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Santa Genoveva de París

Editado Para La Historia

Al oeste de París se encuentra la ciudad de Nanterre (hoy conglomerada dentro del Gran París), lugar donde se encuentran muchos edificios públicos de esa región. Fue allí, en Nanterre, que nació en el año 420 una niña bautizada con el nombre de Genoveva.

Su padre fue militar romano y posteriormente magistrado municipal, por lo que a su muerte a ella le correspondió la curia de su padre desde una temprana edad, lo que le dio autoridad entre sus conciudadanos.

Cerca de Nanterre estaba París, pequeña ciudad de tan sólo 5 mil habitantes en la época y que se llamaba Lutecia, nombre que le habían dado los romanos que la fundaron sobre una pequeña aldea ya existente de los antiguos galos.

Desde joven Genoveva se hizo notar por su vida dedicada a la religión católica y a la edad de 8 años el obispo Germán de Auxerre, en camino hacia Inglaterra para luchar contra la herejía de Pelagio (monje británico ascético y acusado de heresiarca), la encuentra en Nanterre donde la exhorta a dedicar su vida al Señor, lo que ella acepta complacida. Así recibe el derecho de instruir a las mujeres y de poseer la llave del baptisterio de la catedral de París. Poco después realiza su primer milagro al devolverle la vista a su madre ciega.

Los parisinos la desprecian, pero una vez más es honrada públicamente por San Germán hablándole a la chica con respeto, incluso con reverencia e incitó a los conciudadanos a que trataran a la chica con de la misma forma. En una ocasión debido a una grave enfermedad estuvo en coma durante tres días, al volver en sí contó que había visitado el Cielo y el Infierno en compañía de un ángel que la llevaba de la mano y hablaba de la felicidad absolutamente inimaginable que esperaba a los justos en el Paraíso.

En el año 461 corrió la voz de que los hunos, dirigidos por el temible Atila, conocido por su ambición y crueldad, había entrado en Galia y los parisinos entraron en un verdadero pánico queriendo huir antes de que llegara tan temido enemigo. Genoveva pidió a los hombres no huir y al puñado de mujeres dedicarse a la oración para evitar que “El Flagelo de Dios”, como se le llamaba a Atila, pasara por París. La tradición cuenta que allí donde pisaban las patas del caballo de Atila no volvía a nacer nunca más la hierba. Efectivamente los hunos fueron repelidos por el ejército romano. Más tarde volvió Atila y una segunda vez Genoveva impidió que los ciudadanos abandonaran su ciudad alegando que los hunos no pasarían por París.

Santa Genoveva murió en 502 a la muy avanzada edad de 82 años después de haber realizado múltiples milagros: la recuperación de la vista de su madre, la protección de París, en la construcción de la basílica de San Dionisio multiplicó el agua cuando no había suficiente para calmar la sed de los obreros, y muchos otros milagros más, incluso después de su muerte.

En 1790 se termina en París la Iglesia Nacional, a ella consagrada y acto seguido los revolucionarios la transforman en templo republicano, siendo transformada en “Panteón de los Grandes Hombres” donde desde entonces descansan las grandes personalidades de la historia francesa.

Las reliquias de Santa Genoveva se encuentran en la Basílica de los Santos Apóstoles a pesar de haber sido mancilladas durante la revolución francesa en 1793. Su fiesta es el 3 de enero.

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Franck Antonio Fernández Estrada

traductor, intérprete, filólogo ([email protected])

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