Escenario político en la República Dominicana
Pluma Invitada
“Aunque uno puede dejar de encontrar la felicidad en la vida teatral, nunca se desea renunciar a ella después de haber probado sus frutos”, esta frase de Anna Pavlova describe muy bien el actual panorama político de la República Dominicana. Después que se prueba la miel del poder al parecer es difícil desprenderse de él, llegando a modificar la Constitución para continuar más allá de un período, incluso dos, o abriendo la posibilidad de regresar en un futuro.
Hablando en términos teatrales, los escenarios políticos en la República Dominicana de cara a las elecciones del 2020 prometen desde ya montar excelentes funciones en las que los ciudadanos con derecho al voto serán los grandes ‘’protagonistas’’ y, en consecuencia, tendrán en sus manos la decisión de cambiar al director de la obra, sustituir a todo el equipo técnico que ha estado dirigiendo o continuar con la misma obra y los mismos directores.
Todo parece indicar que el equipo que actualmente dirige, quiere ir por más funciones, modificar el guion es una idea que se está barajando en las tablas teatrales, esto con la finalidad de montar una nueva función por cuatro años más. Del otro lado, está el equipo que durante ocho años le ha tocado ser espectador, y que, con varios espectáculos dirigidos en el pasado, y perteneciendo al mismo cuerpo de directores, buscan desplazar a los que hasta el 2020 dirigen la obra.
No puedo dejar de mencionar a otros equipos que durante varios períodos no han sido más que espectadores pasivos, quienes han estado esperando para montar sus propias funciones, pero el presupuesto no les alcanza, y qué decir de sus guiones y argumentos, los cuales no les han ayudado a recuperar el teatro perdido hace alrededor de 15 años.
¿Qué se
puede esperar? Ante la imposibilidad de continuar en las tablillas, los
actuales técnicos harán lo necesario para habilitar sus funciones por un
período más. Se realizan todos los aprestos correspondientes y se escucha la
voz de cientos de seguidores que han sido beneficiados con pases de cortesía y
privilegiados con asientos VIP,
pedir que la obra continúe con el director, los
actores y técnicos actuales. Anteponiendo intereses personales por ante las
ideologías de la casa productora.
Pareciera que estoy usando alguna chanza para presentar la realidad política actual que vive mi querida República Dominicana, hasta cierto punto, es así. El partido en el poder lleva 15 años gobernando y no se puede negar que han logrado una gestión favorable, sin embargo, pese a los ingentes esfuerzos hay asignaturas pendientes que no han logrado la calificación mínima para pasar de curso, dentro de estas, la inseguridad ciudadana y la delincuencia que arropa las calles de los distintos sectores en el país, por mencionar dos campos que han sido vividos por quien escribe y que los hechos acontecidos en estos últimos días, así lo confirman.
Sin perder de vista nuestro norte, el panorama político no es muy alentador, líderes que han ocupado el primer puesto de la nación, pero se niegan a dar paso al relevo generacional dentro de sus partidos, limitando a muchos líderes jóvenes a observar desde la banca mientras esperan por una oportunidad.
En los momentos actuales, la principal fuerza política y partido en el gobierno pasa por una ‘’crisis’’ generada por la lucha de poder entre sus principales figuras y líderes, el presidente Danilo Medina y el expresidente Leonel Fernández, el primero inhabilitado constitucionalmente para ir por un tercer periodo consecutivo y el segundo, con aspiraciones de volver al gobierno por una cuarta oportunidad. Ambos personajes tienen amplia simpatía tanto dentro del partido, como fuera de él. Podría decirse que el PLD se divide entre estas dos figuras y el resto que le sigue como cual lacayo a su amo.
En ese escenario surge la figura de la vicepresidenta Margarita Cedeño, quien es a su vez la esposa de Fernández y que, sin ser una figura surgida del corazón del partido, ha logrado posicionarse como una tercera opción de poder con miras hacia la candidatura del 2020, así lo ha hecho saber en algunos pronunciamientos[1]. Sus dos periodos como vice y dos como primera dama, le agregan un plus a su trayectoria política. No se puede negar que existen otras figuras a lo interno del partido con el potencial presidenciable, sin embargo, no han logrado conectar con el pueblo, o en el fondo solo buscan distraer, porque en esencia saben que sus posibilidades, primero interna, son mínimas y a lo externo no lograrían ni una regiduría.
Por otro lado, está la ‘’oposición’’ Partido Revolucionario Moderno (PRM), si así puede llamársele a un partido que, a pesar de ser la segunda fuerza política del país, se nota pasivo ante los acontecimientos que alarman a la población, no hay pronunciamiento contundente, solo se limitan a hacer declaraciones sin mucha profundidad, salvo el caso de la diputada Faride Raful y el senador José Paliza, quienes, quizás por tratarse de una nueva generación, son más independientes en sus pronunciamientos. Aún con los grandes esfuerzos por verse como un partido moderno, haciendo alusión a su nombre, en el fondo, persisten muchos paradigmas de la vieja manera de hacer política.
Este partido, que surgió de la división del PRD fruto de la lucha interna de poder entre el expresidente Hipólito Mejía, que salió del gobierno con una baja valoración y que en su afán de continuar en el poder modificó la Constitución en 2003, y el actual Ministro de Relaciones Exteriores, Miguel Vargas, quien terminó vendiendo lo poco que quedó de lo que fue el más grande partido de masa de la República Dominicana al Partido de Liberación Dominicana (PLD) a cambio de un puesto en el gabinete, lo que dio como resultado el nuevo Partido Revolucionario Moderno (PRM). Aquí también hay una lucha interna de poder por alcanzar la nominación presidencial, esta vez, entre el expresidente Mejía y el poco experimentado y apático políticamente hablando, Luis Abinader.
Faltando poco menos de un año (11 meses) para las elecciones, ninguna de las dos fuerzas principales ha definido sus candidatos, esto crea mucha inseguridad y genera incertidumbre, sobre todo en la población que ve en las votaciones su oportunidad para premiar o castigar a los candidatos.
En el contexto político actual, si lo que realmente se busca es el bienestar del país, es necesario que el PLD llegue a un consenso que le permita mantener sus aspiraciones de permanecer en el poder más allá del 2020. De la misma manera, en el PRM, el presidente Mejía debe aplacar sus aspiraciones y dar paso a la nueva generación y al relevo político con que cuenta el partido. Evitando así, divisiones como las ocurridas en otras ocasiones entre los principales partidos.
Con un escenario que pinta más de lo mismo, figuras tradicionales y desgastadas, sin un discurso nuevo, sin mucho que ofrecer y con cola que le pisen, poco que exhibir en una era dominada por los jóvenes, las tecnologías y las redes sociales, existe la posibilidad que ocurra todo lo contrario y surja una figura emergente que represente todo eso que la mayoría está requiriendo.
Con un PRD consumido a una minoría, el PRSC que apenas sobrevive y una serie de partiditos que solo aparecen para retirar los fondos que se les asignan, el panorama político dominicano no resulta nada halagüeño de cara a las elecciones del 2020.
Sin lugar a dudas que la política nacional es un montaje, con un guión de estridencias, que como en otros escenarios, sus principales productores terminan poniéndose de acuerdo, ya que todos comparten un interés, que obviamente no es el bien de la ciudadanía, sino más bien, garantizar impunidad.
[1] La Vicepresidenta Margarita Cedeño dijo que las candidaturas de Danilo Medina y Leonel Fernández serían un “perder-perder para el país y hay una tercera vía que sería un ganar-ganar”.
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