Departamento de Estado Norteamericano. Politólogo, UMASS-Amherst. Investigador Social en las áreas de Consolidación Democrática, Crimen Organizado Transnacional, e impacto del crimen transnacional en la gobernabilidad democrática. Miembro de la Red de Investigadores Latinoamericanos por la Paz y la Democracia ÍNSUMIISOS´ con sede en Ciudad de México. Profesor universitario y consultor. Ha trabajado en Centroamérica, México, Estados Unidos y Canadá.

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