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Joven príncipe busca novia nacida para ser princesa

Editado Para La Historia

46 metros de tafetán, 290 metros de encaje, un pastel de 90 kilos y 2 metros de alto. Un traje de bodas ajustado por la parte superior con la ayuda de un fajín que estilizaba la figura, de un corte muy femenino elaborado con encaje y cuello alto abotonado, el cuerpo de encaje y manga larga y una falda de gran volumen, confeccionada en seda. Como complementos un bouquet de lirios del valle y una diadema decorada con flores de azahar, tallada en brillantes y perlas que servía para sujetar un velo de 90 metros de largo de tul de seda. Adjudicación de cuatro títulos de duquesa, cuatro títulos de marquesa, siete títulos de condesa y nueve de baronesa. Reportaje de la Metro Golden Meyer, quien pagó 300 millones de francos franceses, una parte del costo de las festividades, por la exclusividad del evento. Lluvia de claveles blancos y rojos (los colores del país) tirados desde un hidroavión propiedad de Aristóteles Onassis. Así fue la boda del siglo celebrada el 19 de abril de 1956 entre el príncipe Raniero III de Mónaco y la hermosa Grace Kelly. A la boda asistieron las cabezas coronadas de Europa, el Aga Khan, la Begum, Ava Gardner, Frank Sinatra, el rey Faruk de Egipto entre muchos otros para celebrar esta unión digna de y a semejanza de una película de Hollywood.

Grace Kelly fue la hija mujer de un matrimonio con otros tres hermanos. Su padre era un famoso atleta que había hecho fortuna en la construcción y que no se vio afectado por la gran crisis económica mundial de 1929 por haber sabido distribuir inteligentemente su dinero.

Desde niña fue menuda y enfermiza, como medio tonta, y los padres se preguntaban cuál iba a ser el futuro de esta niña. Al crecer se trasladó a Nueva York donde empezó a trabajar poco a poco como modelo y a salir en publicidades de la televisión. Su perfecto estilo norteamericano hizo que la televisión le diera al comienzo pequeños papeles en series televisivas y después papeles de mayor importancia. También comenzó a trabajar en el teatro, lo que llegó a ser su gran pasión. Después vino Hollywood y vino Hitchcock, quien la convirtió en la heroína de tres de sus magistrales obras de suspenso.

Con posterioridad, Grace vino al Festival de Cannes de 1955 para presentar su película “Una chica de provincia” y con este motivo fue presentada al príncipe Raniero III que desde hacía 6 años gobernaba sobre el cercano y pequeño Principado de Mónaco. Todo mundo en Mónaco se preocupaba por el destino de su país porque acuerdos con Francia decían que si el Principado se quedaba sin heredero varón legítimo perdería su independencia y formaría a ser parte de la República Francesa. Los monegascos no solo perderían así su independencia sino también sus prebendas fiscales pues los monegascos de pura cepa no pagan impuestos.

Después de presentarle parte del palacio principesco y sus jardines y una vez Grace de regreso a Estados Unidos comenzaron a conocerse mejor a través de una frecuente correspondencia epistolar. Ese año la familia invitó al príncipe por Navidad a su residencia de Filadelfia y allí quedaron estipulados los términos del matrimonio. Fue de rigor un examen médico para confirmar que la hermosa joven era capaz de ser madre, su futura principal misión.

Mónaco había perdido mucho de su esplendor después de la Segunda Guerra Mundial, ya no venían los ricos príncipes rusos a gastar sus fortunas en las ruletas del país y Mónaco necesitaba aires nuevos.

La hermosa chica estadounidense llegó acompañada de sus amigos, familiares y una miríada de periodistas, camarógrafos y fotógrafos desde los Estados Unidos en el paquebote United States Constitution. Hasta la peluquera personal de Grace para sus películas en Hollywood formaba parte del viaje. El príncipe Raniero fue a darle la bienvenida en su yate.

De este matrimonio nacieron los príncipes Carolina, Alberto y por último Estefanía. Grace jamás se conformó con el hecho de abandonar Hollywood y las tablas del teatro porque su rango y el pueblo de Mónaco se lo impedían, pero más adelante tuvo la ocasión de prestar su voz en la narración de documentales de gran prestigio sobre El Hermitage de San Petersburgo y sobre la escuela de ballet Vogánova de esa ciudad. También tuvo la ocasión de leer poemas en universidades inglesas con lo que tuvo la posibilidad de volverse a encontrar con el público, tan querido para ella.

Grace Kelly falleció en septiembre de 1982 de regreso a palacio desde su casa de campo. El coche, que ella misma conducía, tuvo un terrible accidente en las mismas peligrosas curvas por las que manejara con Cary Grant como copiloto en su película “Para atrapar al ladrón”.

La sobrevivió durante 23 años su amado esposo Raniero. Con posterioridad su hijo Alberto tomó su papel de príncipe bajo el nombre de Alberto II y ya cuenta con dos hermosas criaturas que garantizan la independencia de Mónaco y que, en el futuro, los monegascos de pura cepa no tengan que pagar impuestos.

Grace con la princesa Diana y la Reina Astrid de los belgas forma parte de una triste trilogía de princesas que murieron por accidentes del volante.

El resto son noticias (o chismes) de las revistas de corazón, televisión y novelas.

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Franck Antonio Fernández Estrada

traductor, intérprete, filólogo ([email protected])

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