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La desgracia del barco Valbanera

Editado Para La Historia

Hubo un tiempo en que los cubanos no salían de Cuba en busca de una vida mejor, sino que eran los extranjeros los que venían a Cuba por las múltiples oportunidades que ofrecía el país y hasta 1959 fue el destino de inmigrantes no solo de Europa sino de casi todo el mundo. La historia que nos ocupa hoy es la de un grupo de inmigrantes canarios que venía a Cuba con la esperanza de mejorar su vida.

Todo ocurrió en la segunda mitad del año 1919. Hacía tan sólo 8 años que se había producido el naufragio del Titanic, hacía uno que había terminado la Primera Guerra Mundial y el mundo era desbastado por la epidemia de gripe española. Hablaremos del barco a vapor Valbanera, propiedad de la naviera española Pinillos Izquierdo y Cía. El barco fue bautizado en honor de la Virgen de Valvanera, Santa Patrona de la Rioja, pero en el camino algún escribano cambió una V por una B.

Este vapor, de fabricación escocesa, tenía una eslora (largo de proa a popa) de 131 metros y servía para traer a las Américas inmigrantes españoles, así como carga. La Compañía Pinillos Izquierdo, al igual que otras navieras españolas, había tenido pingües ganancias durante la Primera Guerra Mundial. España, debilitada al término de la Guerra cubano-norteamericana-española 1895-1898, permaneció neutral durante la Gran Guerra y los países beligerantes utilizaban los barcos españoles para transportar sus mercancías con menor riesgo de ser torpedeados por los U-boats (submarinos) alemanes que infectaban los mares del mundo.

Ya en un viaje precedente de La Habana a Islas Canarias en julio de 1919 la compañía, y en particular su capitán, habían sido severamente multados por traer una cantidad excesiva de pasajeros que, a falta de camarotes y sufriendo el tórrido calor caribeño, habían tenido que hacer el viaje en cubierta. Muchos de ellos murieron antes de llegar a Canarias (entre otras causas debido a la fiebre española) y sus cadáveres, como era de costumbre en estos casos, fueron tirados por la borda.

De regreso a las Américas el vapor partió del puerto de Barcelona haciendo diferentes escalas en puertos de España continental para cargar mercancías (aceitunas y almendras), varios puertos de Islas Canarias para recibir inmigrantes canarios, San Juan de Puerto Rico, Santiago de Cuba, La Habana, Galveston y Nueva Orleans. Al llegar al puerto de Santiago de Cuba tuvo muchas dificultades para entrar, ya que las autoridades eran muy duras con los controles sanitarios por el azote de la gripe española.

En Santiago descendieron 742 pasajeros que, en su inmensa mayoría, tenían billete para desembarcar en La Habana. Al principio se habló de premonición colectiva pero la verdad es que algunos se quedaron tomando ron en algún bar barato del puerto santiaguero y no se dieron cuenta de la partida del vapor, otros dicen que, como todos venían en busca de trabajo, consideraron que Santiago era un buen lugar para encontrarlo y otros terceros desearon seguir el viaje hasta la Habana por tren para conocer el país.

El día 5 de septiembre del 1919 partió el Valbanera hacia el puerto de La Habana con 488 personas a bordo, llegando al mismo la noche del 9 cuando la ciudad era azotada por un fuerte ciclón. Desde el Morro pudieron los vigías ver al barco pidiendo entrada al puerto por lámpara morse. Estas lámparas era una forma de comunicación en la época que encendiendo y apagando su luz simulaban los puntos y rayas del sistema Morse. Por esta misma vía se le informó al capitán, Ramón Martín Cordero, que el puerto estaba cerrado y éste respondió que saldría al mar a enfrentar al ciclón.

Al ver que el vapor no regresaba a los pocos días decidieron salir a buscarlo y lo encontraron varado y hundido a 12 metros de profundidad en los Bajos de Media Luna, unas arenas bajas movedizas, a 40 millas al este de Cayo Hueso. Ni un solo cadáver y los botes salvavidas en su lugar.

Después de darse a conocer la noticia del naufragio las informaciones llegaban por cuenta gotas a España. Los que se bajaron en Santiago se apresuraron en enviar un telegrama a sus familiares en Canarias y las autoridades del puerto de Santiago de Cuba, por razones desconocidas, tardaron meses en dar la lista de las personas que se habían quedado allí.

Si bien este naufragio ha sido casi olvidado tanto en Cuba como en España, sí está muy presente entre los pescadores de Cayo Hueso. De hecho, fue el tema que escogió el escritor Ernest Hemingway, que vivía entre San Francisco de Paula, en La Habana, y Cayo Hueso, para escribir su novela “Después de la tormenta”. Todavía se dice que en las noches de tormenta se escucha en la lejanía el pito del Valbanera pidiendo auxilio.

A pesar de todo, el tiempo ha cubierto con su velo de leyenda este naufragio en Cayo Hueso. Allí se le llama el Barco de las Prostitutas, porque las malas lenguas dijeron que las que llegaban desde España eran chicas del oficio. También la leyenda dice que pescadores griegos de esponjas, de los tantos que hay en Florida, habrían sacado las reservas de oro que traía el Valbanera, lo que también es totalmente falso.

No se pudo rescatar a ningún cadáver porque todas las escotillas del barco estaban cerradas quedando atrapadas las víctimas en sus camarotes. También es de hacer notar que ni el puerto de La Habana ni en Cayo Hueso se recibieron señales de radio pidiendo auxilio, lo que hace pensar que la radio se rompió por los embates del ciclón antes de que se produjera el naufragio.

Mis mayores me contaban de un pobre canario que había decidido hacer el viaje en tren desde Santiago y que había convenido encontrarse con su esposa y cuatro hijos en La Habana. Al saber del naufragio el señor perdió la razón y que se paraba en el muro del Malecón atisbando el horizonte a ver si llegaba el Valbanera con sus seres queridos.

Franck Antonio Fernández Estrada

traductor, intérprete, filólogo (altus@sureste.com)

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