Políticas migratorias rechazan a los pobres
Poptun
En el año 2017, la Real Academia Española incorporó en su Diccionario de la lengua española, el neologismo aporofobia que lo detalla como «la fobia a las personas pobres o desfavorecidas».
Adela Cortina, filósofa española artífice de acuñar la expresión, refiere que esta fobia se origina por la “corrupción del carácter que consiste en admirar a los ricos y despreciar a los pobres, en vez de admirar a los sabios y a las buenas personas y despreciar a los estúpidos. Cuando la gente admira a los que están bien situados y desprecia totalmente a los que les parece que han fracasado en la vida que es la sensación que se tiene cuando en la realidad la pobreza tiene que ver con el fracaso de una sociedad”. Refiere que la pobreza ni siquiera gusta a los de casa, pues usualmente se presume de los parientes ricos, pero se esconde a los parientes pobres.
La intelectual relaciona este concepto con el fenómeno migratorio al indicar que, en este momento se habla de la xenofobia como la fobia a los extranjeros, pero que realmente lo que hay detrás es el rechazo a los migrantes pobres, puesto que esa aversión discrepa con la recepción que se hace de aquellos extranjeros que poseen una excelente posición económica, quienes son admitidos con mucho entusiasmo en los distintos países donde se asientan, en oposición a la actitud que se asume con los extranjeros pobres a quienes se les acusa de originar nuevos problemas y no riqueza.
En el sitio web “Psicología y Mente” se puntualiza que el rechazo a los pobres es un “fenómeno social que marginaliza a las personas más vulnerables”. Se exterioriza que las causas de ese rechazo, en primera instancia, es por sesgos ideológicos que impulsan ideologías políticas que refutan a los pobres. Esas ideologías recriminan que la pobreza se deriva por una actitud personal y falta de fuerza de voluntad para salir adelante y ser exitoso, sin considerar que los factores de la pobreza escapan del control del ser humano, ya que la condición de pobreza puede proceder de la región donde se nace, el presupuesto familiar, la salud de los progenitores, e incluso el cociente intelectual.
El fenómeno migratorio es de extensión mundial. En Europa y América se han producido una serie de afluencias migratorias protagonizadas por personas víctimas de la pobreza o de vulneraciones a sus derechos humanos, o provenientes de países que sufren conflictos armados o sobrellevan cambios climáticos que provocan escasez. Los migrantes disponen dirigirse hacia países más seguros y con economías fuertes.
Derivado de esas avalanchas migratorias, el odio al extranjero pobre se ha ampliado y surge una visión extremista en el mundo para desecharlos y perseguirlos.
En Alemania ha surgido la política criminal denominada “derecho penal del enemigo”, que visualiza al extranjero como el enemigo peligroso que aviva el fenómeno criminal. A través de ese derecho se sanciona penalmente, no por la acción delictiva cometida por la persona sino por considerarla peligrosa, y esa acción se justifica en que un estado de derecho y libertades únicamente es para los ciudadanos y no puede abarcar a los no ciudadanos.
Esa corriente de pensamiento se originó del criterio amigo-enemigo planteado por Carl Schmitt, seguidor del Partido Nazi y considerado el ideólogo de ese régimen, quien proyectaba la necesidad de diferenciación que conlleva un sentido de afirmación de sí mismo (nosotros), frente al otro (ellos).
Así como Alemania, otros países han tomado una serie de políticas y medidas para contener los flujos migratorios. Uno de ellos es EEUU que en mayo de 2019 presentó el Plan Migratorio que plantea la inmigración de aquellas personas jóvenes, educadas, que hablen inglés, en lugar de la inmigración obtenida por vínculos familiares con estadounidenses. Ese plan seguramente avanza con la firma del Acuerdo de “tercer país seguro” con nuestro país que constituye una nación de tránsito y permitirá retener en nuestras fronteras a las personas que su destino es ese país. Las personas que viajan para EEUU, frecuentemente huyen de la pobreza, violencia, corrupción, impunidad y falta de oportunidades.
Los migrantes buscan el sueño americano y viven esa migración como una oportunidad para mejorar su vida, sin embargo si transitan por Guatemala deberán de esperar cualquier respuesta de EEUU en nuestro país, con lo cual debemos cumplir con proporcionarles las necesidades básicas. Nuestro país no es una economía fuerte, sino que al contrario una economía débil donde el alta tasa de pobreza y desnutrición crónica es alarmante, a tal punto que internacionalmente se refiere que esos altos índices son verdaderas crisis humanitarias.
La implementación de ese acuerdo seguramente agrandará el subdesarrollo de nuestro país. Sin embargo, a la vez estimulará el reforzamiento de la marginalización – en un solo sitio – de las personas que se encuentran en una posición vulnerable en casi toda Latinoamérica.

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