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Una mujer sin derechos, es una sociedad sin futuro

Sueños…

Cuando observamos los males de Guatemala, parece ser que lo monstruoso no tiene límite. Sin embargo, una nueva mancha aparece siempre, llenando de estupor al observador de aquella fatídica sociedad. El 8 de marzo, el mundo inundó sus calles con millones de mujeres levantando la voz en contra de la opresión femenina. La mujer se incorpora activamente a la vida económica, política y cultural del mundo. Llenando de música, cariño y fuerza la vida social y generando un sentimiento de paz y esperanza en el futuro.

Guatemala, no es así. Un país en donde la discriminación es lo normal, la mujer sufre innumerables discriminaciones. Desde el asesinato diario, la esclavitud en el hogar y la falta de oportunidades en el estudio, el trabajo y el respeto mínimo. Todas las mujeres son discriminadas en una sociedad horrendamente machista. Las más pobres y las indígenas son doblemente discriminadas. Las discrimina el hombre que les impone su fuerza e ignorancia, y las discriminan las mujeres de los grupos privilegiados. Aún las mujeres de familias de dinero se doblegan cuando se imponen el yugo de la esclavitud al ponerse el “de” antes del apellido del marido, demostrando que son propiedad de un “macho”.

Según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadísticas de Guatemala, INE, que como todo en este célebre país no se caracteriza por su actualidad, se dice que el 17% de los hombres es analfabeto y el 30% de las mujeres. El 15% de la población no indígena es analfabeta, y el 31% de los indígenas. De cada mil mujeres, 4 dan a luz a la edad de 13 años, 39 a los 15, 76 a los 16, 148 a los 19. La mayoría mujeres solas y sin educación. El salario de los indígenas es un 63% del salario de los ladinos. Y la situación de la mujer es de esclavitud. Trabajan por la comida en las casas de las clases medias y adineradas de las zonas urbanas. Sometidas a la esclavitud del trabajo y del sexo.

El salario de las mujeres en Guatemala, es 16% menor que el de los hombres. Del trabajo en órganos del gobierno, en los gabinetes ministeriales solamente son el 21% del total; en el congreso 12%; en la corte suprema de justicia, 8%; y en alcaldías el 2%

Sin olvidar que es uno de los países con indicadores más altos de femicidios de América. Es tan discriminada la mujer que es la única que mantiene los trajes típicos, los hombres se visten de ladinos. Sin olvidar que contra las mujeres se cometen crímenes masivos como el asesinato de las

41 niñas en San José Pinula hace cerca de dos años.

En este maremágnum vienen creciendo las luchas de la mujer por sus derechos. Aunque algunos pretenden, y lo pueden conseguir, convertir este día en un día más de comercio, las mujeres del mundo vienen incrementando sus acciones y sus reclamos por la igualdad de derechos en la sociedad. En toda Europa, especialmente en España, las mujeres celebraron un día de lucha y huelga general. Pretenden, y ojalá lo logren, paralizar a Europa todos los 8 de marzo hasta alcanzar la justicia y la equidad.

Las mujeres viven desde hace 3 siglos en un proceso de lucha y consciencia. La consciencia de no ser sexo débil, ni esclavo. Quieren y pueden destrozar el sistema paternalista, tienen enfrente toda una cultura de sometimiento e ignorancia religiosa y política. Formalmente, Naciones Unidas declaró el día de la lucha de la mujer, el 8 de marzo, desde 1975.

Ningún derecho existe sin luchas y sacrificios. Los derechos de la mujer, que apenas están empezando a respetarse tiene ya tiempos de historia. Cuando la revolución francesa levantó la bandera de la igualdad, la fraternidad y solidaridad, eran derechos para los hombres, en 1789. Pero, desde ese momento surgieron mujeres abnegadas que iniciaron la lucha por el reconocimiento de su papel en la sociedad. Mientras más derechos tiene la mujer, mientras más elevado y reconocido su papel, mejores destinos se alzan en el porvenir para todos.

En 1848, las estadounidenses Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott llamaron a la primera convención nacional por los derechos de las mujeres, en Estados Unidos. Exigiendo que hombres y mujeres somos creados iguales y exigiendo derechos civiles, sociales, económicos, políticos y religiosos para las mujeres.

La revolución de octubre, en Rusia, levantó las banderas de lucha en el mundo. Como antesala de aquel acontecimiento en 1908 las mujeres mantuvieron constantes movilizaciones por los derechos de la mujer en Nueva York. Exigiendo mejores salarios, horarios de trabajo y el derecho a votar. En 1909, el Partido Socialista de América declaró el 28 de febrero el día nacional de la mujer. En 1910, la comunista alemana Clara Zetkin, se convirtió en la portavoz de la unión internacional de las mujeres convocando a crear un día internacional para sus batallas. Tanto las mujeres rusas, como las mujeres de todo el mundo enarbolaron las luchas de marzo exigiendo el fin de la carnicería de la I guerra mundial. Estableciéndose el 8 de marzo como la fecha fundamental para levantar las banderas de la paz, la mujer y el progreso sin guerras.

Algunos datos de la prensa internacional apuntan a que estos primeros tres siglos de lucha femenina apenas comienzan la gran tarea de recuperar los valores y sueños de la humanidad.

Solo una de cada cuatro miembros del parlamento en el mundo es mujer; ni el 10% de países del mundo tienen como presidentas o jefas de Estado a mujeres; prácticamente todas las mujeres sufren alguna forma de violencia en el mundo; en algunas aún son esclavas del hogar. 830 mujeres mueren diariamente por problemas en el embarazo; pasarán más de cien años para cerrar la brecha de ingresos.

Aún en los detalles aparentemente secundarios como usar tacones, faldas, maquillarse, y servir en el hogar, las mujeres tienen un mundo por delante. No tienen nada que perder, y tienen un mundo por delante para reconstruir nuestras relaciones en términos de equidad de género, y recuperación de las condiciones de vida del resto de animales, que merecen un mundo mejor, igual que el humano.

TEXTO PARA COLUMNISTA

Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.

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