Año viejo, año nuevo

#LaPicota

Un nuevo año se aproxima y, con él, nuevas propuestas para hacer mejor las cosas. Después de los convivios y las luces, tendremos que cargar con la culpa de lo que se hizo mal. El recuento de nuestras acciones servirá de mucho o de poco, según la humildad o arrogancia de cada quien, pero no podremos soslayar las consecuencias. El tiempo evidenciará los aciertos y errores de nuestras acciones.

Quienes viven de espaldas al futuro verán con asombro los acontecimientos que se desencadenarán próximamente. Serán hechos que marcarán nuestra historia de manera trascendental, con posibilidad de un enorme retroceso para la democracia del país. Los sectores políticos y sociales moverán sus piezas de acuerdo a sus intereses, como lo han venido haciendo por décadas, sin importar las consecuencias para los demás. Los intereses personales privarán y los alcances catastróficos no se harán esperar.

El año viejo se va, dejando atrás una economía devastada, una sociedad dividida, una nación con más problemas que soluciones. El año nuevo se construirá sobre la promesa de un cambio que dista mucho de ser mejor.

El enfrentamiento entre los grupos políticos promete una campaña electoral feroz, plagada de corrupción y falsas expectativas. El gobierno, lejos de enderezar el rumbo, parece empeñado en caminar sobre el fango, lo que dejará secuelas para quienes se presten al juego de las mafias. De poco servirá lamentarse por no haber tenido la entereza de tomar las decisiones apropiadas.

Dejamos un año de extrema confrontación ideológica, pocas veces vista desde el fin del conflicto armado interno; también, lleno de confusión alimentada por las redes sociales manipuladas, vendidas, sesgadas y cooptadas por fuerzas tenebrosas cuyo interés es mantener el statu quo, o bien, imponer sus agendas y hacerse del poder para beneficios personales.

La sombra de la corrupción se cierne sobre todas las entidades del gobierno. La ineptitud y la desidia son la norma entre los burócratas. La resistencia al cambio es la consigna de los sindicatos que se alimentan con el hambre del pueblo, en tanto, los políticos se doblegan para proteger sus caudales electorales.

A pesar del panorama poco alentador, los ciudadanos mantenemos la esperanza de un país mejor. Sabemos que nuestra tierra es fértil, pero no hemos sido capaces de cosechar los frutos de la abundancia. Estos días deberemos reflexionar sobre el pasado, para poder construir el sueño de la prosperidad y encender la luz que ilumine nuestras acciones futuras. Mi deseo es que nos unamos en el propósito de construir una gran nación.

TEXTO PARA COLUMNISTA

Roxana Ávila Martínez

Doctora en Ciencias Sociales y Políticas, Universidad pontificia de Salamanca, Madrid, España. 2015. Licenciada en Informática y Administración Pública, Universidad Francisco Marroquín 2003. Colegiada No. 9228