Anastasia Románova versus Anna Anderson
Editado Para La Historia
La ciudad de Berlín es atravesada por un pequeño río llamado Spree y en el puente que atraviesa a uno de sus canales una joven intenta suicidarse tirándose al agua congelada. Corre febrero de 1920. Un policía la ve y la rescata, la lleva a un hospital y más adelante a un asilo de personas con problemas mentales. Ella no habla, tampoco tiene documentos y es registrada en ambas instituciones de salud como “Señorita Desconocida”.
Cuando comienza a hablar habla con fluidez el alemán y una enferma de la institución, que había sido costurera en Rusia antes de la revolución bolshevique, leyendo un periódico ve una fotografía de la familia imperial rusa. Al ver el parecido de la enferma con una de las hijas le dice: – Yo sé quién eres. A lo que responde la Señorita Desconocida: – Cállate.
Recordemos que el último zar de todas las Rusias, Nicolás II, había casado por amor con Alejandra de Hesse-Darmstadt, pequeño reino independiente alemán de antes de la unificación de Alemania en un solo imperio. De este matrimonio nacieron cinco hijos: Olga, Tatiana, María, Anastasia y el benjamín, Alexei, heredero al trono imperial, querido por todos pero aquejado por la horrible enfermedad de la hemofilia transmitida por su bisabuela la reina Victoria de Inglaterra a varios de sus descendientes varones, entre ellos Alfonso XVIII de España.
Después de la revolución de febrero de 1917, liberal y socialista, su padre Nicolás tuvo que abdicar al trono y fueron recluidos a domicilio en el Palacio Mijaílovskoie en Peterhof y después, con la llegada de los bolsheviques en octubre de 1918, fueron enviados inicialmente al convento de Tobolsk y posteriormente a Ekaterinenburgo a la casa del comerciante Ipatiev donde todos fueron fusilados.
Volvamos al asilo de enfermos mentales de Berlín. Ante el decir de aquella costurera de que la Señorita Desconocida era una Románova empezaron a visitarla varias personas allegadas a la familia imperial y que habían logrado huir de los horrores de la revolución. Algunos desconocían completamente a la joven como una Románova y otros, entre ellos la nodriza de Anastasia en vida y la enfermera Tatiana Bótnika (hija del doctor Evgeni Bótkin, doctor de la familia imperial y una de las víctimas de la masacre de la casa Ipatiev) reconocieron en ella a la menor de las hijas mujeres, a Anastasia. La Señorita Desconocida comenzó a sentirse más cómoda y a asumir su papel de princesa imperial.
Del lado de los detractores estaban los que alegaban que la pretendiente no hablaba ruso y que hablaba bien el alemán, idioma que Anastasia había rechazado aprender. Entre las personas favorables se alegaba que las pruebas morfológicas y de grafología apuntaban a que realmente era Anastasia. Otros primos alemanes también reconocían en ella a Anastasia.
Todo se complica al decir la pretendiente que en diciembre de 1916, en plena Guerra Mundial, el “tío Ernie” había venido en un viaje secreto a San Petersburgo a negociar una paz por separado de Alemania (Ernest de Hesse era hermano de la emperatriz) con Rusia. Gran escándalo, la posición de del Gran Duque Ernest era delicada ante esta declaración. Había que cortar de seco los rumores. El Gran Duque Ernest contrata a un detective que descubre que la pretendiente no es otra que Franziska Schanzkowska, obrera polaca, y que nada tenía que ver con la familia imperial. Es decir, una impostora.
La pretendiente contaba que después del fusilamiento de la casa Ipatiev ella fue rescatada por un soldado ruso que vio que aún respiraba. La sacó a escondida hacia Rumanía donde se casó con ella y tuvo un hijo. Que su esposo, de apellido Chaikovsky, como el compositor, con el que había tenido un hijo que le fue arrebatado al nacer, había sido asesinado en las calles de Bucarest, razón por la que un hermano de él, para protegerla, se la llevó a Berlín donde la abandonó, motivo por el que ella intentó suicidarse.
La real Anastasia era una chica un poco regordeta, hermosa, juguetona, amante de la música y de la fotografía, le gustaba ver películas (mudas en la época) y quería ser actriz (para gran desconsuelo de su madre), era irrespetuosa del protocolo imperial, quería ir a una escuela pública para hacerse amigas y era muy amada por todos los que la conocían.
