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Y ¿CÓMO SE ARREGLA NUESTRA SITUACIÓN?

Descubrir Las Raíces

La pregunta que plantea el titular no es tema sólo para nosotros que estamos en vísperas de cambios políticos, aunque sin duda nos afecta. Pero es tema más amplio y universal.


De hecho, concretamente en Europa, actualmente importantes entidades están ofreciendo reflexiones para orientar y apoyar a cuantos están comprometidos con la educación de las nuevas generaciones y de esta manera se quiere promover una metodología articulada en las tres actitudes de escuchar, razonar y proponer, que favorezcan el encuentro de las personas y las comunidades.


Sobre todo viene bien recordar un peligro actual la falta de esperanza y confianza en la vida que prevalece en la sociedad moderna y definían como un mal social. Lo califican como el mal de nuestro tiempo, pues el pesimista da una buena excusa para no hacer nada… contra la violencia, la corrupción, etc. Y entonces a la gente que se le van las ganas de luchar y se contribuye al colapso de la sociedad. Hay que esforzarse en ver el lado positivo de las cosas., que hay muchas. Lo contrario es socialmente suicida, además de injusto.


Y surgen dudas: ¿quien arregla este peligro? Y… ¿se podrá arreglar?
Se ve dramática la situación, pero con confianza se puede superar. Esta es quizá una de las ideas básicas: esto se puede superar… y puedo hacerlo yo, si soy positivo, si voy habitualmente a lo que une, y no sólo para las crisis.
El punto de fondo es de si verdaderamente estoy convencido de que el bien puede más que el mal. Cuando caigo en la tentación de querer vencer al mal con el mal… el vencido es uno: aunque uno hubiera dominado al contrincante. Este es quizá un aspecto de otra idea básica: no cansarse de defender que el mal se domina con el bien, jamás con el mal, con la violencia.


Son planteamientos que deben ser la base de cualquier actuación social, a cualquier nivel. Si uno los abandona, podrá tener razones, pero no tiene razón.


Viene bien aquí recordar aquel histórico discurso de Juan Pablo II a la Asamblea de Naciones Unidas. Es todo un programa para todos. Decía allí que debemos vencer nuestro miedo del futuro. Pero que no podremos vencerlo si no es juntos. La «respuesta» a aquel miedo no es la coacción, ni la represión o la imposición de un único «modelo» social al mundo entero, sino el esfuerzo común por construir la civilización del amor; fundada en los valores universales de la paz, de la solidaridad, de la justicia y de la libertad. Y que el «alma» de esta civilización del amor es la cultura de la libertad: la libertad de los individuos y de las naciones vivida en una solidaridad y responsabilidad generosa. No debemos tener miedo del futuro, no debemos tener miedo del hombre. Y añadía que debemos encontrar el camino para discutir, con un lenguaje comprensible y común, acerca del futuro. Precisamente la ley moral universal, escrita en el corazón del hombre, es una especie de «gramática» que sirve al mundo para afrontar esta discusión sobre su mismo futuro.


Quizá lo más importante es estar íntimamente convencidos de que es posible cambiar todo esto… y actuar en consecuencia, animando a otros a que se plateen las cosas así…; que es posible que todas las actividades humanas se dirijan a su más noble fin. Para alguno -los pesimistas- esto constituye un ideal inalcanzable; pero no es así: debemos encontrar el camino para dialogar, con un lenguaje comprensible y común, acerca del futuro del hombre. ¡Podemos y debemos hacerlo!: y nos compromete a cada uno de nosotros. ¡Podemos y debemos hacerlo!

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