No en Guatemala
Nueva Sociedad
La mayoría de países del mundo han logrado controlar la desnutrición y el hambre, ya son cosas del pasado. Sus causas han dejado de ser las fuerzas naturales incomprensibles e incontrolables y han sido transformados en retos manejables. Saben muy bien lo que es necesario hacer para impedir el hambre y la desnutrición como parte de la pobreza; y lo han hecho con éxito. En Guatemala no. Una parte importante de la población no cuenta con un mundo saludable, próspero y armonioso para sumergirse en los retos del siglo veintiuno que proporcionan la biotecnología y la tecnología de la información. Esto pone a este país en una situación muy complicada. Pues del casi el 40% de la población pobre, una porción importante apenas logra malvivir con cinco dólares al día. Y otra porción significativa no puede o no tiene acceso a la alimentación. Esto es vivir en el umbral bilógico de la pobreza, por debajo del cual las personas sucumben a la desnutrición y a la enfermedad. A principios del siglo veintiuno esta realidad es cosa del pasado en la mayoría de poblaciones del mundo, pero en Guatemala no.
Para Yuval Noah Harari, (2018) hay que tomar en cuenta que durante los últimos cien años los avances tecnológicos, económicos y políticos han creado una red de seguridad cada vez más robusta, que aleja a la humanidad del umbral bilógico de la pobreza. Las hambrunas son esporádicas y son responsabilidad de la política humana. La economía global se ha transformado de una economía basada en lo material a una economía basada en el conocimiento. Hoy en día la riqueza principal es el conocimiento. El conocimiento se ha convertido en el recurso más importante. Esto no es así en Guatemala que no ha aprovechado estos avances. En general su economía es todavía anticuada, basada en lo material. Fenómenos como la escasez de lluvia aumentan la escasez de alimentos, que junto con la desnutrición, se han convertido en males crónicos. No cuenta con medidas que le proporcionen a la población carente de alimentos, las calorías suficientes diarias para que sobreviva. Función básica y principal de cualquier grupo humano: ASEGURAR SU ALIMENTACIÓN.
Los grupos económicos no saben cómo transformar estas debilidades en oportunidades comerciales o de negocios y hacer posible superar de manera rápida e inmediata la escasez de productos, como por ejemplo en Paraguay y Argentina que se han convertido en grandes productores de alimentos. Guatemala tampoco cuenta con infraestructura pública para superar esta situación. Países como China es otro ejemplo. Desde el año 1974, hace 45 años, ha sacado de la pobreza a centenares de millones de la desnutrición, China está libre de hambrunas. Y con su desarrollo tecnológico ha ganado millones de dólares al cooperar con gigantes de alta tecnología, comprar sus programas y fabricar sus productos.
Seguida del hambre, las enfermedades infecciosas en la población infantil son los grandes enemigos que seguirán cobrándose muchas vidas en la mayoría de los países, pero no como tragedias inevitables y fuera del control. Estos son otros retos manejables para ellos. Esto no es verdad en Guatemala que no logra remontar su herencia histórica, de manera responsable ni con esfuerzos suficientes para superar esta limitación, que la seguirá definiendo como uno de los países más injustos del mundo. La mayoría de los países han logrado controlar el hambre, la enfermedad y la violencia gracias a un crecimiento económico que les proporciona comida, medicina, energía y materias primas. Los más desarrollados se enrumban a lograr la “eterna juventud”, la felicidad y el combate a la crisis ecológica. En Gran Bretaña y en Francia muchos capitalistas entendieron los límites de los excesos y las diferencias económicas, y pugnaron por mejorar la suerte de los obreros, reforzaron su conciencia nacional y los integraron al sistema político. Esto no ha ocurrido aún en el siglo veintiuno en Guatemala. Esto no nos libera ni nos lleva a imaginar futuros alternativos capaces de advertir posibilidades que los antepasados no pudieron imaginar. El conocimiento histórico da más opciones, permiten reescribir la historia para imaginar el futuro y pensar en una nueva agenda, que aunque más complicada, tiene que incluir nuevas ideas y esperanzas para lo que resta de este siglo veintiuno, si es que quiere ser una mejor sociedad.