En 1970 se termina un largo juicio en la ciudad de Hamburgo en el que se llegó a la conclusión de que si bien no había pruebas de que Anastasia hubiera realmente sido asesinada aquella fatídica madrugada en la casa Ipatiev tampoco había pruebas suficientes para demostrar que la pretendiente fuera realmente una Románova. Después de este juicio la pretendiente, quien a la sazón había adoptado el nombre de Anna Anderson, emigra a los Estados Unidos y se casa con un hombre veinticinco años más joven que ella.
En septiembre de 1978 un geólogo de apellido Avdonin y su amigo el escritor Geli Ryabov encontraron unos restos de troncos de ferrocarril en los bosques a las afueras de Ekaterinenburgo, lo que correspondía con los escritos sobre el asesinato de la familia y sus acompañantes. Volvieron en primavera cuando las condiciones atmosféricas eran más propicias y después de excavar encontraron los restos óseos de varias personas. Sellaron todo y por miedo no hablaron más. Ya en abril de 1984 al calor de la glásnost de Gorvachov, Ryabov publica en el periódico “Noticias de Moscú” una nota anunciando su descubrimiento de 1984.
Los restos correspondían a cuatro hombres entre 50 y 65 años, el de 2 mujeres de 50 años, el de una mujer de entre 20-25 años y el de dos jóvenes entre 18-20. Se suponía que era Nicolas, su médico, su mayordomo y su cocinero, la Emperatriz y su doncella, Tatiana y Olga y María. En 1998 una comisión gubernamental determina, después de pruebas de biología molecular y de ADN mitocondrial, que los restos pertenecen efectivamente a la familia imperial y a sus empleados.
Por otra parte, el Duque de Edimburgo, esposo de la actual Reina Isabel II de Gran Bretaña, es nieto de Victoria de Hesse-Darmstadt, hermana de Alejandra (es decir, sobrino nieto de la zarina). Para las pruebas en 1998 y otras posteriores él se prestó a dar muestras de su ADN para confirmar la procedencia de los restos encontrados.
Paralelamente en 1979 Anna Anderson se había hecho en los Estados Unidos una operación del colon por una oclusión intestinal. Durante esta operación los médicos tomaron y conservaron una muestra de colon de la Sra. Anderson. Esta muestra sirvió más adelante pues la Sra. Anderson falleció en Virginia en 1984 a la edad de 87 años y posteriormente a su muerte fue cremada. En 1994 el Señor Karl Maucher, hermano de Gertudre Schanzkowska, hermana de Franziska, también dio una muestra de sangre para un estudio de ADN comparándolo con la muestra de colon conservada en Virginia. Sin duda alguna eran parientes cercanos con lo que se cerró el caso al determinarse que Anna Anderson era una impostora.
Todos estos resultados fueron ratificados en 2008 por la universidad de Massachusetts.
Como hemos dicho en otro artículo precedente, los 7 miembros de la familia, a saber: Nicolas II, Alejandra Fiedórovna y sus cinco hijos, Olga, Tatiana, María, Anastasia y Alexei fueron enterrados en ceremonia solemne en la Iglesia de Pedro y Pablo en el fuerte del mismo nombre frente al Ermitage de San Petersburgo y más tarde fueron canonizados por la Iglesia Ortodoxa Rusa como mártires.
De esta historia, que tanta tinta hizo derramar en todo el mundo durante el siglo XX, se hizo una película muy libre interpretada por la hermosa Ingrid Bergman y Yul Brynner en 1956 y otra versión de 20th Century Fox en 1997.
Todavía durante el régimen soviético Boris Yeltsin, responsable del Partido Comunista en la región, ordenó derrumbar la casa Ipatiev que se había convertido en lugar de peregrinación para los nostálgicos de la monarquía. Fue precisamente Yeltsin, ya como Presidente de la Rusia no comunista, el que mandó a construir una Iglesia en el mismo lugar que ocupara la otrora casa que lleva el nombre de Iglesia sobre la Sangre.
En este caso fue la técnica moderna la que ayudó a descifrar un misterio de casi 80 años de una familia que, a pesar de los pesares, ha hecho viajar la imaginación de muchos que la han conocido.
