Columnas

Todo cambia, nada cambia

Pensamiento Crítico

¿Estamos condenados a nunca tener cambios estructurales?

Es frustrante vivir en este bello país con tantas personas con talento, con ideas, con deseos de un mejor futuro, y ver que en las pequeñas acciones que reflejan nuestra cultura no existen cambios, reacios a ceder en el status quo. Resistiendo el cambio.

La época electoral saca los verdaderos colores. Nos revela como sociedad. Los discursos cambian, pero las prácticas se mantienen. Estructuralmente somos incapaces de tener avances. Este proceso electoral no es distinto.

Ya no puede engañarnos el discurso de una nueva clase política, pues tal cosa no existe en ninguno de los partidos políticos. En mayor o menor medida las estrategias políticas de siempre continúan. En su mayoría sirviendo como vehículos electorales de aquellos que ya ostentan poder formal.

Las tácticas electoreras se replican. Esta semana en la red social twitter algunos periodistas evidenciaron como varios usuarios, que atribuían como parte de los net centers, estaban repitiendo mensajes idénticos en favor de los partidos políticos Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) y FCN-Nación, el partido oficial. Lo que indica que existe algún tipo de alianza. Recordando la alianza que hace cuatro o cinco años tuvo el Partido Patriota (partido oficial en su momento) y Líder, la supuesta oposición.

Esto resulta delicado, pues de repetirse este modelo de alianzas el único perjudicado es el sistema. Se perpetúa con ello un modelo de mantenimiento de privilegios entre los políticos tradicionales. Tan dañino para el país, pues tiene influencia sobre decisiones de Estado. Recordemos que este año se nombran nuevos Magistrados de la Corte Suprema de Justicia y de las Salas de Apelaciones, que serán los encargados de dirigir el sistema de justicia en Guatemala. Pone en riesgo, nuevamente, que este sistema sea servil a los intereses de actores políticos, en detrimento del fortalecimiento de la independencia judicial. Sobre todo, cuando se ha judicializado tanto la política.

La agenda política durante este último gobierno, tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo, ha distado de enfocarse en realizar reformas estructurales. Hemos sido testigos de cómo en estos últimos cuatro años en vez de existir una preocupación por afrontar los problemas endémicos del país, los esfuerzos se han focalizado en atacar el riesgo de perder los privilegios.

La luz de esperanza que veíamos hace cuatro años, se mira cada vez más opaca. No porque falte esperanza y determinación por parte de un gran grupo de guatemaltecos, sino porque el sistema nuevamente se ha alineado para oponerse a cualquier cambio. Sin embargo, el guatemalteco propositivo no debe de rendirse. Debe seguir denunciando, fiscalizando y abriendo espacios que sirvan para cambiar esa cultura que nos tiene prisioneros.

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