Columnas

¿Es posible la revolución verde?

Nueva Sociedad

Podremos hacer frente a la crisis ecológica actual ante las expresiones y dimensiones alcanzadas. Los diagnósticos y cifras que dan los científicos, los gobiernos, las instituciones ambientales, personas conocedoras y recientes indicadores sobre su profundidad dicen que solo tomando decisiones fuertes que paren las tendencias actuales, hará posible que la tierra continué existiendo con las características actuales. Pero hay que tomar medidas para realizar cambios en todos los ámbitos de las sociedades actuales. ¿Cómo hacer frente a la contaminación del aire, a los anegamientos de islas y regiones, a la escasez crónica de peces, a las sequías y a las tormentas entre muchas más expresiones preocupantes que sufre la naturaleza en todas las partes y en todos los países del mundo? De una u otra manera cada país ha venido realizando un uso excesivo de sus recursos naturales.

En Centro América, por ejemplo el consumo de los árboles para la leña, la contaminación de los ríos, la enorme cantidad de vehículos consumiendo petróleo, el escaso despliegue de políticas públicas ambientales en la mayoría de los países de esta región. Un ejemplo extremo es la producción alimenticia en Guatemala. Las escasas lluvias del año pasado provocaron que se redujera la cantidad producida de maíz y frijoles y con ello el aumento de la desnutrición y el hambre de más y más población pobre. La respuesta de este gobierno es cada vez más débil ante este fenómeno, al igual que en la calidad y cobertura educativa. Posiblemente para este país la revolución verde ya es casi imposible, con estas cifras. Es muy poco lo que se puede hacer, y las consecuencias serán aún más nefastas. En Estados Unidos, aunque durante los últimos años las actividades económicas privadas enrumbadas a combatir los problemas ambientales están generando grandes proyectos y novedades para la recuperación del medio ambiente y de una economía sana, no termina de imponerse, ante la voracidad del capital, de producir con el único fin de aumentar las ganancias privadas de unos y el consumo desmesurado de otros.

La situación europea es similar. Algunos Estados realizan grandes esfuerzos para mejorar la calidad de su medio ambiente, pero el gran consumo suntuoso de la población y el gasto de los gobiernos hace que la situación se haya agravado significativamente como es el caso de España. Recientes mediciones indican que su temperatura ambiental subió punto y  medio, no solo el punto que se esperaba, lo que refleja más contaminación del aire, problemas respiratorios y muerte de más personas por esta causa, a pesar de algunas medidas tomadas. Situación similarmente caótica se da en China aún con las medidas que están ejecutando al respecto.

Las protestas de los jóvenes europeos son admirables a seguir como un ejemplo por el resto del planeta. Esta protesta se da cuando los jóvenes toman conciencia de que su continente también es vulnerable, considerado hasta entonces como el mejor, como la clase A del mundo, y puede acabarse al igual que el resto. Es importante preguntarse si esos jóvenes hubieran protestado de la misma manera si fuera África, América Latina u otro continente el que enfrentara tales peligros.  O es que son conscientes de los cambios que deben de realizarse en relación con su estilo de vida y en todo el mundo.  Esperemos que sí y que este movimiento sea tan democrático e inclusivo como la crisis ambiental y sus efectos. Y esta vez tiene que ser así, pues depende de las medidas y de los cambios globales que realicen los países, gobiernos y poblaciones conscientes y responsables que nos garanticen a todos para poder seguir en esta tierra. Y no solo a unos, como ha sido hasta ahora la costumbre del sálvese quien pueda, ante el principio de la propiedad y la ganancia individual y privada. Pues pareciera que existen proyectos de algunos, con enormes recursos económicos para emigrar hacia el espacio, en caso de que la tierra fracase.

Los cambios se tienen que realizar en todas las esferas: la alimentación en primer lugar, seguida por la producción económica, la salud, el empleo, la producción industrial y agrícola, la educación, la cultura, la política, etc, etc. Sería interesante que las desigualdades y las necesidades de los más pobres y resilientes, de las víctimas y de los más afectados por los fenómenos ambientales de todas las naciones del mundo, fueran los sectores más protegidos y asegurados con las transformaciones que se logren por medio de la construcción de relaciones más igualitarias. Y no como siempre, que los ganadores sean los más fuertes. Trabajo, salud y alimentación de calidad para las mayorías. Producción de oxígeno, de energías no contaminantes, de medios de transporte no contaminantes y públicos, entre otros. Construcción de viviendas con materiales menos caloríferos. En el marco social de una institucionalización democrática que dé sostenibilidad a la formas políticas para acceder a ellos. ¿Será posible  construir esta utopía?

Existen muchos años de esfuerzos de las ciencias y de la conciencia política mundial sobre esta catástrofe que se avecina. Esperemos que los resultados y acciones de los sectores económicos y políticos más fuertes tomen más las decisiones correctas. Resultados actuales muestran cambios importantes en las materias primas utilizadas por industrias, en la agricultura y en los medios de transporte. Ojalá no lleguen demasiado tarde.

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