El demonio que llevamos dentro
COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO
“Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada”.
Edmund Burke (1729-1797) Político y escritor irlandés.
Me lastima la gente sin corazón,
que lleva consigo una gran coraza,
dispuesta a herir con la mirada,
que no siente nada más que odio
entre sus venas, y que envaina
un río de fuegos y venganzas,
un mar siempre en furia,
preparado a batirse en guerra,
antes que perdonar y ser clemente,
que ofrecer un brazo en abrazo.
Con cara de piedra y ojos de víbora,
caminan por doquier, sin rumbo,
pero tejiendo un lenguaje frío,
capaz de matar la ternura de un niño,
de sembrar abecedarios del ojo por ojo,
aunque el mundo se vuelva insensible,
nada les importa, únicamente dar aire
a la espiral monstruosa de la violencia,
hasta volverse un Caín sin alma,
y poder envolverse de un amor ausente.
Volvamos al verso, el beso más puro,
que el cariño es el que nos reconforta,
el que nos redime y nos hace ángel.
Que la violencia nos roba la conciencia.
Que las batallas nos dejan sin luz.
Que del fanatismo a la barbarie
sólo media un paso, y el peso es cruel,
nos deja sin aliento, pues quien vierte
terror en cada esquina, deja de ser amor,
y es sólo maldad, sin apenas virtud alguna.