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De noche, todos los gatos son pardos

Catarsis

El refrán, «De noche, todos los gatos son pardos» hace referencia a que, en la oscuridad, es fácil disimular y hasta esconder lo negativo de una persona o una cosa. Y mi percepción es que, entre más se acerca el 16 de junio, más se asemeja este refrán a la realidad de nuestros candidatos.

De las entrevistas que he podido hacer y las que he visto en los medios, todos brillan cual estrellas en el firmamento, todos tienen los mejores planes de gobierno, de trabajo y son casi un estuche de monerías. Cuando se les hacen cuestionamientos, algunos de ellos se enfadan como si los ciudadanos no tuviéramos el derecho a cuestionarlos. Estas personas pretenden dirigir el destino de nuestra nación y hacer uso de nuestras finanzas, sí me refiero al dinero que todos pagamos en impuestos y que ellos luego gastan o más bien mal gastan, y no han faltado los que roban, estafan y hasta extorsionan con el dinero público. Considero que es nuestra obligación ciudadana cuestionarlos. Hay algunos que se ofenden, otros que se enojan y luego mandan a su horda de hinchas a callarte y no falta el que te llama corrupto por tan solo preguntar y cuestionar. Estos quieren parecer gatos pardos, quieren que los veamos solo en la oscuridad para que no podamos ver sus defectos, engaños y mentiras.

Un funcionario público debe ser cuestionado y debe aceptar los cuestionamientos, es su obligación aceptarlos y responder a ellos. ¿Cómo es posible entonces que un candidato que aún no ostenta un cargo ni ejerce el poder se moleste por ser cuestionado? ¿Qué podemos esperar de un candidato que no acepta los cuestionamientos? ¿Un tirano? ¿Alguien que buscará censurar a los medios?

Las campañas no existen exclusivamente para que los candidatos regalen pelotas, láminas, den abrazos, sonrisas y hagan promesas que difícilmente podrán cumplir, la campaña es el momento en el que los ciudadanos debemos preguntar, preguntar y volver a preguntar, por más que a los candidatos les moleste o incomode.

El problema también radica en que las campañas generan muchas pasiones y mucho fanatismo, creamos ídolos de barro y nos molesta que otro cuestione al candidato de nuestra preferencia. Pero al mismo tiempo, no nos incomoda cuestionar y que cuestionen a los otros candidatos. Cuando es el mío y es cuestionado me parece “un abuso y una falta de respeto”, pero, cuando es a otro, “es justo y necesario”. ¿Saben como le llamo a eso? Hipocresía y doble moral. No vengamos entonces a pedir cambios en este país si no estamos dispuestos a tolerar cuestionamientos a nuestros ídolos. Y es en parte una de las principales razones por las que las cosas difícilmente van a cambiar. Que yo admire y respete a alguien no significa que tenga que permanecer ciega ante sus defectos y carencias, sobre todo si el destino de nuestro país y por ende, el mío, está en juego.

Además, el candidato no debe de ser perfecto, un semidiós, todo lo contrario, es un humano como todos nosotros y como humano tendrá sus defectos, la pregunta principal es, ¿tiene el equipo necesario y está rodeado de personas que le asesorarán correctamente? ¿Posee el liderazgo que buscamos? ¿Comparte nuestros principios y valores? ¿O se ha rodeado de un grupo de idólatras que lo único que pretenden es llegar al poder? La respuesta es fácil, dejen por un lado las pasiones y vean ustedes cómo reacciona ante la crítica, si no la tolera, es un mal indicio.  

Ya estuvo bueno de ver gatos pardos, encendamos la luz y obliguémoslos a que muestren sus verdaderos colores, solo de esta forma podremos emitir nuestro voto de forma consciente y razonada para elegir a nuestro próximo presidente.

TEXTO PARA COLUMNISTA

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Carmina Valdizán

Abogada y analista guatemalteca, presentadora de televisión y escritora.