Con los aviones Pampa III Guatemala vuelve a poder controlar su espacio aéreo
Por: Santiago Rivas, Buenos Aires*
Carmina Valdizán, Guatemala
El día de hoy se llevó a cabo la firma entre el Ministro de Defensa de Guatemala, general Miguel Ralda, su par de Argentina, Oscar Aguad y el presidente de la Fábrica Argentina de Aviones (Fadea) para la compra de dos aviones IA-63 Pampa III para la Fuerza Aérea Guatemalteca, por sus siglas FAG. A la ceremonia además asistieron el presidente de la República de Guatemala, Jimmy Morales y de la República Argentina, Mauricio Macri. El acuerdo gobierno a gobierno, por un valor de 28 millones de dólares americanos, comprende una primera venta de dos aeronaves, más soporte de mantenimiento y el entrenamiento de los pilotos y mecánicos, esto último a cargo de la Fuerza Aérea Argentina. Las negociaciones se llevaron a cabo entre los citados ministros de defensa y la cúpula de Fadea. La intención de la FAG es poder incorporar al menos tres ejemplares adicionales en 2020, lo que le daría más capacidad operativa. Normalmente este tipo de aeronaves se incorporan en un mínimo de cuatro unidades, idealmente entre 6 a 12, para reducir costos operativos y mantener una capacidad operativa adecuada, especialmente cuando las aeronaves deben cumplir sus ciclos de mantenimiento programado.

El IA-63 Pampa III es la última versión del avión de entrenamiento avanzado y combate liviano, el cual fue desarrollado en la Argentina con apoyo de la alemana Dornier y a lo largo de los años fue evolucionando con el agregado de la última tecnología en equipamiento y un motor más potente. Entre las características más destacadas de esta versión se incluye una cabina conformada por tres pantallas de cristal líquido (full glass cockpit) que presentan toda la información de la operación de la aeronave desde la computadora de misión, lo que permite no solo reducir la carga de trabajo de los pilotos, sino también contar con más información, incluyendo datos provistos por otras aeronaves o desde tierra.
Frente a algunos competidores a turbohélice, como son el Embraer Super Tucano y el Beechcraft Texan II, el Pampa se destaca en una velocidad un 50 % superior a casi el mismo costo operativo, alcanzando los 890 km/h. En cuanto a su armamento, posee cuatro soportes bajo las alas y uno bajo el fuselaje para hasta 1000 kg de armas, entre bombas, cohetes y contenedores para ametralladoras, mientras que puede llevar bajo la panza un contenedor para un cañón de 30 mm.
Hoy en la región solo se operan aviones de los años 60 y 70, que en muchos casos no tienen las prestaciones para el control del espacio aéreo ante vuelos irregulares, especialmente si estos se realizan en jets. Los aviones F-5 que tienen las fuerzas aéreas de Honduras y México son con tecnología de los años 70 y su alto costo operativo los mantiene gran parte del tiempo en tierra. Por su parte, los Cessna A-37 que operan El Salvador y Honduras (y que la FAG operó hasta comienzos del nuevo milenio) son de la época de la guerra de Vietnam y sobre un diseño de los años 50, por lo que esta compra convierte a la FAG en la fuerza aérea más moderna de la región y con capacidad de brindar un control efectivo del espacio aéreo.
Al mismo tiempo, la Fuerza Aérea Guatemalteca responde con esta adquisición a la necesidad de modernizar sus aviones para poder cumplir con los compromisos adquiridos en la lucha contra el narcotráfico, la trata de personas y el crimen organizado internacional, que se gestionan a través de la Fiscalía Transnacional. Dicha fiscalía opera con el acompañamiento de EE. UU. a través de el Buró Federal de Investigaciones, FBI por sus siglas en inglés, la Administración para el Control de Drogas, DEA y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, ICE, entre otras. Adicionalmente, la administración del presidente Trump espera la colaboración del gobierno de Guatemala en la lucha contra el narcotráfico.
Esta adquisición es cuestionada por algunos sectores de la población que consideran que es una compra innecesaria pues el país necesita que se atiendan problemas inmediatos como lo son la atención hospitalaria, la desnutrición crónica, la seguridad, la economía, el desempleo, etc., y para lograrlo, Guatemala necesita atraer inversión extranjera, la cual no vendrá si se le considera un país peligroso para la inversión, un «Narcoestado».
En el escenario actual que vive Guatemala, donde la seguridad es uno de los problemas más importantes, especialmente a causa del narcotráfico y parte de este se realiza por medio de aeronaves, brindar seguridad en el espacio aéreo contribuye a generar mayor seguridad, lo que a la larga representa una mejora en la competitividad de la nación a la hora de recibir inversiones y hacer negocios. De esta manera, con una economía más competitiva, se pueden obtener los recursos para atender los problemas de salud, educación e infraestructura, entre otros, a la vez de que mejores condiciones económicas generarían más empleo y menos pobreza.
El principal cuestionamiento que le hacen los expertos a esta compra es, si son o no la aeronave idónea para este tipo de tareas. Puesto que el Super Tucano fue cotizado para Guatemala en aproximadamente 22 millones de dólares americanos (cada uno) en el año 2013, precio que para muchos es justificable ya que el costo de mantenimiento y de hora/vuelo es más económico que el Pampa III y es además un avión que ya se ha exportado a varios países. Ahora bien, tiene la desventaja de no poder interceptar aviones que vuelen a más de 600 km/h. Otra de las interrogantes y quizás la mayor, es que Guatemala será el primer país fuera de Argentina en utilizar el Pampa lo que crea un reto tanto para la FAG como para Fadea.

*Periodista especializado en aviación y defensa latinoamericana, con 22 años de experiencia publicando tanto en medios de la región como de Europa y EE. UU., principalmente como corresponsal de Janes, Monch Publishing Group (de Alemania) y Key Publishing (de Inglaterra).