No toque la bocina
#LaPicota
Hartos de esperar en el tránsito durante horas, los capitalinos presionamos la bocina de nuestros vehículos, buses, tráileres y camiones como forma de liberar tensiones cotidianas o frustración, sin percatarnos del daño que hacemos a nuestro alrededor. La contaminación auditiva, más que la contaminación del aire hace estragos en la psiquis del individuo y muy probablemente potencie su agresividad.
En ciertos puntos de la ciudad, los bocinazos en las horas pico se hacen tan insoportables que superan el hastío de las caravanas políticas que pronto empezarán a vocear los nombres de varios candidatos insulsos, con pretensiones de gobernar este ruidoso pedazo de planeta.
No comprendo por qué no somos capaces de legislar sobre una prohibición por el uso excesivo de la bocina. Es más, no comprendo cómo permitimos que se realicen conciertos al aire libre en sectores residenciales con música estridente hasta pasada la media noche. Seguro hay muchas personas con padecimientos mentales o fragilidad emocional a quienes afecta en su desempeño.
El tema de los embotellamientos de tránsito es ineludible. Ya no es un problema de las comunas sino, un asunto de urgencia nacional. La construcción de un anillo metropolitano se quedó en palabras de los políticos por décadas. En materia de vialidad el avance ha sido lento mientras el parque vehicular crece y el transporte público colapsa. El gobierno central no debe quedarse fuera de la solución, por el contrario, debe hacer propuestas, financiar y dirigir las estrategias pues está claro que el asunto tiene incidencia en la economía, el empleo, la productividad, el ahorro de divisas y la salud mental de los habitantes, lo que también incide en los índices de criminalidad.
En el fondo lo que pasa es que no existe voluntad política. No quieren enojar a los financistas de sus campañas políticas, ni quieren gastar de más en carreteras ya sobrevaloradas. A las empresas extranjeras que desean invertir en medios de transporte les piden comisiones exorbitantes o una tajada de sus acciones, algunas veces a cambio de ayudarles con las trabas burocráticas hechas, precisamente, con el fin de entorpecer los procesos inversión, compra o contratación de obras.
El rebaño político, especialmente el que integra el Congreso, solo muestra interés en legislar sobre el día “d”; nombrando el día de tal o cual cosa, como si fuese lo más importante para el país. A pocos días de iniciar la contienda electoral, insto a los diputados actuales y a quienes tengan intensiones de postularse para que hagan un examen de conciencia y se pregunten, ¿Qué propuestas llevarán al Congreso para mejorar la vida de los guatemaltecos?
A los más inteligentes les dejo una idea: legislar para abrirle puertas a la inversión extranjera enfocada en sistemas de transporte terrestre, aéreo y marítimo con el fin de crear empleos, mejorar el intercambio comercial, ahorrar divisas por pago de la factura petrolera y, de paso, disminuir los dolores de cabeza que nos causan los bocinazos de las camionetas en las horas pico. Si son más listos, la recomendación es darse una vuelta por la ciudad de Medellín, Colombia. Allí podrán apreciar un metro de superficie de primer mundo, un teleférico que sirve a las zonas más pobres y las integra a la urbe, funiculares que recorren las calles de los barrios y rutas de buses que se enlazan con las estaciones principales. También podrán apreciar los sistemas de recolección de basura, reciclaje y manejo de desechos.
En los próximos meses veremos un desfile de personajes desconocidos pidiendo votos. Habrá mucha oferta, pero de mala calidad. Nuestro deber ciudadano es informarnos para votar por los mejores, aquellos que tengan propuestas viables para solucionar los problemas sociales que nos aquejan. Debemos poner especial énfasis en la integración del próximo Congreso pues, con la clase política actual nos quedaremos varados como un viernes en hora pico.