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¿Por qué se necesita fe para agradar a Dios?

Emunah

Generalmente la fe se define como la seguridad de que recibiremos aquello que anhelamos, y alcanzaremos las metas que nos hemos propuesto. El apóstol Pablo la define, en Hebreos 11, como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. En pocas palabras, la fe es la confianza de ver con los ojos espirituales algo irreal o ilógico y aceptarlo como una realidad.

La fe es un asunto primordial en la Biblia, tanto así que la misma afirma que “sin fe es imposible agradar a Dios” y nos enseña que la genuina fe cristiana está establecida firmemente en la creencia de que Dios existe; y que él es nuestro creador, su Palabra nuestra guía, y su Hijo Jesucristo nuestro salvador. Así que la fe bíblica está muy alejada del concepto que predomina hoy en el mundo moderno.

¿Por qué la fe es tan importante? La palabra de Dios nos enseña que fuimos creados con propósito, con intención. Al momento que el ser humano se rebeló contra Dios se apartó del objetivo para el cual fue creado y empezó a vivir por debajo de los estándares de su verdadera existencia. Por eso mismo el ser humano perece, porque alejados de Dios empezamos a extinguirnos.

¿Qué pasaría si el sistema solar dejará de funcionar? ¿Que pasaría si la tierra dejará de girar o el sol desapareciera, o ya no hubiera gravedad? Nuestro planeta entraría en caos, porque se sale del diseño original. Todo aquello en la creación que no ejecuta su intención, entra en caos y expira. El sistema solar, las leyes de la física, y la naturaleza funcionan intencionalmente. Cada creación, cada diseño fue concebido con intención, por lo mismo los peces se mueren fuera del agua y los arboles frutales dan fruto según su genero.

Cuando el ser humano se opuso a Dios, su vida dió un giro de 180 grados y se encontró perdido con un sin fin de dudas y preguntas: Quién soy, de dónde vengo, para qué estoy aquí y hacia dónde voy. Fuera de la voluntad de Dios, abandonó su propósito, y la semejanza con su creador se distorsionó. Lejos de casa y confundidos, la humanidad, ha creado su propio sistema de creencias, normas éticas y trata por todos los medios de construir un hogar que le de estabilidad.

Sus características, cualidades y atributos que provienen de su progenitor lo acercan a él pero su pecado crea un abismo entre ellos. Por eso a pesar de todos sus esfuerzos se siente incompleto, desorientado. Ya que sin Dios el ser humano puede construir, casarse, tener una familia, estudiar, crear, reír, ser feliz, cumplir sus metas y sueños; en fin tener una vida, pero jamás podrá vivir la vida que le da su verdadero propósito.

Algo que experimentó el rey Salomón, quien se entregó a la búsqueda de todo lo que este mundo tiene que ofrecer. Tuvo en abundancia: acumuló conocimiento, edificó, trabajó, plantó, coleccionó pájaros exóticos y bestias, tuvo fama, poder, riqueza, mujeres y familia. Hizo de todo pero llegó a la conclusión de que todo era vanidad y lo que daba verdadero propósito a la vida era: “Temer a Dios, y guardar sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.”

Por tal razón la fe viene a ser tan primordial en nuestras vidas, porque nos muestra el camino que nos lleva de regreso a casa y nos permite encontrar el verdadero propósito de nuestra existencia. Sin fe, los seres humanos no están viviendo la intención para la que fueron creados. Por eso es que la Biblia menciona que sin fe es imposible agradar a Dios, y hace énfasis en que al obtenerla nacemos de nuevo, porque empieza a cultivarse nuestra verdadera esencia al tener una relación con Dios.

Sin Dios no funcionaremos a plenitud; por lo mismo la Biblia hace hincapié en que necesitamos reconciliarnos con él, algo que por nuestros propios medios es imposible de lograr, por lo que Dios nos proveyó un Salvador. Jesucristo es el autor y consumador de la fe porque él hizo posible esa restauración. Él es el camino, la verdad y la vida, él es el único camino de regreso a casa.

Esa fe nos conduce a la vida eterna, a recompensas celestiales, y a disfrutar de una vida más completa sabiendo que somos parte de un futuro glorioso en donde podremos vivir a plenitud. Una fe que reconoce que hemos nacido de nuevo bajo la ciudadanía celestial y ahora nos regimos bajo las creencias del reino de Dios para reflejar su imagen en este mundo.

Por esa razón Dios dio a su hijo unigénito, por ese motivo es que Jesús vino al mundo y se sacrificó para salvarnos, con esa objetivo existe la Biblia para revelarnos la verdad. Por eso Jesucristo dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” porque la meta de Dios es salvarnos de este mundo, y la finalidad de nuestra fe es creer en esa salvación.

“Porque nada de lo que hay en el mundo: los deseos de la carne, la codicia de los ojos y la vanagloria de la vida provienen de Dios, sino del mundo. El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” 1 Juan 2:15-17.

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