Capitalismo, Consumismo y Navidad
NuevaSociedad
La relación que se establece entre los grandes productores y vendedores es cada vez más estrecha, fuerte y diversificada dentro de la economía global. Se amplía y se hace más profunda en épocas como la navidad, restándole espacio y sustituyendo a la reflexión, al pensamiento y a la atención de los graves problemas sociales que cada vez se acrecientan más, por las compras que cada vez son más grandes y ocupan más espacio dentro de nuestras vidas. Aunque si hay que reconocer que han fortalecido los lazos familiares de acceso y disfrute de los bienes materiales a la familias, en especial, sólo que por lo general en demasía, impulsado por este consumismo al cual nos sometemos con placer.
Llama la atención el círculo virtual y sobre todo real que se establece entre estos fenómenos, si se contrapone con las inexistentes propuestas y acciones de este capital industrial para superar la crisis ambiental y el cambio climático. Esperaríamos que para este próximo año 2019, se impusiera y fortaleciera aún más en la conciencia social y ambiental, la urgencia de tomar medidas y acciones concretas y efectivas sobre todo contra este consumismo que requiere una reorientación en los métodos y en los bienes de consumo que se producen. Paralelo al desarrollo de programas de información, educación ambiental y participación de la población, se fortalezcan valores éticos a favor de la conservación, la disminución del consumo y el reciclaje para lograr objetivos que lleven a las poblaciones a consumir menos y a conservar más.
Hace más de un año que se firmó el acuerdo mundial en Francia contra el cambio climático y los resultados son muy escasos. Un ejemplo importante es la poderosa industria que se ha desarrollado para la producción de artículos de consumo de todo tipo, pero en especial la enorme producción de bolsas y botellas de plástico, cajas de papel elaboradas, con sumo cuidado para empacar cualquier artículo por pequeño que se compre.
Es toda una enorme industria de producción de objetos, envases y cajas que cada vez se amplia y se fortalece más. Su objetivo es casi irracional, a veces provoca la sensación de que nos vamos a ahogar entre plásticos y papeles. Es producir regalos, empaques de regalos, ropa, entre muchos objetos más. Es una importante fuente de trabajo internacional que genera enormes ganancias a sus propietarios, a cambio del consumo exagerado de recursos naturales como son los árboles y el agua. La contaminación y mala calidad del aire es parte de la ganancia de los propietarios. Si hacemos un balance entre consumo y empleo, en el contexto de la crisis climática, se concluye que el daño ambiental es enorme lo que encarece el valor social de la producción. El que carga con estos costos es el medio ambiente, o sea nadie.
Se ha hecho mucha conciencia y educación a nivel global sobre las dimensiones, efectos y consecuencias de estas crisis ambientales. Le toca ahora la capital dar respuesta y proponer novedades productivas y soluciones reales, así como proveer los medios para ejecutarlas. Por ejemplo llegar a un acuerdo para limitar la sobreproducción de bolsas de papel por las tiendas comerciales, como ya lo hacen algunos empresarios. Esto sería de importancia para disminuir los efectos del consumismo y del efecto negativo ambiental de estas empresas, que junto con actividades como la producción ganadera, la construcción de viviendas y el consumo del petróleo hacen casi inviable un mundo ambientalmente sano. Otro ejemplo digno de mencionar es la crisis del agua que ha sufrido España durante el verano y el otoño de este año 2018. Un país que vive en gran parte de los ingresos del turismo no ha resuelto adecuadamente la administración y distribución del agua, ante la escasez del recurso.
España es uno de los países que han apostado por el turismo, ha tocado los límites de este modelo turístico y de consumo de lujo, al no contar con los recursos naturales necesarios para garantizar esta actividad comercial, lo cual le da cierta inviabilidad en el mediano y largo plazo. Al igual que el modelo de consumo europeo, según lo expresan docentes universitarios españoles y europeos preocupados, conscientes por esta situación y preocupados de que tanto España como Europa exceden sus límites ambientales. Todo lo cual muestra los reducidos beneficios para la sostenibilidad de estos modelos socio-económicos que se basan en la producción industrial intensiva en recursos humanos, construcción habitacional y el consumo de recursos naturales y agrícolas. No es una salida auto sostenible, sino más bien compromete la existencia de los recursos naturales, pues alimentar y dar bienestar a más de 50 millones de turistas al año pone en peligro la cantidad y calidad de los recursos naturales. Pero que a diferencia de países como los nuestros están buscando salidas por la vía tecnológica para afrontar esta catástrofe con la producción de automóviles no contaminantes, por ejemplo. Nosotros somos simples consumidores de estos bienes.
Una economía capitalista que busque el consumo masivo y la ganancia privada a toda costa ya no es la salida para los países dentro en el contexto de cambio climático. Significa el consumo y deterioro masivo del ambiente de los países que han generado una economía que no asegura un modelo estable y de largo alcance que en países como los Centroamericanos que tienen que tomar en cuenta como ejemplo los resultados del caso español. Por lo que es importante destacar que la capacidad de propuesta y de respuesta está ahora del lado del capital, si los empresarios y dirigentes nacionales e internacionales quieren o pueden llegar a tener algunas soluciones capaces para superar esta crisis global actual. ¿Será posible? Esperamos las respuestas.
